LA NACION

“Para nosotros siempre tiene que haber un porcentaje de riesgo”

A punto de cumplir 20 años, la dupla de diseñadore­s formada por Emiliano Blanco y Camila Milessi se reinventa a partir de la colección que presentará en Designers BA

- Texto María Eugenia Maurello | Foto Luciana Val y Franco Musso Gentileza Kostüme

Para ingresar al universo de Kostüme es condición sine qua non subir el volumen, extremar los sentidos y entregarse al trip de su propia aventura. A punto de cumplir 20 años en la escena de la moda local, más que la expresión de una dupla de diseñadore­s, la marca conformada por Emiliano Blanco y Camila Milessi, ya se transformó en una cofradía. Ellos, aliados con sus clientes -incluso con nuevos seguidores llegados durante la pandemialo­gran trascender el mero hecho de vestir, haciendo foco en el concepto como estilo de vida. Indagar en sus coleccione­s puede implicar trasladars­e imaginaria­mente a una expedición por la Antártida, revisitar las referencia­s estéticas de la Nouvelle Vague o traer hacia acá la iconografí­a que Peter Saville inmortaliz­ó en las portadas de discos de los 80. Pioneros y sobrevivie­ntes de Palermo como barrio de diseño, inauguraro­n su primer local en marzo del 2001. “Era tan romántico que lo único que queríamos era desahogarn­os y hacer lo que nos gustaba” reconocen hoy sobre los ideales de esa travesía, al mismo tiempo que se rearman tras la crisis causada por el coronaviru­s, y preparan la colección que presentará­n en la próxima edición de Designers BA.

–Con la cápsula “Chino Kit”, fueron de los primeros en reaccionar cuando empezó la cuarentena, ¿cómo vivieron esos meses en lo anímico y en lo comercial?

–Emiliano: La verdad es que el primer mes fue muy complejo. No sabíamos si continuaba o no y cómo íbamos a hacer. Después, cuando empezamos a entender que no dependía de nosotros, que le pasaba a todos, pensamos qué hacíamos. Teníamos una tienda online que si bien funcionaba tranquila, la operativa estaba desde hace muchos años. Apostamos a eso, a vender por esa vía, a trabajar por ahí. –Camila: Desde lo anímico, nos pasó que como somos bastante serios, pensamos en comunicar algo que tuviera un chiste, porque sino era agobiante, todo el tiempo hablando de lo mismo. Cuando salimos con lo del “Chino Kit”, en vez de tomarlo como el diseñador que se victimiza, dijimos de hacer algo con humor, y nos preguntamo­s qué hacíamos durante todo el día, cuál era la función y la respuesta fue que sacábamos a Pelé (el perro) e íbamos al Chino.

–E: También me parece que tiene que ver con una lógica nuestra. En general las marcas van a lo seguro, porque es lo que funciona. Para nosotros, siempre tiene que haber un porcentaje de riesgo, de algo que rompa y que no sabemos cómo puede salir. Lo del “Chino Kit” y ponerle humor a la pandemia tuvo que ver con eso. Es una de las claves que tuvimos y que nos hizo evoluciona­r para mantenerno­s a la vanguardia. No importa si se vende o no, tiene que ver con lo que nos gusta y pensamos, y que la marca siga siendo contemporá­nea.

–¿Sintieron que estaban más cerca de los clientes o eso quedó un poco en el eslogan?

–C: Si, re. Se acercaron, nos empezaron a hablar de otra manera, y cuando les llegaba el mail de compra, recibíamos respuestas apoyando el proyecto. Ellos se dieron cuenta de algo que nosotros no: podríamos haber dejado de hacer lo que hacíamos. Pero ni lo pronunciam­os porque en realidad no tenemos otro plan. En un punto, eso es lo que nos da coraje, saber que atrás no hay otra cosa, es esto lo que nos gusta y lo que hacemos. La pandemia hizo que lo volvamos a elegir y con más ganas.

–E: De hecho sentimos que muchos clientes que conocemos compraron más para apoyar el proyecto que porque querían una prenda. Eso te da poder y empezás a valorar que alguien, en esa situación, te mire, te elija y te compre.

–¿Cómo creen que va a ser el futuro de la moda en lo más inmediato?

–E: Hay bastante incertidum­bre. Lo digital va a tener una pata muy fuerte porque el mundo va para ese lado. Aunque hay que entender que eso tiene que convivir con lo físico, no puede estar separado, la clave es ver cómo. No es lo mismo ver un desfile físicament­e que digitalmen­te. Hay algo en lo presencial que no te lo da lo digital.

–C: Tiene que ver con lo humano, con ponerlo en valor, con cómo atendemos en las videollama­das: una de las primeras que hicimos, de asesoramie­nto directo, fue con Liliana, una clienta nueva de Córdoba. Se puso a mirar con su hija. Me decía qué le interesaba y yo me lo probaba. Hicimos la venta, la ropa fue a su casa, después nos mandó la foto cuando la estrenó, la subimos, y hace un mes vino al local. La emoción física que tuve cuando la conocí, acordándom­e de lo que pasamos y el apoyo que tuvimos de ella, eso no se puede hacer por streaming, eso que es de verdad, de persona a persona. Me parece que una cosa no reemplaza a la otra, pero a ella la acercó, sino nunca hubiésemos hablado.

–E: La venta en línea, para una marca como la nuestra que tiene productos complejos y asimismo más simples, te pone al nivel de cualquier otra: no entrás al local, no podés tocar la ropa, no ves cómo está confeccion­ada, no te atiende el vendedor, no escuchás la música. Ese contexto, que hace que tenga valor la prenda, en el online lo perdés, por eso empezamos a pensar cómo humanizarl­o.

–Así como las bandas de rock que, a veces, tienen que llamar a un psicólogo o un coach espiritual, en su caso ¿por dónde pasó la catarsis?

–E: Hubo mucho de reunión de equipo, y de hablar con la mayor honestidad posible. Dijimos cuál era nuestro plan, y que esperábamo­s poder cumplirlo.

–C: Lo hicimos desde lo moral, como para darles una seguridad dentro de todo lo que es inseguro.

–E: Para nosotros era fundamenta­l eso, que mientras estuviéram­os de pie, íbamos a dar todo para que se sostenga, y lo pudimos lograr. Hubo mucho de análisis, y de reestructu­rar el método de trabajo. Y creo que la catarsis creativa estuvo en el lanzamient­o de la cápsula “K”. El primer mes me puse a trabajar con el archivo, me metí ahí, y después hicimos esa colección.

C: También mirar el archivo nos hizo ver de vuelta quiénes somos. E: Y, después de eso, llegamos a una conclusión muy importante: somos dos dementes.

–Si tuvieran que hacer una marca nueva ahora con la edad que tienen ¿cómo sería?

–C: Pensaría en lo global y en la música, eso no lo dejaría de lado, porque me parece bueno que haya algo que no sea el producto en sí mismo. Me gustaría tener socios, que sea más inclusiva, y que tenga un imaginario viajero, que no sea solo de acá. ¿Y vos?

–E: En cuanto a lo global es medio complejo hacerlo desde acá, pero creo que el espíritu sería el mismo, no lo cambiaría.

–Pero el mundo de hoy es completame­nte distinto al del 2001 –E: En el contexto de la moda nacional seguimos siendo tan de vanguardia como cuando arrancamos. La diferencia es que antes éramos raros, y hoy ya no somos tan raros. Pero el espíritu es el mismo: tiene que ver con lo que nos pasa a nosotros y lo que queremos contar.

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