Cómo se convirtió Israel en líder global en la vacunación
Ya se le aplicó la primera dosis a más del 12% de la población, el triple del país que le sigue
JERUSALÉN.– Más del 12% de la población de Israel ya recibió la primera dosis de una vacuna contra el coronavirus, un promedio que supera holgadamente al resto del mundo y que ayuda a sacar a flote la maltrecha imagen pública del primer ministro Benjamin Netanyahu en esta coyuntura crítica.
En Israel, la campaña arrancó el 20 de diciembre y ya lleva vacunado a un porcentaje de la población que triplica el de la segunda nación más veloz, el diminuto reino de Bahrein, en el Golfo Pérsico, según datos recopilados por la organización de estadísticas Our World in Data con base en cifras oficiales de los gobiernos locales.
En contraste, menos del 1% de la población de Estados Unidos y una ínfima fracción de la población de muchos países europeos recibieron la primera dosis de la vacuna antes del final de 2020, según datos de la misma agencia, aunque China, Estados Unidos y Gran Bretaña han distribuido una mayor cantidad neta de dosis entre su población.
“Es algo bastante asombroso”, dice Ran Balicer, que lidera el comité de expertos del gobierno israelí sobre la respuesta a la pandemia.
El sistema de salud de Israel está altamente digitalizado y tiene una base comunitaria: todos los ciudadanos están obligados por la ley a registrarse en una de las cuatro Organizaciones de Mantenimiento de la Salud (HMO) que tiene el país. Por otro lado, Israel tiene un gobierno muy centralizado. Según los expertos sanitaristas de Israel, esos dos factores resultaron ser de gran utilidad para la implementación de un programa nacional de vacunación.
Con una población de 9 millones de personas, el tamaño relativamente pequeño de Israel también ha contribuido, dice el profesor Balicer, que también es jefe del departamento de innovación de Clalit, la más grande HMO del país.
Finalmente, una agresiva puja para abastecerse de vacunas terminó de completar el cuadro.
El ministro de Salud israelí, Yuli Edelstein, dijo esta semana en una entrevista que habían “madrugado” para entrar en negociaciones con los laboratorios, y que las empresas estaban interesadas en ser proveedoras de Israel por la excelente reputación de eficiencia y recolección de datos de las HMO israelíes. “Vamos primeros gracias a que empezamos a prepararnos primero”, agregó.
En octubre, los conflictos políticos internos, los lineamientos confusos y contradictorios, y la falta de confianza de la sociedad en el gobierno habían dejado a Israel al borde del colapso, mientras el país lidiaba con un imparable aumento de casos y muertes por Covid-19 que, en relación con su población, dejaba a Israel entre los peores del mundo.
Si bien las restricciones impuestas a partir de octubre redujeron el número de casos nuevos, en las últimas semanas Israel ha experimentado una nueva escalada, con más de 5000 casos diarios: el país debió retroceder aún más, a una tercera cuarentena con confinamiento, aunque parcial. Desde que empezó la pandemia, en Israel se registraron 420.000 casos de coronavirus, y 3325 israelíes han muerto a causa de la enfermedad.
Las autoridades no hicieron público el número exacto de dosis de la vacuna que recibieron hasta el momento, ni cuánto pagaron por ellas, y argumentan que el acuerdo es confidencial. Pero si resulta ser que Israel pagó más caro que otros países, dice Edelstein, el costo igual valdría la pena, incluso si permite reabrir la economía apenas una semana antes.
Misión personal
Netanyahu –que está procesado por sobornos, fraude y abuso de confianza– convirtió la campaña de vacunación en una especie de misión personal, al atribuirse el crédito por la firma de los acuerdos que le garantizan millones de dosis de las vacunas de Pfizer, Moderna y otros laboratorios.
En marzo, Israel concurrirá a las urnas por cuarta vez en dos años, y la perspectiva de una veloz recuperación de la crisis sanitaria y económica que trajo la pandemia es una pieza clave para la supervivencia política de Netanyahu.
Dejando de lado los móviles políticos, el primer ministro está cosechando elogios incluso entre sus históricos detractores y después de haber sido culpado durante todo 2020 de un pésimo manejo de la pandemia.
“No se puede culpar todo el tiempo a Netanyahu de todos los males de Israel y después ignorar su aporte cuando las cosas salen bien”, escribió esta semana Gideon Levy, columnista del diario de izquierda Haaretz.
El 19 de diciembre, Netanyahu se convirtió en el primer israelí en ser inoculado contra el Covid-19, diciendo que lo hacía para dar el ejemplo. El martes, pasó de improviso por un centro de vacunación de Jerusalén para felicitar al vacunado número 500.000.
El jueves visitó un centro de vacunación en la ciudad de Tira, en el centro de Israel, para alentar una mayor adhesión a la vacuna entre la minoría árabe del país. Y anteayer estuvo presente cuando se vacunó al número 1.000.000.
La comunidad judía ultraortodoxa de Israel, particularmente golpeada por la pandemia, también era vista como un grupo que podría resistirse a ser vacunado. Pero esos temores iniciales ahora parecen disipados. Después de una consulta con el profesor Balicer, el rabino Yitzchok Zilberstein, una de las mayores autoridades ultraortodoxas en ley judía, emitió un fallo público en el que dijo que cualquier riesgo que entrañe la vacuna es insignificante en comparación con el peligro que representa el virus.