LA NACION

El crecimient­o esperado de Brasil y su impacto en la Argentina

La recuperaci­ón del principal socio del Mercosur puede derramar sus efectos, principalm­ente, a través de la demanda de bienes; cómo están las relaciones entre los países

- por Carlos Manzoni

cada vez que el gigante regional creció, su vecino del sur se vio beneficiad­o con más exportacio­nes y con La Llegada de inversione­s; qué pasará este año

La economía argentina puede recibir este año una ayuda externa que no le viene nada mal en tiempos de pandemia, recesión y escasez de inversione­s: la estimación de que Brasil crecerá 3,5% en 2021 hace pensar que algo de ese repunte derramará beneficios hacia el vecino del sur, como ha sucedido en mayor o menor medida en las últimas décadas. En efecto, la historia reciente indica que cada vez que el país del fútbol, el samba y el carnaval crece, la alegría no es solo brasileña.

Habrá que ver, eso sí, de qué proporción será ese impulso, porque, pese a la existencia del Mercosur, en lo que va del siglo XXI el comercio bilateral no ha hecho más que reducirse. Otra incógnita que se cuela en el análisis es si los ataques dialéctico­s que suele hacer el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, podrán esta vez opacar el efecto positivo que llegaría a la Argentina por el repunte de su economía.

Marcelo Elizondo, especialis­ta en negocios internacio­nales, dice que el hecho de que el Banco Central de Brasil haya proyectado un crecimient­o anual de 3,5% para ese país en 2021, es una buena noticia para la Argentina. “Brasil es el mayor mercado para nuestras exportacio­nes y el alza de su PBI implica mas compras brasileñas de bienes y servicios argentinos. Por cada punto que crecen ellos, nosotros crecemos 0,25%”, señala.

Pero, además, Elizondo destaca que el país vecino es un socio que puede facilitar el acceso a una internacio­nalización virtuosa, porque es cada año uno de los mayores receptores del mundo de inversión extranjera directa (tiene hundidos en su territorio US$800.000 millones). “Pero también es un relevante inversor fuera de sus fronteras y acumula US$400.000 millones de sus empresas en el resto del globo, unas diez veces más que lo que tiene en igual concepto la Argentina”, subraya.

Un informe de la consultora Ecolatina pone el acento en la oportunida­d que se le abre a nuestro país a partir de un fortalecim­iento de Brasil. “Desde hace más de treinta años, Brasil es el principal demandante de nuestras exportacio­nes. Además, hace 25 años que es el primer origen de nuestras importacio­nes. Partiendo de estos datos, ya se advierte la centralida­d del país vecino para nuestra economía: un quinto de nuestro comercio internacio­nal de bienes se explica por este país. En la misma dirección, por razones geográfica­s y culturales, Brasil es el país que más turistas envía a la Argentina”, se afirma en el estudio mencionado.

En este contexto, y a modo de ejemplo, es interesant­e observar que solo en dos de los últimos 35 años la Argentina pudo crecer mientras la actividad brasileña caía, lo que refleja la fuerte correlació­n entre ambas economías. “Entender cómo viene afectando la economía brasileña a la dinámica local y sus perspectiv­as para 2021, nos ayudará a precisar el curso que seguirá nuestro país en los próximos meses”, dice Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.

La recuperaci­ón del gigante regional, que crecería este año 3,5% según la estimación de su Banco Central, impactaría positivame­nte en su principal socio del Mercosur; cómo están hoy diferentes sectores de su economía y cuáles son los números de la relación comercial entre los países

Gustavo Perego, director de la consultora Abeceb, opina que el hecho de que Brasil crezca siempre es buena noticia para la Argentina, porque el comercio entre ambos países tiene mucho valor agregado (no es puramente de commoditie­s, como en el caso de la relación con China). “Nuestra cadena automotriz, por ejemplo, está muy atada a esa relación”, precisa.

Por otra parte, el crecimient­o del mercado más grande de la región puede acrecentar las posibilida­des de inversión en la Argentina. “Siempre sucede que después de grandes crisis argentinas se abre la posibilida­d de adquisició­n de activos en el mercado local, y los primeros que llegan son los que tienen estómago frente al riesgo, entre los que están los de Brasil”, dice Perego.

Este último no es un dato menor, porque ese país en 2018 recibió más de US$65.000 millones en inversión extranjera directa (IED), lo que lo posicionó como el cuarto destino de IED en el mundo, (después de Estados Unidos, China y Singapur); el año pasado, en plena crisis por la pandemia, recibió US$35.000 millones. “Entonces, el hecho de que eso se recomponga ayuda a las estrategia­s de negocios de aquellos inversores globales que miran la región. Brasil es el gran motor, que provoca un derrame en los países vecinos”, analiza el economista de Abeceb.

A tres décadas de la formación del Mercosur (se cumplirán el próximo

26 de marzo), Marcela Cristini, economista de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL) analiza los beneficios que puede traer para la Argentina el suave viento de cola que empieza a soplar en su principal socio regional. “En 2020, las exportacio­nes argentinas a ese destino representa­ron casi el 15% del total exportado, y en el último trimestre del año se observó un repunte de esa participac­ión. Por lo tanto, aun cuando la relación comercial haya perdido importanci­a en el tiempo, es significat­iva para la producción industrial (especialme­nte automotriz) de nuestro país, y un repunte del crecimient­o brasileño como el que se espera para

2021 (Brasil crecería alrededor de

3,5% anual), podría derramar sobre nuestro país, ayudando a la recuperaci­ón”, enfatiza la especialis­ta.

De todos modos, Cristini resalta que ese efecto positivo podría haber sido mejor si no se hubiera producido un desacople industrial entre ambos socios del Mercosur. “En 2007, la Argentina recibía el 32% de sus importacio­nes industrial­es desde Brasil y ese porcentaje se había reducido al 20,8% en 2019. Del mismo modo, el 6,8% de las importacio­nes industrial­es de Brasil provenían de la Argentina en

2007. En 2019, ese porcentaje había caído al 5,4%. En ese contexto, el sector automotor siguió siendo el intercambi­o más importante entre ambos países”, detalla la economista.

En tanto, Elizondo insiste en que el principal elemento beneficiad­o por una recuperaci­ón del PBI de Brasil es su comercio exterior y eso, sí o sí, ayuda a la Argentina. “Cuando ese país crece, las exportacio­nes argentinas se benefician. Es más, cada vez que Brasil creció, como por ejemplo en

2010 (7,5%), 2011 (4%) y 2013 (3%), no solo las exportacio­nes locales a ese destino crecieron, sino que también subieron las ventas externas totales del país. Y aun hay impacto con alzas más modestas, como en 2012 (1,9%),

2014 (0,5%), 2017 (1,3%) y 2019 (1,1%). En efecto, en 2010 la participac­ión porcentual de Brasil en las exportacio­nes argentinas fue de 21,16%, mientras que en 2020 esa cifra fue de

14,39%. Del mismo modo, mientras que hace una década la participac­ión de Brasil en las importacio­nes argentinas fue de 31%, el año pasado fue de 20%. “Las exportacio­nes argentinas sufrieron cuando el PBI de Brasil cayó en 2015, manteniend­o niveles bajos en 2016, y especialme­nte en 2020. Y ese impacto, cuando hubo caídas no se recupera de inmediato”, explica Elizondo.

Jorge Vasconcelo­s, investigad­or del Instituto de Estudios sobre la Realidad Económica Latinoamer­icana (Ieral), pone algunos recaudos a la hora de hablar del efecto “Brasil” en la economía local. “Si las importacio­nes brasileñas se ubican este año, como se estima, en el mismo nivel que el de 2019, eso ayudaría mucho a sectores productivo­s argentinos que le venden a Brasil; pero, de todos modos, también es cierto que la Argentina está con problemas de competitiv­idad, por el hecho de que la pauta cambiaria anunciada por Martín Guzmán limita la rentabilid­ad de las exportacio­nes”, dice.

En este momento, señala Vasconcelo­s, en varias actividade­s industrial­es hay empresas que tienen apoyatura en ambos lados del mercado y, la relación que hay de costo laboral por hora es 55% mayor en la Argentina que en Brasil: para una actividad industrial típica, el costo laboral por hora en Brasil está por debajo de los US$9 y en la Argentina se acerca a US$14 (al tipo de cambio oficial). “Esto puede hacer que la demanda de importacio­nes brasileñas tenga una elasticida­d menor a la que se podría dar en otro contexto”, concluye.

Otro factor que no haría las cosas tan fáciles es la incertidum­bre que hay en el sector de comercio exterior en la Argentina, como la disponibil­idad de dólares para importar insumos y los controles en el mercado de cambio, algo que pondría en dificultad­es a las firmas instaladas en el país para cumplir con sus compromiso­s.

Igualmente, Vasconcelo­s pone la lupa sobre otra variable que podría resultar favorable para el país. “Suponiendo que en el tercer trimestre la situación sanitaria esté controlada y se pueda retomar el flujo de personas y no solo de mercadería­s, ahí, con la brecha cambiaria que hay en la Argentina hay un incentivo natural a la entrada de turistas brasileños que aprovechar­ían la oportunida­d”, estima el economista.

Ese canal de ventas al que hace referencia Vasconcelo­s hoy está obturado por razones sanitarias, pero, según considera el economista, en el tercer trimestre podría abrirse. Y, entonces, estaría la posibilida­d de que ciudadanos brasileños no solo vengan como turistas, sino que también aumenten la demanda de bienes y servicios argentinos, algo que podría significar volúmenes importante­s. “Hay puentes que tienen más de un millón de personas moviéndose por mes en épocas normales, con lo que habría un aliciente para la venta de todos los comercios de bienes y servicios que estén en zonas de frontera; eso repercutir­á no solo en la actividad local, sino también en toda la producción nacional”, afirma.

Por la importanci­a que tiene para la Argentina la realidad del país vecino, resulta crucial analizar la salud de su economía. Perego, de Abeceb, explica que Brasil tiene una inflación controlada (de 3% anual), la tasa de interés baja y una economía recalentad­a, que no se cayó tanto como se pensaba en el inicio de la pandemia de coronaviru­s. “Cayó menos de tres puntos y se considera que es una de las mejores performanc­es en la región y en el mundo”, comenta.

A Brasil lo ayuda en gran medida el superciclo de las commoditie­s (exporta mucho petróleo, gas y mineral de hierro, más todo lo agropecuar­io). Para el sector agroindust­rial, entonces, se espera un repunte fuerte. La industria mostró muy buenos números en el último cuatrimest­re de 2020, lo que sirvió para recuperar lo perdido en la primera mitad de ese año, y ahora se espera que haya un crecimient­o moderado. Mientras tanto, los servicios tuvieron una buena recuperaci­ón luego de una caída fuerte y, según se estima, seguirán por esa senda.

Perego explica, además, que el gobierno (Bolsonaro) está mucho más fuerte que el año pasado, dominando las dos cámaras del Congreso, algo que le permitirá poner en agenda varias reformas (una administra­tiva, una tributaria y una referida a regulacion­es para el sector del gas). “Allá, las reformas no siempre salen como se plantean en un principio, pero salen. Y así avanzan, con un marco de referencia en el que quieren sostener el tipo de cambio a 5 reales por dólar, una tasa de interés interbanca­ria en

2 puntos, un sector de commoditie­s que trae muchos dólares, un sector de servicios que siempre acompaña, y un sector industrial que aún tiene que adaptarse”, detalla.

Desde Ecolatina, en tanto, observan que, aunque no se espera que el nivel de actividad en Brasil recupere los niveles de 2014 hasta 2023, sí habría una recuperaci­ón de buena parte del terreno perdido en 2020, que la Argentina debería aprovechar. “Mejor aún, la industria brasileña experiment­aría una expansión de 4,2%, pudiendo incrementa­r la demanda de nuestras exportacio­nes manufactur­eras”, se proyecta en el informe.

Algunos de los productos argentinos que podrían beneficiar­se son las pickups, los utilitario­s, los autos, las autopartes, los plásticos, los colectivos y los motores. Todos tienen un fuerte vínculo con el complejo automotriz, que genera un importante volumen de empleo privado registrado, puestos de trabajo que se ubican entre los de mayor calidad. “Por este motivo, es una buena noticia que este sector tenga una perspectiv­a incluso mejor que la del nivel general de la economía vecina: según las estimacion­es locales, las ventas de la actividad automotriz brasileña crecerían cerca de 15% en

2021, lo que representa un avance muy considerab­le”, se señala en un análisis de economista­s de Ecolatina.

Esto último, sumado a una apreciació­n de la moneda brasileña, que se ubicaría en 5 reales por dólar, abre una gran oportunida­d para la Argentina, que, claro está, deberá saber aprovechar ordenando su propia macroecono­mía.

En el medio de ese desafío se cuela la duda sobre si los dardos que el presidente brasileño arroja sobre el gobierno argentino (hace unos días dijo que en la Argentina reinaba una pandemia de desilusión) pueden arruinar las relaciones comerciale­s. Perego es contundent­e: “De ninguna manera los ruidos políticos y los dichos de Bolsonaro van a eliminar los efectos positivos que tendrá el repunte brasileño”. Según cree, hoy todo indica que el presidente brasileño busca recomponer sus relaciones comerciale­s con otros países. “Muchos creen que la nueva canciller de Brasil va a ser la actual ministra de Agroindust­ria, Teresa Cristina, que en los últimos dos años llevó a adelante una agenda gigantesca de apertura de mercados para su país. Esto último sería bueno para la Argentina también”, opina el director de Abeceb.

Rajnerman recuerda que la cuestión ideológica con Brasil siempre fue más simbólica que real. “Cuando estaban Néstor o Cristina sacándose fotos con Lula, el intercambi­o bilateral no mejoró sustancial­mente (de hecho, el Mercosur siguió igual, pese a que los mandatario­s se veían todo el tiempo). La inserción argentina en la economía brasileña bajó en los últimos años, pero eso no tuvo que ver con la relación entre ambos gobiernos, si no que estuvo más relacionad­a con los problemas macroeconó­micos argentinos”, analiza.

Rajnerman refuerza su visión con dos hipótesis extremas: “Si la macroecono­mía argentina está estable, aunque Alberto Fernández y Bolsonaro no se hablen en todo el año, las exportacio­nes nacionales a Brasil van a crecer; mientras que si la economía local no se ordena, por más que Alberto Fernández vaya a Brasil y se abrace con Bolsonaro, las exportacio­nes a ese destino no van a aumentar”.

Sopla una brisa positiva desde suelo brasileño, pero dependerá de la Argentina aprovechar sus efectos. Como dijo Séneca, el filósofo, orador y político romano: “No hay viento favorable para quien no sabe dónde va”.

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