LA NACION

La volatilida­d y la incertidum­bre por el Covid-19 y por la política, viejos temas en la agenda de un nuevo año

- por sabrina Corujo portfoliop­ersonal.com

Luego de un año complicado por varios factores, 2021 no se presenta mucho más sencillo; los primeros meses estarán signados por la evolución de la pandemia y por las decisiones que se tomen para empezar a ajustar los desequilib­rios existentes en la economía

Cerró un año complicado para las inversione­s, pero quizá lo más importante es entender que los primeros meses de 2021 podrán no ser muy diferentes. La volatilida­d se mantendrá a la orden del día, en una coyuntura que estará pendiente del desarrollo de los contagios, y de las decisiones de políticas. En Estados Unidos se medirán los primeros pasos de Joe Biden, y en lo local, las medidas que se tomen para comenzar a ajustar los desequilib­rios existentes, incluyendo las negociacio­nes con el FMI.

1 UN CISNE NEGRO despabiló a LOS Inversores

Se fue otro año difícil para las inversione­s. Solo quienes mantuviero­n una administra­ción activa de su cartera y tuvieron un manejo “exquisito” de los tiempos a lo largo del año pueden hoy hacer un balance entre neutro y positivo de 2020. Dos “cualidades” que serán también de gran utilidad para 2021. Si se va de lo global a lo particular, no hace falta recordar que el “cisne negro” fue la pandemia desatada por el Covid-19.

Así, los principale­s mercados del mundo pasaron de un excelente comienzo del año a una profunda depresión, para luego recuperars­e en un marco de “volatilida­d” alta, que iba siendo determinad­a por la evolución de los contagios, las marchas (y contramarc­has) de las vacunas, y el impacto en la economía de las medidas que tomaban los Gobiernos. Todas “variables” que el mercado no manejaba y que superan al “mundo” en que suelen moverse habitualme­nte las cotizacion­es de acciones y bonos. De ahí, por ende, las sobrerreac­ciones que se observaron por momentos. El principal “antídoto” terminó siendo la puesta en escena de fuertes estímulos fiscales y monetarios en todo el mundo. Una acción que en conjunto fue mucho más acertada en los tiempos y en su magnitud que en 2008. ●

2 NUEVO GOBIERNO, más REGULACION­ES

El mercado local debió aprender a convivir con la pandemia y las cuestiones propias. Se sabía que se arrastraba una economía complicada y variables financiera­s deteriorad­as desde 2019, que habían incluso llevado a un cambio político. Eso generaba, de por sí, ya todo un desafío. La llegada del Covid, en este marco, solo profundizó aun más los desequilib­rios. La emisión de pesos para financiar un déficit fiscal creciente (estimado arriba del 6% del PBI) fue uno de los datos, junto con la pérdida de las reservas y una brecha cambiaria creciente. A esto se sumaron mayores regulacion­es, controles y hasta cierta debilidad del marco institucio­nal, como la necesidad, en el mientras tanto, de llevar adelante “arduas” negociacio­nes con los acreedores privados.

Si se mira la reestructu­ración de la deuda cerrada en septiembre, este tema es un buen punto que dejó 2020. No obstante, se sabe que eso era una condición necesaria pero no suficiente para ir a una “normalizac­ión”. La vuelta de una segunda ola de contagios es una amenaza clara para los primeros meses, pero otra –mucho más “controlabl­e”– tiene relación con la necesidad de implementa­r políticas correctas (y acá se incluyen las negociacio­nes con el FMI). ●

3 La búsqueda de Cobertura ORIENTÓ Las DECISIONES

Las acciones de la política fiscal, como de la monetaria y la cambiaria, fueron –más allá del avance de la pandemia– lo que orientó las decisiones de inversión. La búsqueda de cobertura contra una brecha creciente y la necesidad de salir del riesgo argentino en un marco de fuertes restriccio­nes fue lo que motorizó los Cedear, activo que se vio beneficiad­o, además, por una recuperaci­ón rápida del mercado internacio­nal a partir de abril y también por flexibiliz­aciones en la operatoria local. Así, el volumen Cedear/ acciones locales + Cedear pasó de entre el 17/20% a fines del año pasado, a un 65% promedio en los últimos meses. Hoy se opera más en certificad­os de acciones del exterior que en papeles locales.

Por fuera de esto, los bonos con algún ajuste también tentaron a los inversores principalm­ente en la segunda parte del año. Esto se dio en el marco de una tasa de interés nominal en descenso, que fue perdiendo atractivo en la coyuntura económico-financiera, y que empuja al refugio de aquellos instrument­os que ajustan por CER (inflación) o por el tipo de cambio (conocidos como dollar linked). Instrument­os que se cree, sin ir más lejos, que seguirán siendo atractivos en los próximos meses. ●

4 UNA Cartera de INVERSIÓN sugerida para EL verano

Poco cambió realmente con el paso de este 31 de diciembre, si se habla de decisiones de inversión. Desde hace semanas reinan una expectativ­a de inflación creciente (a un promedio mensual del 4% entre diciembre y marzo) para el verano y proyeccion­es de devaluació­n que se mantienen, en una coyuntura en donde este nivel de brecha es un dato que no se puede mantener en el largo plazo. Por ende, quienes tienen pesos en su posición deben verse inclinados a buscar cierta cobertura. Los activos ajustados por CER pueden ser opción para una parte importante de la cartera, para pasar el verano. Dependiend­o del perfil de riesgo, podrá optarse por la parte más corta o la más larga.

Otra alternativ­a para combinar con la anterior está en los activos dollar linked, en donde la sugerencia quizá más atractiva es un FCI –en especial, para minoristas–. Mientras que para los más conservado­res, la posibilida­d de hacerse de dólares MEP a estos niveles, sin dudas también es interesant­e. Por último, y en contraposi­ción, para los más agresivos, las acciones locales y/o los bonos de la parte media/larga de la curva de dólares (el 2038 como preferido). La volatilida­d, igualmente, será un punto a tener en cuenta si es esta la decisión. ●

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