Docencia en crisis: una carrera sin incentivos
Educación. Para los expertos, el sistema de calificación no refleja el mérito individual
La docencia en la Argentina, según los especialistas y maestros consultados por la nacion, ha dejado de ser una carrera atractiva. Salvo por la vocación, son pocos los incentivos para dedicarse a enseñar en la escuela pública. De acuerdo con los expertos, los maestros se desempeñan dentro de un sistema, paradójicamente, desinteresado en el mérito individual y el crecimiento profesional.
Mariano Narodowski, académico, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, investigador y ministro de Educación porteño entre 2007 y 2009, lo pone en estos términos: “Claramente, el único incentivo es el compromiso con su profesión y sus alumnos. Los gobiernos no están interesados en su desempeño. Todo es igual, nada es mejor”.
Los docentes del sistema público solo aumentan sus salarios por antigüedad y no por los cursos que hagan o por lo innovadores que sean, excepto que decidan ascender en la escala jerárquica.
Otro problema central, enumeran los especialistas, es la manera en la que se evalúa a los docentes. Si bien existe un mecanismo para hacerlo, el proceso es tan largo y burocrático que los directores, para evitar problemas con los maestros o los sindicatos, suelen calificarlos con un 10. La nota más alta, lejos de la perfección, en realidad encubre un aparato deficiente.
El 9 de noviembre pasado, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, se expresó con dureza sobre la formación docente y el perfil profesional. Sus dichos generaron fuertes críticas. “Eligen estudiar la carrera como tercera o cuarta opción luego de fracasar en otras”, señaló.
Diego Ródano, profesor del Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González, en la ciudad y del Instituto Superior de Formación Docente N° 29 de Merlo, describió cómo es el sistema de evaluación anual. “Se utiliza una planilla para establecer una calificación personal de cada docente con un puntaje que va de 1 a 10. La parte anterior del formulario la completa el docente y luego, el directivo, sobre la base de los ítems que figuran en el anverso (condiciones personales, profesionales y resultados), promedia la nota. Esta nota pasa a formar parte junto con la antigüedad, los títulos, más algunos otros indicadores, del puntaje anual docente. Pero este proceso se burocratizó a tal punto que se completa de modo ritual y siempre se califica con un 10”, señaló.
E indicó que, si el docente acudiera a una instancia de apelación de la nota, el directivo que decidió el puntaje debería demostrar que hizo un seguimiento minucioso por el cual concluyó que la nota debía ser inferior a un 10, pero ese seguimiento minucioso casi nunca se lleva a cabo, porque los directivos no llegan a cumplir con esa tarea.
Narodowski afirmó que el formulario que se usa en la mayoría de las provincias para calificar a los maestros es una actualización del Estatuto Docente de 1958, que aún es la norma sobre la que está montado casi todo el sistema educativo. Sostuvo que los aspectos evaluados son formales y sin criterios objetivos de desempeño. Cree que eso es parte de una herencia de la profesión basada en la vocación y alejada de los criterios actuales.
“Casi todos tienen la máxima calificación por la ausencia de criterios objetivos para evaluar, todo queda en manos de la visión del superior sin evidencias del desempeño. Además, las evaluaciones de mal desempeño no tienen un tratamiento profesional sino disciplinario: van a las Juntas de Disciplina, luego se inicia un sumario y después de mucho tiempo sobreviene, o no, una sanción. Este tiempo y esta lógica disciplinaria hacen que difícilmente un director se arriesgue a semejante conflicto. No es cierto que no hay evaluación a los docentes, justamente, el problema es que hay una evaluación completamente perversa para la que da lo mismo trabajar bien o no. Y esto es así en todo el país”, describió Narodowski.
Marcela Voulgaris es la directora de la Escuela N° 4 del distrito Nº 9 de la ciudad. Sobre la calificación anual de los docentes, lamentó que no haya una verdadera autocrítica y que eso vaya en detrimento del profesionalismo de quienes integran el sistema. Y afirmó que el rol del docente está muy desprestigiado. “Muchos terminan obteniendo sobresaliente cuando no trabajaron para ser calificados de esa manera. Sin embargo, está bastante institucionalizado que la mayoría de los docentes casi siempre serán evaluados así. En ocasiones, a los equipos de conducción se nos complica reflejar la realidad debido al cumplimiento de otras tareas administrativas y pedagógicas que debemos resolver en forma inmediata. Entonces nos resulta complicado tener fundamentos para bajarles la calificación, más allá de que sabemos que es lo que corresponde”, explicó.
Esta calificación pasa a formar parte de puntaje que cada docente acumula a lo largo de su carrera. Por ejemplo, a un maestro titular le sirve para acceder a otros cargos o para conseguir un ascenso, entre otros movimientos. En el caso de los docentes provisionales, la calificación también se suma a otros ítems y le otorgan un puntaje que determina el orden de mérito (listados oficiales) para acceder a horas y cargos titulares o suplentes.
Punto crítico
Este puntaje está indirectamente vinculado con la posibilidad de conseguir un mejor sueldo. El esquema salarial, según los especialistas, es otro punto crítico del sistema. Un docente solo tiene dos maneras de aumentar su salario, una es por antigüedad, y la otra es ascendiendo en la escala jerárquica. Para lograr la promoción, deben sumar puntos haciendo, por ejemplo, cursos y capacitaciones.
Esto significa que aquellos que se capacitan, si quieren tener un incremento salarial, deberán dejar el trabajo en el aula y se desempeñarán en una oficina porque el ascenso los podría llevar a ser directores. Así, buena parte de los docentes más capacitados pierden el contacto diario con los alumnos.
Como describe Narodowski en su libro, El colapso de la educación (Paidós, 2018), entre las “perversiones” del sistema puede verse que los docentes titulares que no pretenden ser directivos, no necesitan los puntos y pasan los últimos 15 o 20 años de su carrera sin recibir un aumento desde que lograron el máximo de antigüedad. Es decir que, además, podrían no capacitarse en absoluto. “Los incentivos salariales parecen orientados a minar la voluntad de seguir formándose”.
Otro de los puntos complejos de este sistema es que a los docentes con menos puntaje les queda como opción disponible los puestos vacantes en escuelas que otros colegas no eligieron, que suelen ser las que tienen alumnos más vulnerables y quedan en zonas postergadas.
Preguntas
“¿La carrera del docente es aquella que ubica al buen maestro de aula en una oficina? ¿Acaso no sería conveniente conservar a ese docente de buen desempeño y vocación más tiempo frente a los estudiantes?”, se preguntó Ignacio Sanguinetti, subsecretario de Recursos Humanos de la Dirección General de Cultura y Educación durante la gestión de María Eugenia Vidal.
“Para ello se necesitarían incentivos que alienten al docente a continuar frente al aula sin necesidad de que busque en un cargo directivo el modo de ascender en la carrera. Debería ser una posibilidad que aquel que se capacita continuamente, que enseña con pasión, perciba una mejora en su remuneración, pues incluso puede pasar que no tenga interés en ser directivo. No podemos darnos el lujo de que los mejores docentes dejen las aulas”, agregó.
Según el Ministerio de Educación porteño, el sueldo para jornada simple sin antigüedad es de $36.250 y el de jornada completa, $76.500. Mientras que, con antigüedad, cobran $ 44.111,82 (jornada simple) y $84.661 (completa). Por su parte, desde la Dirección General de Cultura y Educación, indicaron que el salario de un docente bonaerense, por jornada simple sin antigüedad, es de $36.002, y con antigüedad,$39.809.
También hay que tener en cuenta que el trabajo nunca termina en el aula porque, además, el docente debe corregir trabajos y exámenes, llenar planillas, reunirse con el equipo de coordinación y, en ocasiones, con los padres de los estudiantes.
Hace 10 años que Miguel Eibuszyc es docente en el Instituto Superior de Profesorado de Educación Inicial Sara C. de Eccleston y en el Normal 4, dos de los 29 institutos porteños de formación docente. Según afirmó, en esta década de carrera aún no cobró un solo peso por antigüedad y tampoco le sirvió, en términos salariales, haber estudiado una licenciatura y estar cursando una diplomatura. “Nuestro salario, además de ser bajo, tiene muchos ítems que figuran como sumas no remunerativas, entonces, por ejemplo, el aguinaldo no es la mitad del sueldo que percibís. Lo que uno puede hacer es tomar otro cargo, de hecho, tengo colegas que tomaron tres, salen a las 7.30 de la casa y llegan a las 22. Luego tienen que corregir. Esto afecta a la vida del docente y a la calidad del trabajo”, se lamentó.
De este modo, según indicó Sandra Ziegler, directora de la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Educación de Flacso, la docencia se convirtió en una profesión poco atractiva para los jóvenes. La especialista señaló que la carrera tiene una estructura que demanda muchos años de trabajo en una organización piramidal en la que la labor no está diversificada y la única promoción posible es ascender a cargos como directores y, luego, inspectores en donde “salen” de la escuela. Y completó: “Si pensamos que las nuevas generaciones actualmente prefieren la búsqueda de trabajos no rutinizados, que se desarrollen en entornos que brinden reconocimiento y gratificación, este modelo se aleja de la carrera que la docencia plantea para el desarrollo profesional. Sumado a la extensión de la duración de las carreras de formación docente es probable que algunos aspirantes terminen optando por otras alternativas al definir sus estudios, principalmente en los centros urbanos”.
Causas
Voceros del Ministerio de Educación de la Nación señalaron que los datos objetivos no indican que la carrera docente se tornó en una oferta académica poco atractiva. Según los datos oficiales, la matrícula en los institutos de formación docente creció 107% entre 2007 (280.894 alumnos) y 2019 (581.400). Sin embargo, los datos también muestran un decrecimiento de la matrícula en los postítulos y posgrados de formación docente.
Según fuentes del Ministerio, una hipótesis explicativa de esta caída es la discontinuidad de las formaciones de carácter sistemático y gratuito para docentes, directivos, tutores y perceptores que el Instituto Nacional de Formación Docente desplegó hasta 2015 y que fueron discontinuados por la anterior gestión. “Sin dudas tenemos que continuar mejorando el salario de las y los docentes y sus condiciones laborales. Recordemos que según información que se desprende del operativo de evaluación Aprender de 2017, uno de cada tres de los docentes de secundaria trabajan en tres o cuatro instituciones a la vez y el 35% de los docentes de primaria estatal se desempeñan como suplentes”, expresaron desde el Ministerio.
Por parte del Ministerio de Educaciónpor te ño, argumentaron que hay que trabajar sobre el sistema de incentivos para la formación de los docentes sin que tengan que ascender en la escala jerárquica. “Hay que trabajar el crecimiento horizontal de los docentes. Para que los maestros que no quieren dejar el aula porque esa es su vocación, tengan incentivos para formarse y ganar más responsabilidades dentro de la escuela, ejerciendo otros roles complementarios a su tarea sin tener que ascender a cargos de conducción si no tienen la convicción y las aptitudes de liderazgo para hacerlo”.
Estela Fernández es la presidenta del Consejo de Educación Superior de Gestión Estatal (ente que nuclea a rectorados de 21 Institutos de Formación Docente de la ciudad) y es la rectora del Instituto de Enseñanza Superior Juan B. Justo. La docente opinó que, más allá de que los centros educativos siempre contaron con una buena cantidad de aspirantes, uno de los motivos para que la docencia no sea elegida por un número aún mayor de personas puede ser el bajo nivel de los salarios docentes.
“Sin embargo, la valoración de la docencia como política de Estado debería ponerse de manifiesto, también, en la generación de otras condiciones materiales y simbólicas que hoy se encuentran vacantes. Es imprescindible que el mismo Ministerio de Educación conozca, respete, valore y reconozca las potencialidades y fortalezas de toda la comunidad docente. Es necesario también conocer en profundidad las problemáticas que nos aquejan. Pero todos los claustros de nuestros institutos se encuentran fuertemente comprometidos con el deseo de mejora y enriquecimiento de la formación”, concluyó Fernández.
M. narodowski exmin. de educación porteño “No es cierto que no hay evaluación a los docentes; justamente, el problema es que hay una evaluación completamente perversa para la que da lo mismo trabajar bien o no. Y esto es así en todo el país”
Marcela Voulgaris directora de la escuela n° 4 “Muchos terminan con un sobresaliente cuando no trabajaron para ser calificados así”
i. sanguinetti exsubsec. de rr.hh. de la dge “¿La carrera del docente es la que ubica al buen maestro de aula en una oficina? ¿No sería mejor conservar al docente de buen desempeño más tiempo en el aula?”