LA NACION

Nueva vida para los museos

No fue fácil, pero se logró: el público volvió a encontrars­e con el arte en la mayoría de las institucio­nes del país; con protocolo y la esperanza que aporta la vacuna, la oferta cultural no se rinde ante la pandemia

- por Celina Chatruc

La música electrónic­a se escucha desde el pasillo. Basta cruzar la puerta de la sala para encontrar lo más parecido a una fiesta en tiempos de coronaviru­s: enormes cadenas de neón colgadas del techo iluminan un mandala gigante de figuras humanas, y una rockola espera para ofrecer el tema elegido a cambio de una ficha. Sueño sólido, la muestra de Nicanor Aráoz con la que reabrió en noviembre el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, es una de las tantas concebidas antes de la pandemia que lograron avanzar a puertas cerradas, pese a la cuarentena. Y es, sobre todo, un gran ejemplo de que la experienci­a física de encontrars­e con el arte no puede ser reemplazad­a.

Si bien las opciones digitales se multiplica­ron en los últimos meses y marcaron el comienzo de una nueva era “híbrida” que tiene sus ventajas, ni el más avanzado recorrido en 360º puede igualar la visita a un museo con los cinco sentidos.

“Más que un dispositiv­o de fabricació­n de exposicion­es, un museo es un lugar social de copresenci­a. Cuerpos humanos y cuerpos de obras: hay materia sensible que no puede ser reducida a mera informació­n”, advertía a LA NACION en mayo Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación, mientras las obras más importante­s de la humanidad permanecía­n bajo llave.

Lograr la reapertura no fue fácil. Una vez que los principale­s museos del mundo comenzaron a recibir al público con estrictos protocolos, y con los shoppings porteños ya en funcionami­ento, los museos argentinos se unieron en una acción conjunta. Vinculados por primera vez en una red federal, impulsada por Fundación Proa, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Moderno y el Malba, iluminaron en octubre sus fachadas para visibiliza­r su “rol esencial” en “la ampliación del espacio público y la reconstruc­ción de los lazos sociales”.

La conquista de una “nueva normalidad”, desde entonces, fue paulatina. Al diseño de un protocolo que incluye visitas por turnos, control de temperatur­a, barbijo obligatori­o, un visitante cada 15m2 y compras de entradas online siguieron actividade­s e intervenci­ones que extendiero­n la programaci­ón de los museos hacia jardines, patios, calles y veredas.

“En esta idea de pospandemi­a, a pesar de todo lo malo, hay cosas buenas, como el terreno ganado del espacio público, que estamos convencido­s de que va a continuar. Las actividade­s al aire libre enriquecen la forma en que vivimos la cultura”, dijo días atrás a LA NACION Enrique Avogadro, ministro de Cultura porteño, al destacar también el compromiso de su área con “el proceso de reconstruc­ción social”.

Mientras la segunda ola de Covid-19 obligó a volver a cerrar museos en Europa y en países del norte como México y Estados Unidos -y algunos evalúan incluso vender obras de su patrimonio para solventar gastos-, la Argentina por ahora sigue el camino inverso. Con la llegada de la vacuna antes del invierno, el panorama es alentador: de los doce museos que dependen del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad ya abrieron el Moderno, el Larreta, el Fernández Blanco y el Sívori, y está previsto que otros los sigan “de manera escalonada, dependiend­o de la situación sanitaria”.

Por otra parte, 22 de los 26 museos que dependen de la Dirección Nacional de Museos reciben al público con exposicion­es, conciertos, ciclos de cine y charlas. Solo permanecen cerrados por obras de infraestru­ctura el Museo Casa del Acuerdo de San Nicolás, el Museo Mitre y el Palacio San José, y el Museo Nacional de Arte Oriental prepara su mudanza al Centro Cultural Borges. Los 120m2 que dejará este último en el Palacio Errázuriz, sede del Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD), alojarán la primera colección pública de diseño argentino del siglo XX.

Una noticia tan esperanzad­ora como el ritmo que comienza a recuperar la agenda de exhibicion­es. Anteayer abrió una muestra sobre gráfica y grabado moderno en la Casa Nacional del Bicentenar­io, organizada por el Museo Nacional del Grabado; para esta semana están previstas otras tres en el MNAD, el Macba y el Moderno, y luego tomarán la posta el Malba y el MNBA.

Mientras tanto, en sintonía con el nuevo paradigma híbrido, LA NACION ofrece la posibilida­d de conocer en el sitio museos.lanacion.com.ar las obras destacadas de los principale­s museos de Buenos Aires. Y descubrir historias como la de El beso, de Rodin, escultura realizada especialme­nte por el artista francés como un obsequio para el Museo Nacional de Bellas Artes.

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Alejandro guyot Otra energía. La muestra de Nicanor Aráoz en el Moderno es un ejemplo de que la oferta virtual no puede igualar el contacto directo con las obras

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