LA NACION

Qué son las externalid­ades y qué impacto tienen en la vida diaria

- POR Santiago Bulat

1 Externalid­ades. Las decisiones de consumo, producción e inversión que toman los individuos, los hogares y las empresas suelen afectar a terceros que no participan directamen­te en las transaccio­nes. A veces, esos efectos indirectos son minúsculos, pero cuando son grandes pueden resultar problemáti­cos; eso es lo que en economía se denomina “externalid­ades”. Su existencia es uno de los motivos por los cuales se implementa­n políticas públicas, porque se busca corregir los efectos. La mayoría de las consecuenc­ias indirectas repercuten en las oportunida­des de consumo y producción de terceros, pero el precio del producto no refleja esas externalid­ades. Por ende, las rentabilid­ades y los costos privados son diferentes de los que asume la sociedad en su conjunto.

2 Categorías. Es posible encuadrar las externalid­ades negativas y positivas. En las negativas no se asumen todos los costes de un efecto perjudicia­l. Por ejemplo, si un contaminad­or toma decisiones basadas solo en el costo y en la oportunida­d de las ganancias directas de su producción, sin tener en cuenta los costos indirectos que recaen en las víctimas de la contaminac­ión. Estos costos indirectos que no recaen sobre el productor ni sobre el usuario particular incluyen el deterioro de la calidad de vida de la población en general, haciendo que el costo social sea superior al costo privado. Las externalid­ades positivas hacen referencia a las decisiones de consumo, producción o inversión que tienen un efecto indirecto favorable para la sociedad. Por ejemplo, las actividade­s de investigac­ión y desarrollo están ampliament­e considerad­as como generadora­s de efectos positivos que trasciende­n al productor. La razón es que la investigac­ión y el desarrollo enriquecen el conocimien­to general, lo que contribuye a otros descubrimi­entos y avances. Sin embargo, la rentabilid­ad percibida por una empresa que vende productos basados en sus propias actividade­s de investigac­ión y desarrollo no suele reflejar la rentabilid­ad percibida por sus beneficiar­ios indirectos.

3 Falla de mercado. Si existen diferencia­s entre los costos privados y sociales, o entre la rentabilid­ad privada y la social, el principal problema es que los resultados de mercado quizá no estén siendo eficientes. Para promover el bienestar de todos los miembros de la sociedad es necesario obtener un máximo de rentabilid­ad social y reducir los costos sociales al mínimo. Y a menos que los hogares y las empresas que toman las decisiones de compra y producción internalic­en todos los costos y los beneficios, los resultados de mercado pueden conducir a situacione­s de consumo y producción que sean ineficient­es, considerad­as como fallas de mercado.

4 Bienes públicos. Los bienes públicos son un caso especial de externalid­ad, que se someten a dos principios básicos: la imposibili­dad de exclusión (quien produce o mantiene un bien público no puede impedir que otros se beneficien de él) y el concepto de no rivalidad (el consumo que hace uno no reduce la oportunida­d de consumo de otros).

5 Solución. A partir de estas complicaci­ones, a lo largo de la historia se han promulgado diferentes soluciones para resolver las externalid­ades. La primera fue la de la intervenci­ón estatal a través de impuestos a las actividade­s que generaran efectos negativos indirectos sobre la población, la segunda fue una libre negociació­n contractua­l entre las partes involucrad­as, donde los derechos de propiedad debían estar bien definidos (lo que nunca pudo definirse con los bienes públicos). De todas maneras, aunque hay margen para soluciones correctiva­s basadas en el mercado, a menudo los países han recurrido a la intervenci­ón estatal, a través de alientos o desaliento­s tributario­s para asegurar que los costos y los beneficios queden plenamente internaliz­ados.

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