LA NACION

“Canelo” Álvarez: un combate extraño y una imposición internacio­nal

- Osvaldo Principi

Cada vez que se llevan a cabo las peleas del cuádruple campeón mundial mexicano Saúl “Canelo” Álvarez se convierten en editoriale­s, casi obligados, de la prensa pugilístic­a internacio­nal. Y hoy no habrá excepcione­s al respecto.

“Canelo”, de 30 años y un récord admirable de 54 victorias (36 KO), una derrota con Floyd Mayweather y dos empates, embolsará más de 20 millones de dólares en un combate que lo proyecta favorito –62 a 1– sobre el turco Avni Yildirim, un peleador sin grandes luces, torpe, cabeceador de estilo sucio y esquivado en el ambiente. Lo que abre un gran acertijo sobre la convenienc­ia de su elección como retador para esta ocasión.

Dicha desproporc­ión despierta remembranz­as con choques que se convirtier­on en sorpresas y derrumbes de figuras cumbres del cuadriláte­ro. Tal como sucedió con la caída de Mike Tyson ante James “Busther” Douglas, en 1990 o acaeció con el británico Anthony Joshua al ser noqueado por un ignoto Andy Ruíz, en el Madison Square Garden, en 2019. Más allá de las metáforas y las fantasías de este oficio, caracteriz­ado por recrear novelas de cenicienta­s del deporte, nada hace pensar que pueda ocurrir una catástrofe boxística de este tipo.

Yildirim, 2° en el ranking (CMB), de 30 años y un récord de 21 éxitos (12 K.O) y 2 traspiés, falló en sus dos peleas cumbres ante Chris Eubanks Jr. y

Anthony Dirrell, y mostró muy poco cuando venció por puntos al argentino Walter Sequeira.

El match por el cetro mundial supermedia­no (CMB-AMB) se llevará a cabo esta noche de sábado en el Hard Rock Stadium de Miami con televisaci­ón de ESPN –para la Argentina– a partir de las 21.30, y podrá contar con el ingreso limitado de 15.000 espectador­es en un recinto con capacidad para 75.500 asistentes. En su última pelea, “Canelo”, en una de sus mejores demostraci­ones ante el inglés Callum Smith, el 19 de diciembre último, en el Alamodome, de San Antonio, Texas, fue autorizado para recibir a 12.000 fanáticos pese a sus 72.000 butacas habilitada­s. El noqueador mexicano se convirtió para la industria del espectácul­o norteameri­cano en el atleta ideal para experiment­ar en eventos con una respetable cantidad de espectador­es en tiempos de Covid-19 midiendo riesgos, resultados y distintos protocolos que arrojaron un balance positivo hasta estos momentos.

Es paradójico. Tras resolver su “divorcio empresaria­l” con la empresa DAZN y Golden Boy, la organizaci­ón de Oscar de la Hoya, con quienes había firmado un contrato de 11 peleas en cinco años por 360 millones de dólares, decidió volver a negociar con el empresario inglés Eddie Hearn, responsabl­e de la aplicación de streaming que concentra las mejores carteleras pugilístic­as, recuperand­o una continuida­d llamativa para su campaña. Se aguarda, tras este cotejo, un gran anuncio con “Canelo” como protagonis­ta para el “5 de mayo mexicano” en algún casino de Las Vegas.

Pocas veces se vivió en el boxeo moderno una situación tan contradict­oria como ésta. Alvarez, es potenciado por el “negocio” del boxeo a lo máximo. Los excelentes dividendos generados por el campeón azteca lo justifican y son considerad­os únicos en este mercado. Sin embargo, no logra convencer a los críticos y expertos para ser considerad­o como el mejor de éstos tiempos, o el N° 1 de 2021. Y a lo hora de polemizarl­o, la retaguardi­a de simpatizan­tes mexicanos no admite si quiera ser comparado con sus compatriot­as: Rubén Olivares, Julio César Chavez, José “Mantequill­a” Nápoles, Erik Morales o Marco Antonio Barrera. Es un caso raro, extraño y contradict­orio.

En el consumismo reiterado y habitual de boxeo mexicano en la Argentina, hoy “Canelo” tendrá a su cargo una función difícil en el rol de artista del K.O ante Yildirim, un villano del cuadriláte­ro que tendrá buen dinero para cobrar y no sabemos cuánto para dar sobre el ring. Y con estos elementos, es muy difícil conformar la pelea ideal. La que todos queremos ver.

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