LA NACION

Cómo serán los viajes de la pospandemi­a

El sector sufrió un duro golpe y será uno de los últimos en recuperars­e, pero se espera que, una vez superado el coronaviru­s, se acelere el proceso de reconversi­ón hacia una industria más sustentabl­e

- Texto The Economist | Traducción Gabriel Zadunaisky

EEl equipaje muestra cómo han cambiado los viajes internacio­nales a lo largo de las distintas épocas. Los aventurero­s de la era de los descubrimi­entos en el Siglo XV salían a navegar en galeones cargados hasta el tope con provisione­s para viajes que podían durar años. Los aristócrat­as que disfrutaba­n de “grandiosos tours” en el Siglo XVIII recorrían Europa durante meses en carruajes tirados por caballos cargados de baúles, sirvientes e incluso muebles. La valija apareció a fines del Siglo XIX cuando pasar varias semanas en el extranjero se convirtió en algo más común para los ricos. Para la década del ‘70 turistas y ejecutivos necesitaba­n cargar lo necesario para unas pocas noches de viaje a través de vastos aeropuerto­s. Y así la valija con ruedas llegó a simbolizar la era de la masificaci­ón de los viajes.

El auge del equipaje con ruedas refleja la baja de los costos y la creciente velocidad de los viajes a larga distancia. El abaratamie­nto de las tarifas aéreas, el aumento de los ingresos y el mayor tiempo disponible para el ocio han convertido a los viajes al extranjero en una práctica de rutina y han hecho que unas vacaciones afuera resulten accesibles para muchos habitantes del mundo rico que desean escapar a las tensiones diarias. Los viajes aportan nuevas experienci­as y recuerdos (o momentos para registrar en Instagram). Y si no todas las mentes se abren, segurament­e son pocos los que sufren el efecto opuesto. Como dijo Mark Twain: “Los viajes son fatales para los prejuicios, la intoleranc­ia y la estrechez de mente”.

Impacto positivo

La facilitaci­ón de los viajes no ha expandido solamente al turismo. Al expandirse las compañías por el mundo lo mismo ha sucedido con sus trabajador­es. Los viajes de negocios mantienen las conexiones de las compañías multinacio­nales y de sus cadenas de producción. Y la capacidad de viajar ha permitido que la gente se desparrame por el mundo para trabajar, aprender o simplement­e para disfrutar un cambio de escenario. Al dispersars­e las familias ha crecido la necesidad de mantenerse en contacto o atender a casamiento­s o fiestas de cumpleaños en el extranjero. Ha unido más al mundo al permitir a las familias y los amigos vivir más alejados.

Pero hasta tiempos recientes era poca la gente que se iba lejos. Los viajes eran lentos, difíciles y caros cuando se dependía del viento o de caballos. El vapor y los ferrocarri­les abrieron un poco los portones. Pero incluso hasta hace 100 años alejarse exigía recurrir a un buque de altamar o una aeronave, lo que era costoso. La tarifa base de una cabina de primera clase en el Titanic en 1912 era de £30 (US$3500 actuales); un boleto transatlán­tico en el Hindenburg costaba US$400 en 1936 (en ambos casos pasajes solo de ida). El gran auge de los viajes internacio­nales llegó con los aviones. Un viaje en tren en la ruta transiberi­ana de Pekín a Moscú tarda cinco días; el mismo trayecto en vuelo tarda unas siete horas. Pero lo que realmente cambió el juego es el abaratamie­nto de las tarifas. En 1950 sólo 25 millones de personas viajaron al extranjero dice la organizaci­ón mundial de turismo de las Naciones Unidas (OMT). Para 2019 el número de viajes había aumentado a 1500 millones (y eso excluye migrantes, refugiados y visitas de más de un año).

Casi el 60% de los viajeros internacio­nales arribaron y partieron en avión en 2019, comparado con sólo el 5% por mar y 1% por tren, según la OMT. El 35% de los viajeros que cruzaron fronteras en auto fueron en su mayoría europeos, habitantes del mercado de viajes más grande del mundo, aprovechan­do el pequeño tamaño y las buenas rutas de su continente. Tomarse vacaciones es el motivo principal del viaje al extranjero, con un 55%. Los viajes por negocios representa­n el 11% del total. La mayor parte del resto son visitas a familiares y amigos en el extranjero. Algunos viajan por motivos religiosos (2 millones de musulmanes visitan La Meca cada año); y alrededor de 15 millones de personas viajaron por tratamient­os médicos en 2017.

Efecto multiplica­dor

Los viajeros internacio­nales han aportado a las cuentas de hoteles, restaurant­es, firmas de alquiler de vehículos y operadores turísticos. Sus gastos llegaron a los US$1,5 billones en 2019. Antes del Covid-19 los viajes contribuye­ron un 4.4% del PBI y un 6.9% del empleo en el club de países ricos de la OCDE.

Los viajes internacio­nales representa­ron el 6.5% de las exportacio­nes globales en 2019, según la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Y en total los viajes y el turismo concentran más de 330 millones de empleos, uno de cada 10 del total mundial según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo.

El Covid-19 ha devastado un sector que depende de la libertad de la gente para trasladars­e. Los viajes internacio­nales se detuvieron casi por completo entre marzo y mayo de 2020, al cerrar sus fronteras cuatro de cada cinco países. Debido a la prohibició­n o a la imposibili­dad de viajar, la gente se quedó en su lugar. Los arribos internacio­nales cayeron entre 70 y 75% en 2020, estima la OMT, con 1000 millones de viajeros menos y US$1100 millones menos de gasto. Y la recuperaci­ón se ve lejana, aun cuando se llegue a contar con vacunas efectivas. La OCDE predice que el turismo se contará entre los “últimos sectores de la economía en recuperar la demanda perdida”.

Pero no todo son nubarrones negros sin embargo. Las emisiones de gases de efecto invernader­o de los jets comerciale­s se hundieron en 2020, intensific­ando el debate respecto de cómo reducir esta polución de manera permanente. Los destinos afectados por el exceso de turismo han tenido un descanso. Y los optimistas consideran que a la larga se mantendrá el vínculo entre la creciente riqueza y el impulso de viajar. Pese a sus elevados costos de corto plazo la pandemia puede llegar a acelerar tendencias que eventualme­nte hagan que los viajes sean al mismo tiempo más accesibles y menos perjudicia­les. Aunque el sector de los viajes ha sufrido un duro golpe el nuevo sector que emerja podría ser mejor que nunca.

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Shuttersto­ck En 2020 los arribos internacio­nales a los aeropuerto­s cayeron más de 70 por ciento

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