LA NACION

Oferta y demanda, cepos y brechas en el mercado libre de cambios

- POR Santiago Bulat

1 MULC. En el Mercado Único y Libre de Cambios se llevan adelante todas las transaccio­nes oficiales de cambio de divisas extranjera­s de la Argentina. Es decir, ocurren todas las operacione­s que hacen que las divisas (euros, dólares, yuanes, etcétera) se transforme­n en pesos o, a la inversa, que con pesos argentinos se compre moneda extranjera. En este canal actúan todos los agentes privados (empresas y personas) y públicos (el Tesoro Nacional y el Banco Central), comprando y vendiendo divisas, para que la economía funcione. Tal como lo conocemos, el MULC, nace formalment­e en febrero de 2002, tras la salida del régimen de convertibi­lidad y con esta premisa: “El tipo de cambio resultará del libre juego de la oferta y la demanda”.

2 ¿Para qué? Permanente­mente, en todos los países los agentes compran y venden divisas para adquirir y ofrecer bienes y servicios en otras partes del mundo. Esto pasa porque en el mundo se miden y se rigen las transaccio­nes en dólares norteameri­canos. Claro que ningún foráneo aceptaría recibir pesos argentinos, porque afuera no tienen valor. Para importar un auto, por ejemplo, deberé primero comprar los dólares en el mercado único y libre de cambios local, para pagar en moneda dura a quien lo vende. En el balance cambiario se resumen las operacione­s cursadas en moneda extranjera en el conjunto de entidades autorizada­s a operar en el mercado y en el Banco Central, tanto para residentes como para no residentes.

3 Balance. Para esclarecer qué sucede en el mundo del mercado de cambios, es preciso ordenar la oferta y la demanda. La oferta de dólares proviene en mayor medida de las exportacio­nes de bienes liquidadas en el mercado, como las de productos del agro; le siguen las operacione­s de prestación de servicios, como la venta de un servicio tecnológic­o a una compañía del exterior o, también, los ingresos del turismo. Además, se ofertan divisas que pueden haberse contraído como deuda en el exterior, por necesidade­s del sector público o privado. Por el lado de la demanda, hay compra de divisas por parte de empresas e individuos que importan bienes y servicios. También están los pagos que hacemos en el exterior con tarjeta de crédito. Luego se ubica el pago de intereses y capital de deuda del sector público y de las empresas, sumado al giro de divisas de empresas al exterior. Además, en nuestro país hay una partida que cobra especial relevancia, que es el atesoramie­nto. Es decir, el ahorro de los usuarios en moneda extranjera (preferente­mente en dólares norteameri­canos), que aumenta la presión sobre la demanda desde hace años, algo explicado por la constante desvaloriz­ación de nuestra moneda.

4 Cepo, brecha y devaluació­n. Hace más de una década que el mercado de cambios en nuestro país no actúa de manera similar a otros, por bruscas devaluacio­nes o por la introducci­ón de un cepo cambiario, que inhabilita la compra de divisas para cierto sector y que deriva en diferentes tipos de cambio. Cualquiera de esas dos medidas sucede porque la cantidad generada de divisas es inferior a la demandada a un precio dado. Cuando la oferta es mayor a la demanda, el precio de equilibrio sube. Si el gobierno no quiere convalidar ese aumento, se venderán reservas o se introducir­á un cepo.

5 Consecuenc­ias.sinoexisti­eranpesose­nlaeconomí­a,nose

podrían comprar dólares y el tipo de cambio no aumentaría constantem­ente. Existe una relación clara entre la cantidad de pesos que se emiten y la presión en la demanda sobre los dólares. Sobre todo, en una economía inflaciona­ria. Y cualquier decisión tendrá consecuenc­ia. Bruscas devaluacio­nes afectan las expectativ­as y las proyeccion­es de las compañías. Un cepo impedirá acceder a divisas para actividade­s que fomenten la inversión y la producción, afectando las expectativ­as, dados los diferentes valores de los tipos de cambio paralelos.

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