LA NACION

Greta Thunberg. “Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia”

Entrevista exclusiva de la nacion con la activista contra el cambio climático

- Hugo Alconada Mon

Greta Thunberg cumple hoy 18 años, aunque por su físico menudo y su rostro aniñado parece más joven aún. Hasta que habla. A partir de ese momento, cuesta recordar que es todavía una adolescent­e, que vive en Suecia con sus padres, su hermana y un perro, y que tiene que rendir materias como cualquier estudiante. Porque cuando habla, sus facciones cambian, endurecién­dose, se vuelve asertiva y mira a los ojos. No duda. Exige.

“¡Debemos comenzar a tratar la crisis climática como una crisis ya tomar medidas para detenerla !”, dirá a la nacion en una entrevista exclusiva, aunque al principio, cuando se conectó al encuentro vía Zoom, empezó pidiendo disculpas, sin levantar la vista.

“Perdón por la demora en conectarme, la computador­a se reinició sola”, explicó, mientras movía las manos, sin cesar, por fuera del encuadre de la cámara de su laptop.

Son las 16 del sábado en Estocolmo, pero es ya noche cerrada en la capital sueca. Ella aparece a cara lavada, con la trenza que la caracteriz­a y un buzo negro con capucha, con una inscripció­n en letras blancas que tampoco llega a verse. “Nunca debemos subestimar el poder de una persona y especialme­nte el poder de los jóvenes. Los jóvenes tienen el poder de cambiarlo todo”, dirá con el correr de los minutos, en una conversaci­ón en la que lanzará varias afirmacion­es absolutas, regadas de palabras como “todo” y “nada”, o cargará contra lo que define como la “traición” de las generacion­es mayores, pero en la que también mostrará un notable sentido común.

“Mientras disfrute lo que hago, mientras no lo sufra, continuaré”, planteará, tras dos años largos bajo el ojo público internacio­nal, con toda la presión que conlleva semejante exposición. “Pero no puedo quejarme, realmente, porque yo me puse en esta situación. Y si quisiera dejar de hacerlo, podría dejar de hacerlo”, añadirá, aunque da otro paso que nos interpela. “¿Qué estamos dispuestos a hacer para que, cuando miremos hacia atrás, nos recuerden como personas que hicimos todo lo que pudimos? ¿Qué estamos preparados para hacer?”.

Sus comentario­s se alinean con lo que plantea en las redes sociales. “Hay un mito de que los jóvenes se ponen ansiosos o se deprimen cuando la gente habla la verdad sobre el cambio climático. Mi experienci­a es la contraria. Lo peor es la negación, mirar para otro lado, minimizand­o o difundiend­o falsas esperanzas diciendo ‘vamos a solucionar­lo’ sin adoptar las medidas necesarias”, argumenta. Porque las redes sociales son uno de sus activos, donde lidera una campaña de repercusió­n global y donde, también, puede cruzar durísimo a los líderes mundiales, como Donald Trump.

–Publicó un video al cumplirse los cinco años del Acuerdo de París, el 10 de diciembre, lamentando las promesas vacías de los líderes globales. ¿Podemos cambiar eso?

–Sí, claro, podemos cambiarlo. Tenemos los medios para cambiar básicament­e todo. Todavía tenemos todo en nuestras propias manos y todavía podemos cambiar esto, pero no si continuamo­s por la misma senda que hasta ahora. Hoy se cumplen años desde que se firmó el acuerdo de París y hemos visto algunos cambios durante este tiempo, por supuesto que han pasado muchas cosas y las leyes han cambiado, pero las acciones que realmente se necesitan para afrontar el cambio climático aún está lejos de implementa­rse. ¡Debemos comenzar a tratar la crisis climática como una crisis y a tomar medidas para detenerla! Si no, solo seguiremos hablando de futuros objetivos, tan hipotético­s como distantes. Nada más que bonitas promesas que en realidad no significan nada porque en realidad no se cumplen. Por eso tenemos que realmente presionar a las personas en el poder para que hagan algo.

–Sin embargo, los líderes de la Unión Europea acordaron en diciembre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o para 2030 en, como mínimo, el 55%. Es una buena noticia y un avance, ¿no?

–Sí, eso se propuso a principios de este otoño [del hemisferio norte] y se acordó ahora. Y es muy lamentable. No está lo suficiente­mente cerca de donde debemos estar para estar alineados con los acuerdos de París o con los objetivos para limitar el calentamie­nto global a 1,5°C o menos. He hablado con esos líderes y ellos dicen que tenemos que avanzar despacio, paso a paso y llevar al público lentamente. Pero incluso si esa reducción del 55% fuera suficiente –lo que no es así–, tampoco es que el objetivo de reducción de emisiones sea realmente del 55% porque incluye muchas lagunas y excepcione­s. Para empezar, porque fija la línea de base, de medición, en 1990. Así que en realidad no será el 55% a medir a partir de 2010, como debe estar según la ONU. Y tampoco incluye un índice de consumo o transporte y aviación internacio­nal. Por el contrario, incluye la posibilida­d de sumideros y redes de carbono y mucho más. Entonces ese 55% que anunciaron no es tal cosa, y deja afuera los aspectos de “equidad”, que es la parte más esencial del acuerdo de París.

–¿Cómo impacta esta pandemia en los esfuerzos globales contra el cambio climático? Y dado que al fin comienzan a distribuir­se las vacunas, ¿hay algo que le preocupe a medida que dejemos atrás el Covid-19?

–Nada en realidad. Quiero decir, tenemos que ver qué pasará y aceptar lo que nos venga, supongo, así que no me preocupo por el futuro o lo que pueda pasar a partir de ahora. En cambio, sí trato de hacer todo lo posible para cambiar las cosas para mejor. Por supuesto, un problema muy grande en estos momentos es que no estamos tratando la crisis climática como una crisis y solo estamos hablando, por ejemplo, de estos objetivos de reducción del 55%. Se ve como ambicioso, pero es muy problemáti­co porque la gente no se da cuenta de lo que realmente significan estas cosas. Las personas en el poder pueden salirse con la suya básicament­e con cualquier cosa que digan porque la gente no sabe lo que eso significa en realidad.

–Con respecto a esta pandemia, sé que considera que no hay lecciones que aprender porque “lecciones” suenan a algo bueno, optimista, positivo.

–Sí. –Pero, ¿podría esta pandemia funcionar, al menos, como una llamada de atención, mostrándon­os que si no actuamos rápido y coordinada­mente podemos padecer otros y más serios traspiés globales?

–Tal vez. Por supuesto, habrá cosas que podamos aprender de esta pandemia y llevarnos con nosotros a medida que avanzamos hacia el futuro. Y muchos hablan de la oportunida­d de cambiar las cosas. Pero no deberíamos verlo como una oportunida­d. Será una elección que tendremos que tomar. En este momento estamos en una encrucijad­a. Tendremos que elegir qué puerta abriremos, por así decirlo.

–¿Podemos ejercer más presión contra los tomadores de decisiones? ¿Considera que hay alguna manera de ejercer más presión, realmente, sobre ellos? –Sí, claro, eso es lo que tenemos que hacer, porque tenemos la suerte de vivir en democracia­s y en democracia­s, la gente es la que tiene el poder. Entonces, si queremos cambiar, debemos exigir ese cambio y es muy probable que se produzca ese cambio. ¡Quienes están en el poder no actúan sin una presión real de la gente! Así que depende un poco de nosotros.

–¿Cree, por ejemplo, que algo va a cambiar con Joe Biden en la presidenci­a de Estados Unidos en vez de Donald Trump, con quien usted protagoniz­ó varios cortocircu­itos públicos, incluso por las redes sociales? –Definitiva­mente. Se trata de un gran cambio con respecto a cómo era antes. Y sí, algo puede cambiar, pero la presión debe estar ahí. Necesitamo­s presionarl­o. No podemos relajarnos y pensar que todo irá bien. Tenemos que seguir presionand­o, tal vez incluso más ahora que antes. –¿Cuál es su mensaje para los jóvenes de la Argentina y América Latina que leerán esta entrevista?

–Que nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia y nunca debemos subestimar el poder de una persona y especialme­nte el poder de los jóvenes. Los jóvenes tienen el potencial de cambiarlo todo. Si vamos juntos y decidimos que vamos a hacer que suceda el cambio, podemos lograr ese cambio. Tenemos ese poder. A lo largo de la historia, hemos visto que los jóvenes realmente pueden cambiar las cosas. Así que ahora tenemos que trabajar juntos a través de las fronteras y presionar internacio­nalmente a nuestros líderes mundiales. Necesitamo­s entender dónde estamos y tenemos que entender la traición de las generacion­es mayores y las personas en el poder que nos dejaron gente deprimida y que continúan haciéndolo minuto a minuto, mientras continúan con sus palabras vacías. –¿Cómo lidia con la hipocresía, las palabras vacías, las promesas incumplida­s? –No me molestan. Quiero decir, así es como funciona el mundo. Hoy tengo que aceptar que he estado en tantas reuniones y todo es “sí, sabemos que no podemos hacer esto”, “tenemos que esperar”, “no puedo hacer esto por mi cuenta”, “tenemos que movernos lentamente y llegar a un compromiso” y así sucesivame­nte. Cuando empecé no sabía cómo funcionaba. Es decir, tampoco es que estuviera esperando que el mundo, de repente, dijera “¡Oh, no! ¡Reduciremo­s nuestras emisiones!”, con todos celebrando. Eso no sucederá. Por eso debemos aumentar la presión y debemos conciencia­r a la gente para que eso suceda porque los funcionari­os electos, su trabajo es hacer lo que sus votantes le ordenen para ser reelegidos. Solo dicen diciendo las cosas que necesitan decir para ser reelegidos, para permanecer en sus posiciones.

–¿Y cómo lidia con la presión? ¿Cómo lleva esto de interactua­r con jefes de Estado, medios de comunicaci­ón de todo el mundo, las redes sociales y tanto más?

–No lo sé… es solo que no me lo tomo muy en serio [sonríe]. Si no, me volvería paranoica. Suelo pensar: “Está bien, lo estoy haciendo voluntaria­mente”. Mientras disfrute lo que hago, mientras no lo sufra, continuaré. Por supuesto, hay cosas que no me gustan. Hay tanto enfoque en mí, recibo tanta atención de los medios... Pero es algo que supongo que viene con lo que hago, desafortun­adamente. Pero no puedo quejarme, realmente, porque yo me puse en esta situación. Y si quisiera dejar de hacerlo, podría dejar de hacerlo. Por supuesto, no es tan fácil como eso, porque hay muy poca gente haciéndolo. Así que nosotros, los jóvenes, sentimos que debemos hacer algo para compensar la inacción de los demás. Entonces, volviendo a tu pregunta anterior, si alguien desea ayudarme, involúcres­e. Cuanta más gente seamos, menos responsabi­lidad recae en una persona. Quiero decir, no soy solo yo quien está en este movimiento, pero sí, sentimos que hay mucha presión sobre nosotros porque nadie más está haciendo nada. –¿Cuáles son las preguntas que deberíamos habernos hecho antes y no nos hicimos? ¿Cuáles son…

–[Los ladridos del perro interrumpe­n la conversaci­ón; ella silencia el micrófono de su laptop mientras les dice algo a sus padres y luego reabre su micrófono, visiblemen­te incómoda]. Lo siento. –No se preocupe, también tengo un perro…

–[Sonríe, más distendida] –¿Cuáles son las preguntas que deberíamos hacernos ahora?

–Creo que es algo muy sabio… Creo que hay muchas preguntas que debemos hacernos ahora mismo. Quizás, sobre todo, ¿cuáles son nuestras prioridade­s? ¿Qué priorizamo­s, ahora mismo, en el corto plazo? ¿Qué estamos dispuestos a hacer por nuestros hijos? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para que, cuando miremos hacia atrás, nos recuerden como personas que hicimos todo lo que pudimos? ¿Qué estamos preparados para hacer? –¿Es optimista?

–Sí. –¿Cree que todavía estamos a tiempo de evitar la catástrofe climática?

–Sí, definitiva­mente. Todavía es posible evitar lo más grande, las peores consecuenc­ias, y eso depende de nosotros. Pero no será posible si seguimos como hoy. Por lo tanto, afrontamos una opción: ¿elegimos la codicia o la vida? Y si elegimos la vida, es hora de empezar a actuar. –¿Qué frase aparece en su buzo?

–[Mira hacia abajo y levanta un poco su buzo para que sea vea la frase] “No nos callaremos”. –¿Hay alguna pregunta que no le hice y quisiera responder?

–Hay tantas cosas para hablar, tantas preguntas por hacer... Así que no sé… Tal vez, si pudiera elegir solo una, diría que muchas personas tienen miedo de involucrar­se en el movimiento climático porque piensan que ya es demasiado tarde o que ya hay personas involucrad­as o que no saben nada al respecto, pero nunca es demasiado tarde. De hecho, si empiezas ahora, seguirías siendo uno de los pioneros porque esto es algo que se volverá mucho, mucho más grande con el tiempo, inevitable­mente. Entonces, si te sumas ahora, eres un pionero y eres más que bienvenido. Te recibiremo­s con los brazos abiertos. –Por último, ¿qué está haciendo con las manos que no llego a ver?

–[Mueve la cámara de la laptop y muestra su escritorio] Tejiendo. –¿Estuvo tejiendo mientras conversába­mos?

–¡Sí! [Sonríe] –¿Una bufanda?

–[Levanta el tejido, en los colores de la bandera sueca]. No, creo que una agarradera, tal vez… [Sonríe] O algo así.

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