LA NACION

La lista que faltaba

- Texto Martina Rua Sonido recomendad­o para leer esta columna: Be good to yourself, Frankie Miller

Llevar un registro de las cosas que tenemos que hacer es uno de los métodos de planificac­ión diaria más difundidos y que muchos de nosotros usamos para darle seguimient­o y claridad a nuestras tareas. Desde este espacio hemos visto la mejor manera de hacer esas listas, los momentos del día más propicios y cómo hacerlas para que respondan a un gran plan y que no sean solo un juntadero de acciones aisladas. Pero no todo lo que hacemos en nuestros días está en esas listas. Hacemos tantísimo más de lo que registramo­s y eso puede jugarnos en contra a la hora de valorar qué tan productivo­s somos si nos basamos solo en la informació­n que se desprende de ellas.

Hay un podcast que me gusta mucho que se llama “Happier” de Gretchen Rubin, autora bestseller sobre hábitos y el impacto de la felicidad en la vida de las personas. Ella propone en uno de los capítulos cambiar la lista de cosas para hacer (o “To Do List”, en inglés), por la “Ta-dah! List. El nombre surge de la expresión de triunfo en inglés cuando algo sale bien y se festeja, si me permiten sería algo como: ”haraaánnnn­n”. La “lista Ta Dah” es una lista invisible, pero existe. Tiene informació­n muy variada y acciones desestruct­uradas, en el sentido de que no son las típicas cosas que van a nuestras listas de pendientes, pero que al final del día o de la semana impactan en cómo usamos nuestro tiempo y cómo vivimos nuestras vidas en general.

Hagan el ejercicio conmigo: tomemos los últimos tres días y repasemos uno por uno la cantidad de cosas que hemos hecho que no apuntamos en las listas de pendientes o que no las teníamos en la cabeza como las “cosas por hacer”, pero igual las hicimos. Por ejemplo, antes de ayer visité a mi mamá, conversamo­s y la ayudé a grabar un video para un curso de música que hace online. Ayer vinieron de visita unos amigos muy queridos y brindamos porque han superado el Covid-19. Hoy compré los vasos que quería reponen hace tanto tiempo y saqué turno para renovar la visa de viaje. Nada de todo eso está en mi lista de pendientes de esta semana (que sigue bastante llena), pero son cosas que “tienen peso” en mi cabeza y haberlas hecho me generan en distintas medidas un gran alivio, alegría y sentido de “yo puedo”. En contrapart­ida mis lista de pendientes está bastante trabada hace dos semanas y eso me genera angustia y parálisis.

Es muy importante tener registro de todo esto porque sino caemos en la falsa idea de que no hicimos nada, que no avanzamos, que simplement­e no podemos. Esto redunda en ansiedad, falta de auto estima, sensación de desazón. Por ejemplo, si bien tengo agendado en la lista de cosas para hacer una conferenci­a que tengo que dar, no está en ningún lado anotado que pasé 2 horas leyendo sobre esa industria a la que pertenecen las personas a las que voy a hablar. Ese tiempo tiene un gran valor, y sin dudas redundará en una mejor performanc­e y resultados al momento de hacer es actividad apuntada en la agenda. Según Rubin la tranquilid­ad y realizació­n que sentimos cuando percibimos que sí hicimos cosas y avanzamos aunque no haya sido registrado formalment­e, puede ser particular­mente valioso en la era del coronaviru­s.

Todo el estrés y los protocolos de esta época han dejado a muchas personas deprimidas y ansiosas, y a la vez propensas a castigarse por no haber alcanzado proyectos faraónicos para estos tiempos. La lista ta-dah es una forma de contrarres­tar el impulso hacia la auto-recriminac­ión y reconocer que incluso el más mínimo esfuerzo puede valer la pena celebrarse.

Rubin señala que las listas tadah también pueden ser útiles para permitir que enfrentemo­s la monotonía de la vida pandémica. “Los hitos habituales que nos dan una idea del paso del tiempo están en desorden, por lo que una lista ta-dah puede ser realmente buena porque te ves avanzando en un proyecto, dando un paso tras otro”, dice. Al tener menos eventos externos como viajes, celebracio­nes o conferenci­as multitudin­arias, las cosas que hacemos y celebramos también necesitan repensarse.

A diferencia del resto de las listas, lo bueno de esta es que ya estamos haciendo todo lo que ella necesita para llenarse. No tenemos que hacer más, al contrario. Solo nos falta hacerla más consciente, poner en valor cada una de nuestras conquistas cotidianas y celebrarla­s como si hubiéramos cumplido el pendiente más pesado de año.

No todo lo que hacemos a lo largo del día está registrado en este tipo de listas

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