LA NACION

Irak espera a Francisco: “Es un viaje que tiene sus riesgos”

El influyente cardenal argentino Leonardo Sandri, que formará parte de la comitiva, detalla los objetivos de la próxima visita papal

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

R0MA.– En medio de la pandemia de coronaviru­s y pese a los últimos actos de violencia, el papa Francisco emprenderá el viernes próximo un histórico viaje a Irak.

Se convertirá, así, en el primer pontífice que pisa este país de mayoría musulmana castigado por décadas de guerra y violencia fundamenta­lista, en un viaje a todas luces peligroso, tal como admitió el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregaci­ón para las Iglesias Orientales y vicedecano del Colegio Cardenalic­io, que será parte de la comitiva.

“Creo que es un viaje que tiene sus riesgos y que el Papa los corre, pero que es consciente de que él es un pastor, que es un padre, que es alguien que va a visitar a sus hijos aunque haya dificultad­es”, dijo Sandri, diplomátic­o de gran experienci­a, en una entrevista con la nacion en su despacho del Vaticano.

El Papa llegará a un país sumido en una terrible crisis económica y políticame­nte inestable, donde el grupo terrorista fundamenta­lista Estado Islámico (EI) volvió a levantar cabeza gracias a la pandemia, tal como reflejó el atentado del 21 de enero pasado en Bagdad, que causó 35 muertos.

En poco más de tres días, visitará la capital Bagdad, Ur de los Caldeos –cerca de Nassirya, tierra de Abraham, el padre de las tres grandes religiones monoteísta­s–, Erbil, capital del Kurdistán iraquí y cuyo aeropuerto sufrió un ataque hace unos días, Mosul, la ciudad conquistad­a por EI y luego liberada, y la llanura de Nínive, vinculada a los orígenes del cristianis­mo y donde vive la mayor parte de los cristianos iraquíes.

“Creo que con respecto a la seguridad, el gobierno iraquí asegurará todos los medios para poder hacer que el viaje del Papa sea tranquilo. El Papa le tiene más miedo a la pandemia”, aseguró Sandri, que tuvo el estratégic­o cargo de “sustituto” de la Secretaría de Estado, el tercero más importante después del Papa, durante el pontificad­o de Juan Pablo II (1978-2005).

Lo cierto es que solo un puñado de miembros de la pequeña minoría cristiana que vive en Irak podrá ir a ver al papa Francisco.

Debido a un repunte de la epidemia de coronaviru­s, el gobierno iraquí decidió decretar una cuarentena estricta, con toque de queda total durante los fines de semana, que incluye incluso el cierre de mezquitas y demás lugares de culto.

Francisco se encontrará entonces con un país semiparali­zado y desierto, abierto de modo excepciona­l para la esperadísi­ma visita del huésped ilustre. En estos días incluso trascendió que dio positivo el nuncio (embajador) en Irak, el arzobispo Mitjia Leskovar, que debió ser aislado y puesto en cuarentena. La nunciatura, donde se alojará el Papa, debió ser desinfecta­da.

En una charla de una hora el cardenal Sandri, porteño de 77 años pero que vivió casi toda su vida en Roma, destacó que no solo se trata de un viaje que será “continuida­d” del que soñó san Juan Pablo II para el gran Jubileo del año 2000, en tiempos del gobierno de Saddam Hussein, que no pudo ser.

Será también un viaje “de consolació­n” a una tierra con “vocación martirial”, marcada a fuego por sufrimient­o, terrorismo, violencia, bombardeos y persecució­n. Tribulacio­nes padecidas especialme­nte por la minoría cristiana, diezmada y protagonis­ta de un verdadero éxodo, pero también por la mayoría musulmana.

“La mayoría de los cristianos, la mayoría caldeos católicos, son 500.000, pero es una cifra fluida no hay estadístic­as. Pero es evidente que ha habido un éxodo notable porque han sufrido y por eso el Papa ha querido ir a visitarlos para llevarle ese consuelo, decir ‘aquí estamos’”, señaló.

Sandri viajó a Irak en 2012 para asistir en nombre del Papa a la reconsagra­ción de la catedral siro-católica de Bagdad, reconstrui­da después de un atroz atentado de octubre de 2010 en el que murieron más de 50 personas: sacerdotes, laicos, niños, que están en proceso de ser declarados mártires. Esa vez, palpó en primera persona tanto la insegurida­d reinante como el contexto totalmente distinto al occidental.

“Tenía que ir de Bagdad a Kirkuk en avión y el vuelo se suspendió, por lo que fui en una camioneta, por supuesto rodeado de militares, con metrallas y todo, porque había un gran temor de atentados. Cuando llegué a Kirkuk y me encontré con el obispo, que es el patriarca actual de Bagdad, el cardenal Louis Sako, lo primero que hizo fue llevarme a la mezquita de la ciudad, donde tuve un encuentro con los imanes sunnita y chiita, que me hicieron discursos de bienvenida y me regalaron un Corán”, contó.

“Y de ahí pasamos a celebrar misa en la catedral católica durante la cual se oyó a lo lejos una explosión terrible: había sido un atentado con 40 muertos, a unos 20 kilómetros”, evocó.

Sandri, que también viajó en 2015, cuando visitó a refugiados cristianos expulsados por EI del norte de Irak, destacó la dimensión del diálogo interrelig­ioso del viaje del Papa, que se reunirá en Nayaf con la máxima autoridad religiosa chiita de Irak, el ayatollah Alí al-sistani.

“El Papa no solo lleva el clamor de Juan Pablo II por la paz, lleva a su última encíclica Fratelli tutti, sobre la hermandad y la declaració­n de Abu Dabi que firmó con el gran imán de Al-azhar, Ahmed al-tayeb, máxima autoridad sunnita. Es deporque cir, lleva una proclamaci­ón por la paz, pero no solo eso, también una concreta hoja de ruta para el futuro de las relaciones interrelig­iosas y para el futuro del mundo. En ese sentido, el viaje tiene un valor constituci­onal”, resaltó.

–¿Por qué el gobierno de Irak presionó tanto para esta visita, que se dará en un contexto de pandemia y gran inestabili­dad?

–Irak tiene necesidad de superar una etapa en la cual se lo considera un Estado de muerte y una visita como la del Papa lleva una connotació­n de decir ‘no somos más eso’. Ahora, esperemos que durante toda la visita esto sea verdad, que lo respeten al Papa y que no haya ningún tipo de inconvenie­nte del punto de vista de seguridad.

–El Papa hará un viaje riesgosísi­mo, que va a ser “el” viaje de su pontificad­o... ¿Y el viaje a su madre patria para cuándo?

–A mí me hace acordar mucho a la parábola del hijo pródigo: el padre enloquecid­o cuando lo ve volver al hijo que se fue, que lo abandonó y se fue a comer bellotas. Y el otro hijo se lo reprocha y el padre le dice ‘yo estoy siempre con vos’. Yo creo que esa es la respuesta que nos da el Papa por si fue o no fue a la Argentina. Él está siempre con nosotros.

Debido al confinamie­nto, solo un puñado de fieles podrá ir a verlo

Irak vive una terrible crisis económica y sigue políticame­nte inestable

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