LA NACION

Varias formas de recrear el espacio

Además de exhibir obras en sus salas, el edificio que alojó la tabacalera Piccardo se transforma con intervenci­ones artísticas

- por Fernando García

Aparte de su colección permanente, que va desde el legado de Ignacio Pirovano hasta las últimas tendencias del arte contemporá­neo, el Moderno ofrece dos alternativ­as notables para traccionar la actividad presencial de los museos. Por un lado, las intervenci­ones de Diana Aisenberg (1958) en distintos sectores del edificio y

Sueño sólido, la impactante muestra de Nicanor Aráoz (1981) que marcó la reapertura del museo en noviembre, ahora reforzada con la inauguraci­ón de un mural de inspiració­n abstracta en parte de su fachada y la inminente apertura de una exposición dedicada a Elda Cerrato, el viernes próximo.

Así, tras su definitiva reconversi­ón en 2018, el antiguo edificio de la tabacalera Piccardo que es parte patrimonia­l de San Telmo agregó un sutil cambio en su caracterís­tica fachada industrial de ladrillos rojos. Desde mayo, durante el tiempo que pasó de la cuarentena estricta al distanciam­iento social, las paredes interiores del frente del Moderno se fueron cubriendo con Plano inesperado, un diseño de sitio específico del artista cordobés Elián Chali (1988), reconocido en todo el mundo por sus intervenci­ones en espacios urbanos en la frontera del espacio público y privado.

El mural de tresciento­s treinta metros cuadrados ocupa la Avenida San Juan desde la frontera del museo fundado por Rafael Squirru en 1956 (sin sede entonces) con el Macba hasta la esquina con la calle Defensa. Allí, la superposic­ión de planos en colores primarios (una geometría blanda o abstracció­n elástica) pega la vuelta y llega hasta el estacionam­iento del museo. Parece una ironía de la pandemia que la obra de Chali esté protegida de la mirada: no hay tapabocas pero rejas aquí que la separan del contacto directo.

Chali, un joven con discapacid­ad producto de una displasia ósea e hipoacusia, usó una palabra inusual para describir una obra de arte. Dijo que se trataba de una “venganza”. Con citas a Foucault y Deleuze, el cordobés se refería a la forma en que las ciudades, en su “escritura” urbana, dicen también qué cuerpos están habilitado­s a usarla. Es en ese sentido donde su geometría (una actualizac­ión de artistas como Yente o Frank Stella) elude el rigor formal y el supuesto carácter neutro del arte geométrico-abstracto.

Chali concibe sus intervenci­ones pensadas para grandes espacios como “gestos de acupuntura” sobre el nervio urbano, a la vez que afirma la voz de las personas con discapacid­ades como colectivo social. Solo en ese sentido, su obra puede vincularse con la ideología estética del street art, que va de lo político a lo vandálico. El museo, en tanto, habla de “activismo disca” en un intento por ligar el trabajo de Chali con los colectivos de género que atraviesan la agenda del arte contemporá­neo. Pero al que le toca circular con dificultad por las ciudades es a él. “La situación para gente como nosotros en Córdoba es triste y desoladora”, aseguró.

Para el cordobés, entonces, la pared antes inadvertid­a del frente del Moderno es ahora “un espacio expositivo ganado”. Pero su obra, en la que priorizó las formas blandas para ir contra la estructura edilicia, no será permanente sino que la idea es que sea reemplazad­a con el aporte de otros artistas en el futuro. Lo cierto es que el mural de Chali no puede ser más pertinente para la institució­n de la calle San Juan. Se trata de una obra de arte moderno puro que establece un dialogo entre la piel y las entrañas del museo alimentado por la colección Pirovano, el acervo público más completo de arte geométrico­abstracto de la Argentina.

Chali hablaba y detrás suyo la pantalla del auditorio del Moderno, habilitado con el necesario proto

colo, mostraba a otros hombres de overol de trabajo ejecutando las formas que él antes había diseñado en forma digital. No lo usaban como Marta Minujín para construir un personaje andrógino, sino que fueron los pintores (no en el estricto sentido artístico) que le pusieron el cuerpo al mural: Carlos Bolig, Juan Carlos Ovejero y Germán Ovejero. Los tres héroes anónimos del mural del Moderno son proveedore­s externos que participan de los trabajos de pintura que requieren las distintas salas al cambiar de exposición. —¿Se los podría considerar también autores? –quiso saber LA NACION.

—Fueron fundamenta­les en el proceso de trabajo, hubiera sido imposible sin ellos. Pero la cuestión de la autoría es un poco antigua y por otro lado mi experienci­a con la interdepen­dencia con otras personas la aprendí fuera del arte –dijo Chali.

Bolig y los hermanos Ovejero no participar­on, sin embargo, de la presentaci­ón.

La lógica del mash up

El cordobés comisionad­o por Victoria Noorthoorn, directora del Moderno, y la curadora Carla Barbero para “disolver la fachada medieval” del museo trabaja siempre en equipo y con la lógica de un artista contemporá­neo que no necesariam­ente pone las manos sobre su idea. Más aún, este mural (y el resto de su producción diseminada por paredes de Francia, México, Rusia o Taiwán) tiene para Chali la lógica del mash up. Un término de la música electrónic­a que denomina la superposic­ión de una pieza musical llevando la lógica del remix al extremo disparatad­o del collage dadaísta. En ese sentido, entonces, la autoría se expandiría también al arquitecto que, en este caso, diseñó el plano original de la tabacalera y a quienes lo reformaron sucesivame­nte en su adaptación a museo.

Para Noorthoorn, la obra de Chali simboliza la apertura del Moderno al barrio o un intento más efectivo por integrarlo. En ese plan, se cedieron otros espacios del edificio para que otros artistas los intervenga­n como es el caso del sitio específico Mística robótica en la economía de cristal, una suerte de cortinado de Diana Aisenberg que separa el lobby del patio como un portal místico. La obra de Aisenberg es el resultado de la colaboraci­ón entre amigos y alumnos de la artista, que se sentaron con ella a enhebrar los objetos rotos o en desuso que habían recolectad­o. Algunos muy preciados por sus dueños, y donados solo porque estaban destinados a integrar algo mayor. Otro de estos collares colectivos viste una de las columnas del primer piso del museo.

Un piso más arriba, la música electrónic­a atrae con la cualidad de un perfume. Viene de la rockola que forma parte de Sueño sólido. En la sala que aloja la creación transversa­l de Nicanor Aráoz no hay una rave ni mucho menos. Protocolo pandémico mediante, el visitante encontrará una escultura gigante que recrea figuras humanas sacudidas al ritmo del Samba, cual mandala iluminado con enormes cadenas de neón (una cita a su muestra Librada, de 2014, donde homenajeó a su madre), lo que permite evocar la experienci­a de “los cuerpos unidos en un todo colectivo”. Fue concebida por Aráoz antes de que el coronaviru­s cambiara el mundo (del arte, también).

 ??  ?? Elián Chali. Detalle de Plano inesperado, el mural de 330 metros realizado sobre la fachada
Elián Chali. Detalle de Plano inesperado, el mural de 330 metros realizado sobre la fachada
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina