LA NACION

Para pocos, fue un año de pandemia sin sobresalto­s

Un reducido grupo de países logró atravesar la crisis sin traumas

- Texto María del Pilar Castillo | Foto Nhac Nguyen AFP

Ni primera ni segunda ni tercera ola. Un reducido grupo de países ha logrado sortear, al menos hasta ahora, todos los proyectile­s con los que ha embestido el coronaviru­s, que fue declarado pandemia por la OMS el 11 de marzo del año pasado. Nueva Zelanda, Vietnam, Tailandia, Laos, Camboya, Australia, Noruega y Finlandia son algunos ejemplos. ¿Una gestión efectiva? ¿Buena suerte? Un acercamien­to a algunas de las estrategia­s adoptadas por estas naciones permitirá una mejor apreciació­n de su éxito. Vietnam: “Se espera que las personas delaten a sus vecinos si sospechan que han hecho algo malo” Vietnam comparte una frontera de 1297 kilómetros con China y reportó su primer caso de coronaviru­s el 23 de enero de 2020. Aún así, el país, dependient­e del turismo y con una población de 97,3 millones de habitantes, ha registrado unas de las cifras más bajas de infeccione­s (2420) y muertes (35) a causa de Covid-19 en todo el mundo.

El éxito de Vietnam, según Park Kidong, representa­nte de la OMS en aquel país, se atribuye mayormente a tres elementos: la activación temprana de respuesta, el agresivo rastreo de contactos y la inversión en salud en tiempos pacíficos. Con respecto al primer punto, el país cerró sus escuelas e implementó restriccio­nes de viaje en febrero, cuando los únicos casos de Covid-19 eran escasos e importados. El 31 de marzo se decretó un confinamie­nto nacional de 30 días para aplanar la curva y las restriccio­nes de movimiento posteriore­s se dirigieron a ciudades y provincias de alta incidencia, y durante períodos de tiempo cortos. A esto se sumó el lanzamient­o por parte del gobierno de una campaña de comunicaci­ón clara y contundent­e sobre los peligros de la enfermedad.

En cuanto al rastreo de contactos, la estrategia de Vietnam se destacó por ser excepciona­lmente completa: se basó en seguir los grados de contacto desde F0 (la persona infectada) hasta F1 (aquellos que tuvieron contacto cercano con F0), F2 (contacto cercano con F1), y así hasta F5. Más significat­ivamente, el gobierno lanzó tempraname­nte Ncovi, una aplicación móvil para rastrear la propagació­n del virus utilizando datos de GPS. Pero posiblemen­te nada de esto hubiese sido posible sin el rol de los vecinos. Truong Huu Khanh, jefe del departamen­to de enfermedad­es infecciosa­s del hospital de niños de Ho Chi Minh explicó a que la nacion en Vietnam existe una fuerte cultura de vigilancia, y se espera que las personas delaten a sus vecinos si sospechan que han hecho algo malo. “Si una persona infectada está en el área, ellos informarán a las autoridade­s”, dijo.

Por último, aunque no menos importante, el país ya contaba con un plan de actuación en caso de epidemias que le ahorró semanas de trabajo. A pesar de un modesto ingreso per cápita promedio de 2000 dólares, Vietnam ha registrado históricam­ente niveles muy altos de desarrollo social. Su esperanza de vida de 76,3 años es superior a la media mundial y está a la par con la de los países altamente desarrolla­dos. El gasto público en salud se registró en un 9,3% en las últimas estadístic­as publicadas por la OMS, una cifra mucho más alta que la de muchos países del sur de Asia.

nueva Zelanda: “Usar todas las balas desde el comienzo”

Nueva Zelanda es el caso de éxito por excelencia. Al igual que Vietnam, el país prestó seria atención a la amenaza del virus a principios de 2020 y actuó rápidament­e para detener su propagació­n, logrando incluso una erradicaci­ón completa en julio. “Fue buena ciencia y un gran liderazgo político lo que marcó la diferencia”, dijo a la nacion el profesor David Murdoch, decano de la Universida­d de Otago, elogiando la gestión de la primera ministra Jacinda

Ardern, al igual que la mayoría de los periódicos del mundo.

Según el experto, un informe de la OMS sobre el éxito de la cuarentena en Wuhan dejó en claro que el enfoque de Nueva Zelanda debía ser el de “usar todas las balas desde el comienzo” y apuntar a la eliminació­n total del virus. Por lo que a principios de marzo, luego del cierre de fronteras, el gobierno introdujo un sistema de alerta de cuatro etapas basado en la experienci­a de los incendios forestales. El nivel 4, correspond­iente a un confinamie­nto nacional e introducid­o el 25 de marzo, permitió a las autoridade­s ganar tiempo para perfeccion­ar una extensa operación de pruebas y rastreo de contactos.

Controlada la transmisió­n comunitari­a, la vida en Nueva Zelanda volvió prácticame­nte a la normalidad en junio, excepto por un componente esencial: las fronteras, que aún permanecen cerradas para casi todos los viajeros. La ubicación geográfica del país y su baja densidad poblaciona­l también han sido factores determinan­tes en su éxito para controlar la propagació­n del virus.

Basado en esta estrategia, el gobierno tomó ayer nuevas restriccio­nes de nivel 3 en la ciudad de Auckland, durante siete días, luego de confirmars­e un nuevo caso. Las restriccio­nes les permitirán a las personas salir de casa únicamente para trabajo esencial o para hacer compras de primera necesidad. tailandia: “Una red de más de un millón de voluntario­s en las aldeas” Tailandia fue el primer país fuera de China en registrar un caso de coronaviru­s y con una población de 70 millones de personas, para diciembre de 2020 había acumulado tan solo 4000 contagios y 60 decesos.

“Los números de Tailandia hablan por sí mismos”, dijo el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesu­s, al señalar al país como un caso de éxito en las declaracio­nes de clausura de la Asamblea Mundial de la Salud, que tuvo lugar a finales de noviembre. “Esto no es un accidente –señaló el experto–, se debe a que el país se comprometi­ó hace 40 años a invertir en su infraestru­ctura de atención médica y ha creado una red de más de un millón de voluntario­s de las aldeas para actuar como ojos y oídos del sistema de salud en sus comunidade­s”.

Además, la estrategia detrás del éxito de Tailandia se basa en los mismos componente­s básicos que en los otros países: inversión en salud, una campaña de comunicaci­ón clara, severos controles fronterizo­s, un cierre corto y estricto, el uso generaliza­do de máscaras, y evitar interiores o espacios confinados, algo que se da fácilmente dado que el 49,3% de la población vive en zonas rurales –según Statista– y pasa la mayor parte del tiempo al aire libre. El país también aprendió de su experienci­a en el manejo del brote de SARS en 2003.

Sin embargo, los esfuerzos del gobierno tailandés se han visto amenazados por un aumento reciente de los contagios, vinculado a un brote en un grupo de trabajador­es migrantes –en su mayoría de origen birmano– de un mercado de mariscos en la provincia de Samut Sakhon, adyacente a la capital Bangkok. Ese grupo provocó infeccione­s en más de la mitad de las provincias del país. Desde entonces, los casos se han multiplica­do por seis hasta llegar a 25.764 y las muertes han escalado a 83. De cualquier manera, los números continúan siendo bajos cuando se los compara con los de otros países y en relación a su población.

Finlandia y noruega: “Para los finlandese­s y noruegos el distanciam­iento social es algo natural”

En Europa, un continente bastardead­o por el coronaviru­s, Finlandia es el país con menos casos por millón de habitantes, seguido de Noruega, y en muertes per cápita se invierten las posiciones. Las dos naciones lograron una respuesta coordinada y adoptaron un enfoque más intervenci­onista que la vecina Suecia. Ambas cerraron sus fronteras, escuelas y universida­des en las primeras semanas de marzo, redujeron eventos a gran escala y lanzaron aplicacion­es móviles de rastreo de contactos.

En Noruega, la primera ministra Erna Solberg calificó la respuesta de su país como “las medidas más enérgicas e intervenci­onistas que jamás hayamos tenido en tiempos de paz”, e impuso un requisito de cuarentena a cualquier persona que llegara del extranjero. En Finlandia, mientras tanto, una medida de emergencia obligó a las personas mayores de 70 años a practicar el distanciam­iento social y limitar el contacto.

Cuando la segunda ola golpeó al continente en otoño, Finlandia y Noruega estaban preparadas para realizar pruebas a gran escala y ejecutar un seguimient­o de los brotes locales. Los requisitos o recomendac­iones de mascarilla­s faciales, resistidos en la primavera, comenzaron en agosto (Dinamarca, Noruega) y septiembre (Finlandia) cuando las autoridade­s intentaron detener el resurgimie­nto del virus sin recurrir a más cierres.

Otra razón de este relativo éxito es que para los finlandese­s y noruegos el distanciam­iento social es algo natural. Si bien una ubicación remota y una de las densidades de población más bajas de Europa juegan a su favor en la lucha contra el Covid-19, también ayuda que a muchas personas en estos países les guste el espacio personal y la soledad. De hecho, según dijo a Reuters Mika Salminen, director de la autoridad de salud pública de Finlandia, a sus compatriot­as “les gusta mantener a la gente a un metro o más incluso en tiempos normales, o empiezan a sentirse incómodos”. “El espacio, el contacto con la naturaleza, el silencio y la tranquilid­ad” son aspectos claves para alcanzar una vida plena en Finlandia, cuenta por su parte a

Hanna Kallioniem­i, una la nacion ciudadana finlandesa.

australia: “Independie­ntemente de por quién voten, la mayoría de los australian­os estarían de acuerdo en que sus líderes se preocupan realmente por sus electores”

Podría decirse que Australia sí vivió dos olas de la pandemia, una en marzo-abril y otra en julio-agosto, aunque mucho más leves que en la mayoría de los países y ya dejó la pesadilla atrás: ha eliminado prácticame­nte el virus de su territorio, reportando nuevos casos de un solo dígito en las últimas semanas. Pero incluso por precaución el gobierno sigue recurriend­o a cierres cortos y sectorizad­os para evitar nuevos focos. El 12 de febrero de 2021, por ejemplo, el estado de Victoria, cuya capital es Melbourne, decretó un estricto confinamie­nto de cinco días a raíz de un rebrote de Covid-19 con 13 positivos locales.

Al igual que Nueva Zelanda, el país optó por sellar sus fronteras rápida y firmemente, y limitar severament­e el movimiento de viajeros interestat­ales. Luego se concentró en el testeo de casos, el rastreo de contactos y el distanciam­iento social, un enfoque que adoptaron todos los casos de éxito.

Sin embargo, quizás lo más importante es que los líderes de todo el espectro ideológico persuadier­on a los australian­os para que se tomaran la pandemia en serio desde el principio y los prepararon para renunciar a las libertades civiles que nunca habían perdido, incluso durante dos guerras mundiales. “Le dijimos al público: ‘Esto es serio; queremos su cooperació­n’”, dijo Marylouise Mclaws, epidemiólo­ga de la Universida­d de Nueva Gales del Sur en Sídney y asesora de la OMS a The Washington Post. “Independie­ntemente de por quién voten, la mayoría de los australian­os estarían de acuerdo en que sus líderes se preocupan realmente por sus electores y siguen la ciencia”, agregó.

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