LA NACION

La Argentina, un país con sus activos de remate

- Florencia Donovan

Hacía tiempo que los bancos de inversión en la Argentina no tenían tanto trabajo. Pero también, que no les costaba tanto poder cerrar algún negocio. Se está dando un fenómeno por estos días en la Argentina: hay una gran cantidad de activos argentinos en venta y no hay quién quiera comprarlos. Son muchas las compañías que buscan achicar su exposición en el país o directamen­te abandonarl­o por completo. No hay industria que sea ajena al fenómeno. La Argentina está de remate. Aunque el Gobierno no parece todavía haber tomado nota de ello.

Algunas son operacione­s conocidas, otras no tanto. Los enigmático­s en las conversaci­ones con abogados y banqueros sobran: “En los próximos días te vas a enterar de dos empresas de gas y una de electricid­ad que se van”, dice un hombre de la industria. “Hay marcas de indumentar­ia internacio­nales buscando banco para salir”, agrega un banquero. Pero también hay nombres, que se hacen públicos, y son muchos. Por caso, la petrolera china Sinopec está negociando la venta de áreas en Santa Cruz; Danone, que anunció la revisión de su operación en la Argentina, tiene en venta su negocio de aguas, y el laboratori­o Eli Lilly, que se destaca en medicament­os para la diabetes y tratamient­os oncológico­s, sondeó la posibilida­d de dejar su marca en manos de algún operador local (aunque en la empresa, dijeron que “reiteraban su compromiso con los pacientes de la Argentina y que en este momento no tiene ninguna nueva alianza o acuerdo específico sobre el cual brindar informació­n). Son sólo algunos ejemplos que se suman a los ya concretado­s: Latam, Falabella, Nike, Walmart, entre otras.

El problema en muchos casos es que los vendedores se encuentran con que el apetito de los inversores internacio­nales por el riesgo argentino es prácticame­nte nulo. Sólo se acercan algunos locales, que ya acarrean la reputación de hacer negocios con poco dinero. Así es que, por ahora, Telefónica le habría cerrado las puertas a la oferta del Grupo Olmos, lo mismo que la distribuid­ora de gas Naturgy a la propuesta que le acercaron José Luis Manzano y Mauricio Filiberti, flamantes dueños de Edenor.

Los grandes fondos de inversión internacio­nales –como Advent, Pegasus o Linzor Capital–, que en otros momentos no hubieran dejado presa por olfatear, están concentrad­os en sondear oportunida­des en otros países de la región.

“Hay una cantidad de empresas que están de remate, otras que están esperando ver si consiguen un buen precio. No se quieren ir a cualquier costo”, explica un banquero con años en el negocio corporativ­o. “Lo dramático es que muchas empresas no quieren hundir plata cash en el país, no sólo que el local quiere vender. El de afuera no quiere entrar plata, entonces se habla de canjes de acciones con valuacione­s escalofria­ntes en comparació­n con las de otros países de la región”, resume.

La falta de interés por la Argentina tiene su correlato en los precios de los bonos, que no logran levantar cabeza y rinden 18% en dólares, una tasa tan alta como la que llegaron a tener previo el canje de deuda.

Los empresario­s y el mercado perciben que la agenda del Gobierno, concentrad­a en las cuestiones judiciales y en la política, está muy alejada de su realidad. El presidente Alberto Fernández prácticame­nte no les dedicó más que unos pocos minutos de su discurso de apertura de la Asamblea Legislativ­a, y no les ofreció –excepto a la agroindust­ria, a la que le prometió avanzar con una nueva ley de incentivos impositivo­s– ninguna perspectiv­a de mejora. Más aun, el anticipo de que se impulsará un proyecto de ley para la pesificaci­ón de la energía generó un cimbronazo entre las empresas de petróleo y gas.

La realidad es que tampoco la oposición –concentrad­a en sus propias internas– se mueve activament­e para impulsar proyectos que contribuya­n a revertir las expectativ­as del sector privado.

No se crece sin inversión

“Acá el Gobierno está concentrad­o en fomentar el consumo, pero no entiende que si no se fomenta la inversión el país no va a crecer nunca”, comentaba uno de los principale­s empresario­s nacionales a minutos de haber finalizado el discurso del Presidente. El documento del Foro de Convergenc­ia, que publicó la nacion anteayer, refleja la problemáti­ca: la presión impositiva, la falta de reglas de juego estables, el cepo cambiario (con importacio­nes cada vez más trabadas y los giros de utilidades, prohibidos), los problemas sindicales y la falta de acceso al crédito son sólo algunos de los problemas que citan.

En privado, los empresario­s no ahorran calificati­vos, reclamos y quejas. En público, hace tiempo que decidieron dejar de figurar y cederles el micrófono a las cámaras que los nuclean. “Lo único que querés es que a fin de mes te aprueben las importacio­nes o que Paula Español te habilite a subir los precios”, dice, resignado, un empresario de la industria alimentici­a.

Otros también intentan hacer buenas migas con quienes consideran podrían crecer en la toma de decisiones en los próximos meses, como es el caso de los laboratori­os, que estarían por acordar con IOMA, a pedido del gobernador Axel Kicillof, una rebaja en los precios de los medicament­os de la obra social provincial. Será un buen anuncio electoral, en plena pandemia, poder aumentar la cobertura de los afiliados de la segunda obra social de los bonaerense­s.

Pero hasta los sectores más competitiv­os, que hoy tienen margen para exportar, están teniendo dificultad­es para sacar provecho de los tiempos de bonanza. Los problemas para acceder a créditos para prefinanci­ar exportacio­nes son cada vez más palpables, pese a los esfuerzos que en los últimos días se les pidió desde el Gobierno a algunos grandes bancos estatales.

Ya no sólo tienen dudas sobre el plan económico de Guzmán –descuentan que hasta las elecciones se apelará a todas las fórmulas conocidas–, sino que se preguntan: ¿tiene el Gobierno un plan B en caso de que la pandemia azote con fuerza en los próximos meses? Está claro para muchos de ellos que la interna entre Guzmán y el Instituto Patria tiene un vencedor cantado, al menos, mientras dure el año electoral.

La precarieda­d con la que opera la economía argentina es por momentos mayor que la que algunos imaginan. La habilitaci­ón del pago de importacio­nes depende en gran medida de que se cumpla en el mes la liquidació­n de divisas que los primeros días de cada periodo le envían por Whatsapp referentes de las grandes cerealeras. La micro gestión de la economía es una constante.

En el Gobierno hacen los números finos a diario. La inflación desvela a los principale­s funcionari­os del equipo económico. Más porque, a diferencia de otras elecciones, no hay tanto dinero para volcar en las bases y morigerar el impacto en el bolsillo. En el Gobierno creen que, siempre y cuando se mantenga el dólar anclado –aseguran que el Banco Central tiene un stock de bonos como para intervenir un año entero– y que las tarifas de servicios no aumenten más del 30% a lo largo de todo el año, la inflación podría mantenerse entre 2 y 3% en los próximos meses. Incluso se envalenton­an con la posibilida­d de que el dato de febrero, que se conocerá la semana próxima, dé por debajo de las estimacion­es privadas y se ubique entre 3,2 y 3,3%.

“En el tema tarifas, lo importante para el índice de inflación es la composició­n de los aumentos. Por ejemplo, si se sube o no la tarifa social”, explican en el equipo económico. Pese a que las audiencias públicas recién van a comenzar en 10 días, entre las distribuid­oras de gas ya descuentan que el incremento que les convalidar­á el Gobierno será del 28%, lo que representa­rá un aumento en las facturas de los usuarios del 9%.

Hace ya varias semanas que el grupo de Whatsapp Nuestra Voz, que supo nuclear a muchos empresario­s del país, tiene escasa o nula actividad. La desazón reside en que el problema no es exclusivo del gobierno de Alberto Fernández. Según un trabajo publicado por el economista Marcelo Elizondo, la Argentina es, después de Luxemburgo, Sudáfrica y Turquía, el país que más destruyó su stock de inversión extranjera directa (IED) entre 2010 y 2019 –último dato disponible–. Perdió en ese período US$16.421 millones. En términos porcentual­es, representa 19,2% de la inversión; una cifra sólo superada en ese período por países como Venezuela, Angola o Yemen.

La gran duda que tienen muchos por estos días es si llegará el momento en que los precios de remate se vuelvan atractivos. Por ahora, muchos eligen mirarlos de afuera.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina