LA NACION

Sin Hidrovía no hay competitiv­idad,

- por Cristian Mira

Una de las claves para que la competitiv­idad del agro “tranqueras afuera” sea positiva es que la infraestru­ctura para trasladar las cosechas sea eficiente. Sin rutas asfaltadas, medios de transporte adecuados y puertos modernos cualquier mejora que se alcance “tranqueras adentro” tendrá un impacto relativo. Por esa razón es crucial para el campo lo que suceda con la hidrovía Paraná-paraguay, cuyo contrato de concesión privado de dragado y balizamien­to vence este año.

Esta semana se realizó la primera reunión del Comité Federal de la Hidrovía (CFH) donde se anunció que los pliegos para la licitación internacio­nal de la obra estarán listos en abril próximo. Luego se prevé que en un plazo de 180 días se decida la empresa que tendrá a su cargo la concesión bajo el sistema de peaje a cuenta y riesgo del sector privado, sin aval del Estado.

Las primeras reacciones de los representa­ntes del agro que participar­on de la presentaci­ón fueron favorables. “Fue positiva, aunque hay puntos para aclarar”, dice Ignacio Mántaras, representa­nte de Confederac­iones Rurales Argentinas (CRA) en el CFH. En tanto, Luis Zubizarret­a, presidente de la Asociación Argentina de la Cadena de la Soja (Acsoja), afirma que “es bueno que el proceso vaya caminando hacia donde tiene que ir”.

Tratándose de un Gobierno que un día dice una cosa y al otro hace otra, la desconfian­za sobre una mayor intervenci­ón estatal no está disipada del todo. Dentro del oficialism­o hay sectores que no están interesado­s en la participac­ión del sector privado. Por eso es clave que el agro esté atento a lo que pase con la hidrovía.

La vía troncal navegable Santa Fe-océano, tal como se la denomina técnicamen­te, por la que se exporta el 80% de los granos y subproduct­os del país, fue un pilar fundamenta­l para la expansión de la producción agrícola en los años noventa. Junto con la adopción generaliza­da de la siembra directa, el uso de la soja RR, los puertos privados, las inversione­s en el complejo oleaginoso, la baja de derechos de exportació­n y la unificació­n cambiaria (el mismo dólar para exportar que para importar) la cosecha pasó de 30 millones de toneladas a 60 millones de toneladas en pocos años. Más tarde, la explosión de la demanda de China y del mercado de biocombust­ibles como energía renovable para mitigar el cambio climático empujaron a un nuevo aumento de la cosecha hasta llegar a los 130/140 millones de toneladas. También fue decisiva la baja de retencione­s a los cereales entre finales de 2015 y septiembre de 2019.

En el caso de la hidrovía, haber pasado el dragado del canal navegable de 25 a 34 pies a lo largo de los 25 años que duró la concesión fue clave para que los buques no tuvieran que completar carga desde otros puertos y los fletes bajaran. Ahora, en el llamado a la nueva licitación, se prevé llevar el calado a 40 pies lo que permitiría completar carga a los buques de mayor porte.

Entre los puntos que los representa­ntes del agro consideran que se debería aclarar se destaca la decisión que se tome con el tramo de la hidrovía desde Santa Fe hasta Confluenci­a, es decir el que utilizan las barcazas. Mántaras explica que el esquema más favorable será que un mismo concesiona­rio privado se encargue de toda la traza. También observa que en el CFH no están representa­das las provincias mediterrán­eas que pueden abastecer con grandes volúmenes de carga a la hidrovía si se las vinculara en un sistema intermodal. “Tucumán, por ejemplo, que exporta limones podría utilizar las barcazas del Paraná”, señala el representa­nte de CRA. En la reunión, gobernador­es como Gustavo Bordet, de Entre Ríos, o Jorge Capitanich, de Chaco, se refirieron a la necesidad de impulsar la intermodal­idad y de utilizar las rutas transversa­les.

Pero en el sector privado se encendiero­n algunas luces amarillas con las intervenci­ones de algunos gobernador­es como el bonaerense Axel Kicillof y el propio Capitanich que mencionaro­n la cuestión de la soberanía. “Más que quejarse porque las barcazas o lo buques tengan banderas de otros países se deberían aplicar políticas que terminen con las regulacion­es excesivas y atraigan a los inversores”, observó un especialis­ta de la actividad portuaria.

Otro aspecto crucial de la obra al cual están atentos en el sector privado es el ambiental. Llevar de 34 a 40 pies el calado traerá un aumento del tránsito de buques, más zonas de cruces y probables cambios en las costas. “El estudio de impacto ambiental es necesario y hay que hacerlo, pero hay que recordar que cuando se llevó el calado de 25 a 34 pies no hubo ninguna denuncia sólida de impacto ambiental negativo”, destacó el especialis­ta que pidió reserva de su nombre.

Para el agro, la posibilida­d de que los buques puedan operar con su máximo de carga y contar con la menor cantidad de días posibles para la exportació­n puede contribuir a mejorar la competitiv­idad del sistema.

Tratándose de un Gobierno que un día dice una cosa y al otro hace otra, la desconfian­za no está disipada del todo

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