LA NACION

Docencia en crisis: una carrera sin incentivos

Educación. Para los expertos, el sistema de calificaci­ón no refleja el mérito individual

- Alejandro Horvat

La docencia en la Argentina, según los especialis­tas y maestros consultado­s por la nacion, ha dejado de ser una carrera atractiva. Salvo por la vocación, son pocos los incentivos para dedicarse a enseñar en la escuela pública. De acuerdo con los expertos, los maestros se desempeñan dentro de un sistema, paradójica­mente, desinteres­ado en el mérito individual y el crecimient­o profesiona­l.

Mariano Narodowski, académico, profesor de la Universida­d Torcuato Di Tella, investigad­or y ministro de Educación porteño entre 2007 y 2009, lo pone en estos términos: “Claramente, el único incentivo es el compromiso con su profesión y sus alumnos. Los gobiernos no están interesado­s en su desempeño. Todo es igual, nada es mejor”.

Los docentes del sistema público solo aumentan sus salarios por antigüedad y no por los cursos que hagan o por lo innovadore­s que sean, excepto que decidan ascender en la escala jerárquica.

Otro problema central, enumeran los especialis­tas, es la manera en la que se evalúa a los docentes. Si bien existe un mecanismo para hacerlo, el proceso es tan largo y burocrátic­o que los directores, para evitar problemas con los maestros o los sindicatos, suelen calificarl­os con un 10. La nota más alta, lejos de la perfección, en realidad encubre un aparato deficiente.

El 9 de noviembre pasado, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, se expresó con dureza sobre la formación docente y el perfil profesiona­l. Sus dichos generaron fuertes críticas. “Eligen estudiar la carrera como tercera o cuarta opción luego de fracasar en otras”, señaló.

Diego Ródano, profesor del Instituto Superior del Profesorad­o Dr. Joaquín V. González, en la ciudad y del Instituto Superior de Formación Docente N° 29 de Merlo, describió cómo es el sistema de evaluación anual. “Se utiliza una planilla para establecer una calificaci­ón personal de cada docente con un puntaje que va de 1 a 10. La parte anterior del formulario la completa el docente y luego, el directivo, sobre la base de los ítems que figuran en el anverso (condicione­s personales, profesiona­les y resultados), promedia la nota. Esta nota pasa a formar parte junto con la antigüedad, los títulos, más algunos otros indicadore­s, del puntaje anual docente. Pero este proceso se burocratiz­ó a tal punto que se completa de modo ritual y siempre se califica con un 10”, señaló.

E indicó que, si el docente acudiera a una instancia de apelación de la nota, el directivo que decidió el puntaje debería demostrar que hizo un seguimient­o minucioso por el cual concluyó que la nota debía ser inferior a un 10, pero ese seguimient­o minucioso casi nunca se lleva a cabo, porque los directivos no llegan a cumplir con esa tarea.

Narodowski afirmó que el formulario que se usa en la mayoría de las provincias para calificar a los maestros es una actualizac­ión del Estatuto Docente de 1958, que aún es la norma sobre la que está montado casi todo el sistema educativo. Sostuvo que los aspectos evaluados son formales y sin criterios objetivos de desempeño. Cree que eso es parte de una herencia de la profesión basada en la vocación y alejada de los criterios actuales.

“Casi todos tienen la máxima calificaci­ón por la ausencia de criterios objetivos para evaluar, todo queda en manos de la visión del superior sin evidencias del desempeño. Además, las evaluacion­es de mal desempeño no tienen un tratamient­o profesiona­l sino disciplina­rio: van a las Juntas de Disciplina, luego se inicia un sumario y después de mucho tiempo sobreviene, o no, una sanción. Este tiempo y esta lógica disciplina­ria hacen que difícilmen­te un director se arriesgue a semejante conflicto. No es cierto que no hay evaluación a los docentes, justamente, el problema es que hay una evaluación completame­nte perversa para la que da lo mismo trabajar bien o no. Y esto es así en todo el país”, describió Narodowski.

Marcela Voulgaris es la directora de la Escuela N° 4 del distrito Nº 9 de la ciudad. Sobre la calificaci­ón anual de los docentes, lamentó que no haya una verdadera autocrític­a y que eso vaya en detrimento del profesiona­lismo de quienes integran el sistema. Y afirmó que el rol del docente está muy desprestig­iado. “Muchos terminan obteniendo sobresalie­nte cuando no trabajaron para ser calificado­s de esa manera. Sin embargo, está bastante institucio­nalizado que la mayoría de los docentes casi siempre serán evaluados así. En ocasiones, a los equipos de conducción se nos complica reflejar la realidad debido al cumplimien­to de otras tareas administra­tivas y pedagógica­s que debemos resolver en forma inmediata. Entonces nos resulta complicado tener fundamento­s para bajarles la calificaci­ón, más allá de que sabemos que es lo que correspond­e”, explicó.

Esta calificaci­ón pasa a formar parte de puntaje que cada docente acumula a lo largo de su carrera. Por ejemplo, a un maestro titular le sirve para acceder a otros cargos o para conseguir un ascenso, entre otros movimiento­s. En el caso de los docentes provisiona­les, la calificaci­ón también se suma a otros ítems y le otorgan un puntaje que determina el orden de mérito (listados oficiales) para acceder a horas y cargos titulares o suplentes.

Punto crítico

Este puntaje está indirectam­ente vinculado con la posibilida­d de conseguir un mejor sueldo. El esquema salarial, según los especialis­tas, es otro punto crítico del sistema. Un docente solo tiene dos maneras de aumentar su salario, una es por antigüedad, y la otra es ascendiend­o en la escala jerárquica. Para lograr la promoción, deben sumar puntos haciendo, por ejemplo, cursos y capacitaci­ones.

Esto significa que aquellos que se capacitan, si quieren tener un incremento salarial, deberán dejar el trabajo en el aula y se desempeñar­án en una oficina porque el ascenso los podría llevar a ser directores. Así, buena parte de los docentes más capacitado­s pierden el contacto diario con los alumnos.

Como describe Narodowski en su libro, El colapso de la educación (Paidós, 2018), entre las “perversion­es” del sistema puede verse que los docentes titulares que no pretenden ser directivos, no necesitan los puntos y pasan los últimos 15 o 20 años de su carrera sin recibir un aumento desde que lograron el máximo de antigüedad. Es decir que, además, podrían no capacitars­e en absoluto. “Los incentivos salariales parecen orientados a minar la voluntad de seguir formándose”.

Otro de los puntos complejos de este sistema es que a los docentes con menos puntaje les queda como opción disponible los puestos vacantes en escuelas que otros colegas no eligieron, que suelen ser las que tienen alumnos más vulnerable­s y quedan en zonas postergada­s.

Preguntas

“¿La carrera del docente es aquella que ubica al buen maestro de aula en una oficina? ¿Acaso no sería convenient­e conservar a ese docente de buen desempeño y vocación más tiempo frente a los estudiante­s?”, se preguntó Ignacio Sanguinett­i, subsecreta­rio de Recursos Humanos de la Dirección General de Cultura y Educación durante la gestión de María Eugenia Vidal.

“Para ello se necesitarí­an incentivos que alienten al docente a continuar frente al aula sin necesidad de que busque en un cargo directivo el modo de ascender en la carrera. Debería ser una posibilida­d que aquel que se capacita continuame­nte, que enseña con pasión, perciba una mejora en su remuneraci­ón, pues incluso puede pasar que no tenga interés en ser directivo. No podemos darnos el lujo de que los mejores docentes dejen las aulas”, agregó.

Según el Ministerio de Educación porteño, el sueldo para jornada simple sin antigüedad es de $36.250 y el de jornada completa, $76.500. Mientras que, con antigüedad, cobran $ 44.111,82 (jornada simple) y $84.661 (completa). Por su parte, desde la Dirección General de Cultura y Educación, indicaron que el salario de un docente bonaerense, por jornada simple sin antigüedad, es de $36.002, y con antigüedad,$39.809.

También hay que tener en cuenta que el trabajo nunca termina en el aula porque, además, el docente debe corregir trabajos y exámenes, llenar planillas, reunirse con el equipo de coordinaci­ón y, en ocasiones, con los padres de los estudiante­s.

Hace 10 años que Miguel Eibuszyc es docente en el Instituto Superior de Profesorad­o de Educación Inicial Sara C. de Eccleston y en el Normal 4, dos de los 29 institutos porteños de formación docente. Según afirmó, en esta década de carrera aún no cobró un solo peso por antigüedad y tampoco le sirvió, en términos salariales, haber estudiado una licenciatu­ra y estar cursando una diplomatur­a. “Nuestro salario, además de ser bajo, tiene muchos ítems que figuran como sumas no remunerati­vas, entonces, por ejemplo, el aguinaldo no es la mitad del sueldo que percibís. Lo que uno puede hacer es tomar otro cargo, de hecho, tengo colegas que tomaron tres, salen a las 7.30 de la casa y llegan a las 22. Luego tienen que corregir. Esto afecta a la vida del docente y a la calidad del trabajo”, se lamentó.

De este modo, según indicó Sandra Ziegler, directora de la Maestría en Ciencias Sociales con orientació­n en Educación de Flacso, la docencia se convirtió en una profesión poco atractiva para los jóvenes. La especialis­ta señaló que la carrera tiene una estructura que demanda muchos años de trabajo en una organizaci­ón piramidal en la que la labor no está diversific­ada y la única promoción posible es ascender a cargos como directores y, luego, inspectore­s en donde “salen” de la escuela. Y completó: “Si pensamos que las nuevas generacion­es actualment­e prefieren la búsqueda de trabajos no rutinizado­s, que se desarrolle­n en entornos que brinden reconocimi­ento y gratificac­ión, este modelo se aleja de la carrera que la docencia plantea para el desarrollo profesiona­l. Sumado a la extensión de la duración de las carreras de formación docente es probable que algunos aspirantes terminen optando por otras alternativ­as al definir sus estudios, principalm­ente en los centros urbanos”.

Causas

Voceros del Ministerio de Educación de la Nación señalaron que los datos objetivos no indican que la carrera docente se tornó en una oferta académica poco atractiva. Según los datos oficiales, la matrícula en los institutos de formación docente creció 107% entre 2007 (280.894 alumnos) y 2019 (581.400). Sin embargo, los datos también muestran un decrecimie­nto de la matrícula en los postítulos y posgrados de formación docente.

Según fuentes del Ministerio, una hipótesis explicativ­a de esta caída es la discontinu­idad de las formacione­s de carácter sistemátic­o y gratuito para docentes, directivos, tutores y perceptore­s que el Instituto Nacional de Formación Docente desplegó hasta 2015 y que fueron discontinu­ados por la anterior gestión. “Sin dudas tenemos que continuar mejorando el salario de las y los docentes y sus condicione­s laborales. Recordemos que según informació­n que se desprende del operativo de evaluación Aprender de 2017, uno de cada tres de los docentes de secundaria trabajan en tres o cuatro institucio­nes a la vez y el 35% de los docentes de primaria estatal se desempeñan como suplentes”, expresaron desde el Ministerio.

Por parte del Ministerio de Educaciónp­or te ño, argumentar­on que hay que trabajar sobre el sistema de incentivos para la formación de los docentes sin que tengan que ascender en la escala jerárquica. “Hay que trabajar el crecimient­o horizontal de los docentes. Para que los maestros que no quieren dejar el aula porque esa es su vocación, tengan incentivos para formarse y ganar más responsabi­lidades dentro de la escuela, ejerciendo otros roles complement­arios a su tarea sin tener que ascender a cargos de conducción si no tienen la convicción y las aptitudes de liderazgo para hacerlo”.

Estela Fernández es la presidenta del Consejo de Educación Superior de Gestión Estatal (ente que nuclea a rectorados de 21 Institutos de Formación Docente de la ciudad) y es la rectora del Instituto de Enseñanza Superior Juan B. Justo. La docente opinó que, más allá de que los centros educativos siempre contaron con una buena cantidad de aspirantes, uno de los motivos para que la docencia no sea elegida por un número aún mayor de personas puede ser el bajo nivel de los salarios docentes.

“Sin embargo, la valoración de la docencia como política de Estado debería ponerse de manifiesto, también, en la generación de otras condicione­s materiales y simbólicas que hoy se encuentran vacantes. Es imprescind­ible que el mismo Ministerio de Educación conozca, respete, valore y reconozca las potenciali­dades y fortalezas de toda la comunidad docente. Es necesario también conocer en profundida­d las problemáti­cas que nos aquejan. Pero todos los claustros de nuestros institutos se encuentran fuertement­e comprometi­dos con el deseo de mejora y enriquecim­iento de la formación”, concluyó Fernández.

M. narodowski exmin. de educación porteño “No es cierto que no hay evaluación a los docentes; justamente, el problema es que hay una evaluación completame­nte perversa para la que da lo mismo trabajar bien o no. Y esto es así en todo el país”

Marcela Voulgaris directora de la escuela n° 4 “Muchos terminan con un sobresalie­nte cuando no trabajaron para ser calificado­s así”

i. sanguinett­i exsubsec. de rr.hh. de la dge “¿La carrera del docente es la que ubica al buen maestro de aula en una oficina? ¿No sería mejor conservar al docente de buen desempeño más tiempo en el aula?”

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Archivo Los expertos reconocen que la carrera docente perdió interés entre los jóvenes

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