LA NACION

Clima tenso e internas gremiales en el hospital

Hay temor a hablar y versiones cruzadas sobre los responsabl­es

- Lucila Marín

A más de una semana del inicio del escándalo del vacunatori­o vip, en el Hospital Nacional Posadas, lugar del que salieron las dosis que se dirigían al ministerio y donde se vacunaron funcionari­os, hay varias dudas sin responder. No muchos se atreven a dar sus nombres, prefieren hablar en los pasillos y en voz baja. Algunos ni siquiera eso. “¿Querés que me echen?”, contestó una enfermera que salía del vacunatori­o al ser consultada por LA NACION.

“No había vacunatori­o vip”, aseguró a Darío Silva, secretario LA NACION general de la Asociación de trabajador­es del Estado (ATE) de Morón, rechazando las acusacione­s sobre el circuito irregular que habría existido en el hospital. “Las irregulari­dades fueron en el ministerio y ahí no sabemos qué pasó”, agregó el dirigente.

De esta manera, se diferencia de Mirta Jaime, secretaria general de la Asociación Sindical de Profesiona­les de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (Cicop), quien reveló en Telefe que habían llegado al hospital tres combis con jóvenes “enviados del ministerio” para vacunarse.

Con un cartel redondo amurado a la pared se puede identifica­r la oficina de ATE. A la vuelta, doblando a la izquierda se encuentra los otros gremios con presencia en el Posadas, Cicop junto a la Federación Sindical de Profesiona­les de Salud (Fesprosa), el Sindicato de Trabajador­es de la Salud (STS) y la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN). “No sucedió lo de los jóvenes. Las combis vinieron pero era gente de la Dirección Nacional de Emergencia­s Sanitarias”, sostuvo Silva. “Las vimos llegar a mediados de enero y se armó revuelo porque eran todos chicos jóvenes”, dijo a LA NACION Jorge Yabkowski, secretario general de Fesprosa, quien asegura que después le pidieron un listado al ministerio, pero nunca lo recibieron.

“Nos duele porque todavía hay gente que no recibió su dosis”, dijo una empleada gremial. “Yo fui cinco veces y me decían que no había vacunas, ahora logré vacunarme pero no sabemos bien cuántos más faltan”, acotó otra. Las dos prefiriero­n resguardar sus nombres. De los 5200 empleados del hospital faltan vacunar cerca de 1000.

Acá está otro de los misterios. Los propios gremios no tienen acceso a los listados de vacunados. Pueden acceder a todos los datos del resto del hospital pero los de epidemiolo­gía van directo al ministerio. “No nos dan estadístic­as, no sabemos nada”, coincidier­on fuentes de Cicop y de UPCN que reclaman explicacio­nes del directorio porque no han hablado con ellos. Según varios empleados del hospital, las combis venían siempre a la tarde cuando el vacunatori­o estaba menos concurrido. Un guardia, que pidió no dar su nombre, aseguró a que el viernes 19, cuando LA NACION Verbitsky destapó la vacunación irregular, entre las 15:30 y las 16 llegó una al centro de salud con 15 personas.

El director del Hospital Posadas, Alberto Maceira, declaró como testigo el martes 23 y dijo que lo llamaban de parte de González García para enviarle personas para que sean vacunadas en el centro de salud.

“Las órdenes venían desde arriba. ¿Quién es arriba? No lo sé”, comentó una dirigente gremial. Otro guardia se animó a aventurar un nombre. “Los autoriza el director Alonso” era la frase cuando llegaban. Se refiere a Gustavo Alonso, el director general de Servicios Hospitalar­ios. Según los otros gremios, estaría alineado con ATE, al igual que Gustavo Javier Bahut, el supervisor de vigilancia, quien tiene acceso a las cámaras.

se comunicó con el hospital LA NACION y dijeron que por el momento no van a hablar “Toda la documentac­ión correspond­iente se llevó el martes a través del Director al juzgado”, agregaron. Desde ATE defendiero­n a Maceira. “Es un director que camina el hospital”, dijo Carla Horrisberg­er, delegada.

Los otros gremios coincidier­on en que esperan que ahora se transparen­te el sistema y “se vacune el que correspond­a”. El vacunatori­o vip expuso también las diferencia­s entre las fuerzas gremiales que habitan oficinas en el pasillo central de planta baja del inmenso centro del oeste del conurbano bonaerense, donde todavía algunos pocos se animan a hablar.

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