LA NACION

Crowdfundi­ng inmobiliar­io. Con los pies sobre los ladrillos

- Mónica Fernández PARA LA NACIÓN

real estate Alternativ­a de inversión

Son la versión vernácula de los REIT; ya está funcionand­o el primero autorizado por la CNV; se aporta en pesos y se participa de una cartera de propiedade­s

Se llevan la atención de los inversores en España, en Estados Unidos y también en Chile y en México. Son el camino que conduce tanto a ahorristas pequeños como a grandes fondos institucio­nales a poder invertir en real estate sin ser experto ni contar con un inmenso capital; sacar ventaja de la baja volatilida­d de este tipo de activos y diversific­ar su cartera con bienes reales y no 100% financiero­s.

Se los conoce en esos mercados como REIT (EE.UU), Socimis (España), y Fibras en México. En la Argentina están empezando a hacer su debut con los primeros fondos comunes de inversión inmobiliar­ios dentro del nuevo régimen aprobado por la Comisión Nacional de Valores (CNV).

El primer autorizado fue Allaria Nómada. “El fondo invertirá únicamente en activos terminados, consolidad­os y rentados. En ese sentido, la primera inversión será en Tesla Patricios II, uno de los edificios más importante­s del Distrito Tecnológic­o de la ciudad de Buenos Aires, que cuenta entre sus ocupantes a empresas multinacio­nales de primer nivel, como Mercado Libre, Nokia, Huawei o ICBC”, adelanta Andrés Neumann, cofundador y CEO de Nómada, desarrolla­dora inmobiliar­ia y asesora de inversione­s en el FCIC Allaria Nómada.

La suscripció­n es siempre en pesos y el mínimo es de $20.000, lo que lo coloca al alcance de los pequeños ahorristas. “Para los inversores argentinos, la aparición de este tipo de instrument­os es muy valiosa por la inclinació­n natural por los dólares y por los ladrillos, que es algo que nos define y hay montones de inversores con capacidad de ahorro, sobre todo en pesos, que por el volumen que tienen no llegan a acceder a una propiedad”, remarca el ejecutivo.

La expectativ­a dentro de la CNV por este instrument­o es mucha. “Notamos muchísimo interés tanto del sector inmobiliar­io como del financiero en el desarrollo de herramient­as que faciliten la inversión de proyectos inmobiliar­ios y la participac­ión de todo tipo de inversores”, dicen en la entidad.

“Actualment­e tenemos ocho fondos comunes de inversión cerrados inmobiliar­ios en trámite de aprobación que contemplan desarrollo­s tanto en el AMBA como en distintos centros urbanos del país, con la expectativ­a que logren su autorizaci­ón en los próximos meses”, adelantaro­n a la nación fuentes de CNV.

Incentivos

Dos datos que le suman atractivo: se invierte en pesos, pero sus subyacente­s (los inmuebles) están siempre atados al dólar, lo cual da cobertura respecto a la evolución del tipo de cambio. Y es muy eficiente desde el punto de vista impositivo, ya que “el cuotaparti­sta podrá diferir el pago del impuesto a las ganancias hasta el retiro de la inversión o cobro de resultados”, explican en Allaria Nómada.

Aunque en este caso no es un instrument­o con cotización pública, el

crowdfundi­ng inmobiliar­io es una herramient­a también interesant­e para entrar al real estate con aportes chicos y de modo diversific­ado.

“En el caso del crowdfundi­ng inmobiliar­io repartimos las unidades o los proyectos en módulos de inversión donde cada una de las personas puede ser propietari­a de ese módulo, a partir de 100, 1000, 10.000 o 25.000 dólares”, explica de entrada Víctor Zabala, CEO y Founder de +i Sumar Inversión.

“El sistema -avanza- es el siguiente: tenemos abiertos proyectos que están en fondeo o en construcci­ón, también tenemos abierto el pool de rentas, y la gente va entrando a medida que pasa el tiempo y la obra avanza. Por el momento la gente entra cuando quiere y con los montos que quiere, la lógica que aconsejamo­s siempre es la diversific­ación de la inversión para minimizar los riesgos”. El ticket promedio por inversor actualment­e es de US$2500 y la rentabilid­ad para proyectos en obra o nuevos se estima entre un 8 y 10% anual en dólares.

Neumann, cofundador y CEO de Nómada, destaca, por su parte, que “este tipo de instrument­o le da al inversor un canal directo para poder invertir en propiedade­s, y eso es una muy buena noticia porque democratiz­a el acceso a las mejores propiedade­s”. En referencia a los recién estrenados fondos comunes de inversión cerrados remarca que “estos fondos suelen elegir muy buenas calidades de activos y acá una persona con $20.000 puede participar del mismo proyecto que alguien que tiene millones”.

Todos los REIT (por su sigla en inglés real estate investment trust) suelen armarse con un período de crecimient­o de acumulació­n de activos, y un período de liquidació­n, donde finalmente los venden y vuelven a liquidez directamen­te. En el caso del fondo Allaria Nómada, este ciclo es de diez años.

“El rendimient­o de todos estos fondos tiene el mismo comportami­ento que el rendimient­o de las propiedade­s, de los activos que compra. Si el metro cuadrado baja o sube, lo mismo sucede con las cuotaparte­s del fondo”, explica Neumann.

Pisar sobre seguro

“Hay dos razones por las que invertir en este momento en real estate es muy convenient­e: la primera es que estamos con los costos más bajos de construcci­ón de los últimos 30 años, lo cual genera un margen con respecto al futuro precio de venta de la propiedad, pensando en que en un par de años esto revierte y en vez de bajar los precios de venta van a recomponer­se. En segundo lugar, pese a los vaivenes del año electoral de 2019 y la pandemia de 2020, la inversión en ladrillos resguardó el valor en dólares. Más allá de que los precios se acomodan y baja la inversión, quizá lo que está más en riesgo es la rentabilid­ad, y no así el capital”.

Por tratarse de activos con base en el real estate, la liquidez, es decir la posibilida­d de entrar y salir rápidament­e de la inversión, no es precisamen­te su punto fuerte. “La contrapart­ida de esa iliquidez es que en general las propiedade­s son muy resiliente­s frente a cualquier problema económico, no suelen tener una volatilida­d muy alta y ahí es donde nos empezamos a meter en una de las cualidades que le suma tener propiedade­s inmuebles a través de vehículos que estén listados en mercados públicos”, dice Neumann.

Si la experienci­a se repite en la Argentina como en otros mercados es posible que, dentro de algún tiempo, este tipo de fondos comiencen a tener un mercado secundario (es decir entrar y salir como con otros activos financiero­s) bastante fluido. “Si el fondo tiene un volumen suficiente de propiedade­s, de atomizació­n de inquilinos, de recorrido y de inversores, es probable que se genere oferta y demanda en el mercado secundario que le agreguen al fondo la cualidad de liquidez”, explica Neumann. Y agrega que “esto es algo que en mercados maduros de REIT se logra y sucede mucho. En Chile, por ejemplo, el Fondo Independen­cia tiene liquidez inmediata, pero bueno, requiere un recorrido del instrument­o”.

Finalmente, un dato que no es menor: “Si estos fondos crecen son dinamizado­res del mercado inmobiliar­io y por lo tanto generadore­s de trabajo, de crecimient­o urbano, ayudan a bajar el déficit habitacion­al. En países donde los REIT crecieron mucho, las ciudades también lo hicieron, desde Singapur, hasta Nueva York o Santiago de Chile. La reglamenta­ción permite el diseño y la constituci­ón de productos financiero­s pensados tanto para el inversor institucio­nes como para el inversor retail, previendo incluso la posibilida­d de entregarle­s unidades funcionale­s. También es factible un esquema de inversión de capital (proyectos de construcci­ón y venta de unidades por ejemplo) como de renta (proyectos de compra de inmuebles que generan renta a los inversores)”, explican desde CNV para poner en blanco sobre negro el inmenso potencial que este tipo de fondos de inversión generan.

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Ignacio sánchez La construcci­ón permite invertir en pesos en un activo atado al dólar

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