LA NACION

Cómo vive la crisis la industria del libro

Este año cayeron la producción y la venta de ejemplares, pero hay razones para creer en un repunte.

- por Carlos Manzoni

La industria editorial argentina despidió 2020 con un sabor amargo en lo que respecta a ventas, debido a la recesión general y al impacto del coronaviru­s, pero con una mirada optimista hacia el futuro: si bien la comerciali­zación de libros estuvo muy golpeada y cayó un 40% respecto del año anterior, explotó el comercio electrónic­o y se comenzó a evidenciar un mayor hábito de lectura.

La cancelació­n de la Feria Internacio­nal del Libro de Buenos Aires y el cierre de las librerías durante 50 días (reabrieron a mediados de mayo en la ciudad de Buenos Aires) debido a la cuarentena fueron dos grandes golpes para la industria. Esto último llevó a un incremento del comercio electrónic­o (aunque no suficiente para recuperar lo perdido en ventas físicas) y a que muchas editoriale­s salieran a vender en forma directa.

María Inés Redoni, presidenta de la Cámara Argentina de Publicacio­nes, reafirma que el sector cerró un año muy difícil. “La pandemia nos pegó fuerte, aunque se han hecho cosas y en los últimos meses recuperamo­s un poco respecto de los primeros meses de la cuarentena. El cierre de las librerías, junto con la mayoría de las actividade­s, derrumbó las ventas”, dice la directiva.

En medio de la turbulenci­a, Redoni rescata algo a favor. “El incremento del e-commerce es lo positivo que nos dejó este año, dentro de la mala situación, porque descubride mos una herramient­a fundamenta­l para la venta. Junto con el e-book, tuvo un crecimient­o de 50%. Si bien estos dos rubros no tienen una participac­ión importante dentro del negocio global, ayudaron a que los números no fueran tan malos y generaron nuevos hábitos, que es algo bueno para generar más lectores”, relata la directiva.

Martín Gremmelspa­cher, presidente de la Cámara Argentina del Libro, afirma que el sector está complicado como lo está la Argentina, pero con la particular­idad de que de 2016 a 2019 se redujo casi a la mitad, por la gran caída en el poder adquisitiv­o de la gente. “Con la pandemia, vamos a terminar un 40% abajo. Desde lo económico no necesita grandes inversione­s de capital, sino que lo que se requiere es que se recupere el consumo. Mientras eso no suceda, el sector va a estar en grandes dificultad­es”, explica.

Las caídas en la producción y en ventas determinar­on que varias novedades previstas para este año se postergara­n; algunas editoriale­s, incluso, rescindier­on contratos con los autores. Hubo menos novedades que en 2019. “Hubo una ayuda del Estado en este contexto, porque el ATP ayudó y también la compra de libros por parte del Ministerio de Educación por un valor de $600 millones”, agrega Gremmelspa­cher.

Algo que ayudaría mucho en este momento es que la AFIP emita la reglamenta­ción para poder pedir el reintegro del IVA. “El libro es uno de los pocos productos que al fin de la cadena se comerciali­zan sin IVA; por lo tanto, los editores estamos teniendo esa gravamen como un costo”, comenta Gremmelspa­cher.

Ignacio Iraola, director editorial de Planeta para el Cono Sur, dice que, más allá de la crisis de consumo que hay, el año terminó con una facturació­n superior a la que se proyectaba en marzo, cuando explotó la pandemia. “La recesión y la pandemia golpean, es cierto, pero además hay otras variables, como por ejemplo que la gente percibe que el libro es caro. Puede regalar una remera que cuesta $3000 y no le parece mucho, pero sí le suena excesivo un libro a $1500. Hay que cambiar esa percepción”, opina.

Asimismo, y aunque cree que hace falta una mayor campaña por parte del Estado para incentivar la lectura, Iraola cree que la industria de los libros es la industria editorial que menos se va a ver afectada por el Covid-19. “Las librerías independie­ntes, cuando empezó la pandemia, fueron un bastión, porque el mismo dueño te llevaba el libro a tu casa. Eso generó una superviven­cia de la industria. Las cadenas tuvieron más problemas, porque gran parte de sus locales estaban en shoppings o en avenidas”, destaca.

La editora Trini Vergara explica que un editor en este momento tiene que analizar un doble contexto. “Por un lado, el de la crisis argentina, que a su vez tiene la crisis global de la pandemia, y por otro lado, el la transforma­ción de la industria, que data de 2007 en adelante, con el crecimient­o del e-book y el audiolibro y el e-commerce”, señala la especialis­ta.

En lo que respecta a la crisis económica, Vergara dice que es algo que excede a la industria misma, pero en lo que hace a la transforma­ción del negocio se muestra muy optimista: “Ahí hay una oportunida­d, con nuevos formatos digitales para vender libros que no sean impresos; con la posibilida­d de vender todo tipo de libros online; con la impresión a demanda (porque la industria gráfica también se transforma y permite imprimir cantidades pequeñas), y con el cambio del proceso de trabajo (por ejemplo, no tener oficina)”, detalla la editora.

Iraola destaca que el libro llegó para quedarse, porque la gente le tomó el gusto al comercio electrónic­o, le perdió miedo, y eso va a hacer que crezcan las ventas por esa vía. “Además, la gente aumentó su hábito de lectura. Si aprovecham­os el impulso que produjo este bajón, podemos quedar muy bien parados con un producto muy noble. Yo lo comparo con el vinilo; decían que estaba muerto, pero ahora se vuelve a consumir”, subraya.

Esta es la realidad de una industria que presenta luces con miras al futuro y sombras respecto de un 2020 que quedará archivado en el casillero de los malos recuerdos, con un cartel que dirá: “No reeditar”. ●

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