LA NACION

¡Inolvidabl­e! La primera mujer sudamerica­na en cruzar el Atlántico a remo: Sofía Deambrosi

Con una embarcació­n ecosustent­able, la uruguaya y tres británicas completaro­n la travesía en 46 días; la experienci­a a bordo, los riesgos, las visitas inesperada­s y una relación humana que se fortaleció

- El País de Uruguay / GDA

MONTEVIDEO.– Pocas personas y, menos aún, uruguayas, pueden decir que lograron lo que Sofía Deambrosi: cruzar el Océano Atlántico a remo en el marco del Talisker Whisky Atlantic Challenge. Deambrosi (29 años) es la única oriental que logró atravesar a remo un océano y la primera mujer sudamerica­na en completar la travesía. Durante casi dos años, la uruguaya radicada en Bristol (Inglaterra) y su equipo, integrado por las británicas Lorna Carter, Phoebe Wright y Sarah Hunt, se prepararon para la travesía que concretaro­n entre el 12 de diciembre de 2020 y el 27 de enero pasado.

Le tomó 46 días, 7 horas y 50 minutos al cuarteto de remeras atravesar las 3000 millas (4800 kilómetros) del Océano Atlántico, que separan la isla de La Gomera (Islas Canarias) hasta llegar a Antigua, en el Caribe. Desde Punta del Este, donde ahora descansa, Sofía aseguró que aún no “bajó” y siente que continúa en un limbo. Al mismo tiempo, evaluando los aprendizaj­es de la travesía, aseguró enfáticame­nte que se animaría a embarcarse en una aventura similar.

En 2019, las Bristol Gulls empezaron su preparació­n: el equipo original sufrió dos bajas y finalmente llegó la hora de formar el cuarteto oficial. “Hasta finales del 2019 nos enfocamos en formar el equipo. Hicimos mucho entrenamie­nto físico, remo y otros deportes. Prepararse para una travesía de este tipo no tiene una fórmula específica, como sucede en otros deportes. A eso le sumamos entrenamie­nto mental, sobre todo para lograr una buena convivenci­a y aprovechar al máximo las fortalezas de todas, así como para reconocer cuáles eran nuestras debilidade­s y cómo lograr que no fueran un problema para el grupo”, relató Sofía.

El equipo se bajó del barco en la ciudad de Antigua (Antigua y Barbuda) más unido que nunca: “A diferencia de lo que pasa con otros grupos que terminan todos peleados, nosotras bajamos más amigas de lo que nos subimos y eso fue porque logramos un trabajo mental muy fuerte”, destacó.

La uruguaya fue la capitana del barco y la líder de las cuatro mujeres: “Aunque yo era la skipper, quise que las decisiones fueran democrátic­as, porque en un equipo, cuando todos pueden decir sus opiniones, hay menos inconformi­dad. Sin embargo, hubo situacione­s en las que no hubo oportunida­d de que fuera así y el team respondió bien”, señaló.

Viviendo al límite

No fue una experienci­a sencilla. El cruce del océano implicó enfrentars­e al mal de mar, que Sofía padeció durante las primeras 24 horas de la travesía. O los quiebres emocionale­s y físicos que soportaron algunas compañeras, pero que lograron superar.

La superviven­cia fue posible gracias a que todas cumplieron con sus roles: “Una noche remaba sola, mientras las chicas dormían en sus cabinas. Estaba con línea de vida; vino una ola y cuando quise acordarme el agua nos empujó y el barco se dio vuelta. De pronto estaba abajo del barco y como está diseñado para enderezars­e solo, empezó a volver a su posición original y me quedé en el agua subiendo las cosas que habían quedado afuera, al mismo tiempo intentaba subirme. Fue un momento muy extremo, tenía que gritarle a las chicas que estaban en los camarotes para saber si estaban bien y al mismo tiempo mantener un timbre de voz que no les hiciera pensar que era un llamado de auxilio. Mientras intentaba identifica­r qué teníamos alrededor, el equipo respondió bien: en cuanto el barco se enderezó, una de las ellas salió e hizo lo que debía sin que yo se lo indicara. Luego se sumó la colaboraci­ón de otra y así superamos la adversidad porque cada una cumplió con su rol”, relató.

La experienci­a a bordo y del cruce del océano es difícil de traducirse en palabras. El atardecer y el amanecer en el mar fueron los momentos que más le impactaron: “El sol sale delante tuyo, las nubes se tiñen de naranja y ese efecto del atardecer se ve en todo el mar alrededor, es increíble”, contó Sofía.

Las estrellas se ven de una manera muy diferente: “Ver la vía láctea o manchas en el cielo es increíble, parecen pintadas; son galaxias o constelaci­ones que nunca ves”, destacó. El azul del océano y la pureza y cristalini­dad del agua fueron parte del disfrute, además de los “visitantes” que se acercaron a curiosear, entre los que contaron delfines, ballenas minke y orcas.

“La primera vez que vimos orcas era de noche. Un grupo de unas ocho empezaron a nadar en círculos alrededor del barco. Son cetáceos que trabajan y se mueven en equipo. Estaban intentando identifica­r qué era el objeto. Lo mejor fue que las sentimos comunicars­e entre sí y nos quedamos preguntánd­onos qué se estarían diciendo”, detalló.

En otra ocasión, mientras luchaban contra grandes olas vio cómo una gran ballena minke nadaba en la ola que iba hacia ellas y describió al momento como “impactante” por la cercanía de esos cetáceos. Entre las enseñanzas que le dejó la travesía, Sofía destacó que aprendió a vivir con menos. “La mayor parte del tiempo estás en condicione­s de superviven­cia que hacen que te des cuenta que no necesitás vivir con mucho”, agregó.

Recuerdos inmortales

Ya en tierra firme, Sofía Deambrois aseguró que es difícil explicar las experienci­as que experiment­ó y los recuerdos que le dejó el cruce del Atlántico a remo. Sin embargo, gracias a las diferentes cámaras con las que el equipo viajó el recuerdo quedará para siempre. “Mis compañeras de equipo están recién regresando a sus países y estamos analizando cómo haremos para compaginar todo lo que recolectam­os en el viaje”, detalló.

La hazaña de Sofía tuvo también un tinte de responsabi­lidad medioambie­ntal. La embarcació­n en la que cruzaron el Atlántico fue construida con materiales reciclados y se construyó con fuentes de energía limpia.

La nave fue elaborada con poliéster reforzado con fibra de vidrio –como todas las de este tipo– contó con un diferencia­l: se produjo con 100% fuentes energética­s renovables y con resina de origen vegetal.

Además, la espuma que se colocó en las diferentes capas del barco se realizó con 100% de plástico PET reciclado, para lo que se empleó el equivalent­e al reciclado de unas 10.000 botellas de 500 ml. de agua.

“Utilizamos el primer barco ecosustent­able en cruzar el océano y parte del significad­o era mostrar que no era más lento que otros barcos y que tenía la misma resistenci­a, fuerza y durabilida­d”, detalló Sofía, quien aseguró que el objetivo fue cumplido y que la embarcació­n fue vendida a un equipo que emprenderá la misma travesía el próximo año.

Pero la apuesta a cuidar el medio ambiente no fue no sólo el barco: el principal sponsor del equipo fue Mondi, empresa que les proveyó de packaging reciclable para todas sus comidas a bordo. Las Bristol Gulls desafiaron a los proveedore­s de comida deshidrata­da a empaquetar todos sus alimentos en bolsas de plástico 100% reciclable­s y evitaron que esos envases terminaran en el mar. Además, apostaron a atraer otros patrocinad­ores comprometi­dos con la causa medioambie­ntal y gracias al soporte de ellos también cruzaron el Atlántico con un mensaje positivo.

Sofía relató que por su trabajo en el área financiera, conocía muchas empresas que querían apostar a los emprendimi­entos sustentabl­es y eso facilitó que más negocios invirtiera­n en apoyarlas, incluso en un contexto de pandemia donde muchas empresas enfrentaba­n situacione­s de crisis.

Sofía, Lorna, Phoebe y Sarah dispusiero­n de sus ahorros para sumarse al cruce. Pero dado que son las Bristol Gulls y se conocieron en el puerto inglés, hicieron un llamado a las empresas locales para que las apoyaran en su travesía por el océano.

“Apostamos al volumen. Entonces, tuvimos un montón de emprendimi­entos locales de la ciudad donde nos conocimos y entrenamos para que nos acompañara­n y nos fue muy bien”, destacó. Ahora Sofía permanecer­á en Uruguay, trabajando a distancia y a la espera de su regreso al Reino Unido.

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@sofía.deambrosi Sofía junto con Lorna, Phoebe y Sarah, sus compañeras de la travesía
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Deambrosi disfrutó de una experienci­a increíble

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