Cómo es un día en el ATP de Buenos Aires en plena pandemia
De las crisis económicas a la pandemia, el argentina Open sabe de malabares para sostenerse en el calendario de la ATP; cómo es el día a día en el Balt, en medio de protocolos y pocos visitantes
La unión de las calles Valentín Alsina y Agustín Méndez, a un puñado de metros de los lagos de Palermo, suele ser el punto de bienvenida para el público en el ATP de Buenos Aires. Un amplio portón con un camino alfombrado y afiches de las raquetas más atractivas de la edición de turno es la primera conexión, año tras año, hacia la profundidad del torneo de tenis más tradicional de la región. Hoy, esa puerta está inhabilitada. En 2020, el Argentina Open finalizó el 16 de febrero, cuando el Covid-19 se empezaba a derramar en el mundo. Los cinco meses de suspensión del tour (de marzo a agosto) no afectaron al certamen porteño y, pese a que este año levantó el telón después de su fecha original, pudo sostenerse en el calendario. Ello no evitó que al torneo lo invadiera la incertidumbre o que tuviera que adaptarse a diversos protocolos.
En tiempos convencionales, después de que el torneo concluye en febrero, los organizadores se toman un respiro hasta mitad de año. Recién allí comienzan a planificar la próxima edición. Una vez abierta la nueva agenda, se proyectan los ajustes y se empieza a acelerar en septiembre/octubre, tras el US Open, cuando los jugadores más destacados informan si competirán en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, lo que termina de moldear el perfil del certamen. El año pasado fue distinto: la pandemia puso pausa. Planear un certamen con o sin público es muy distinto (en infraestructura, costos, servicios) y los organizadores no tuvieron certezas hasta diciembre, cuando decidieron no vender entradas y que sólo hubiera 300 espectadores diarios (corporativos, de patrocinadores). Así y todo, hubo un nuevo cimbronazo este año cuando el Abierto de Australia se aplazó varias semanas. Hubo estrés, pero la gimnasia ganada tras más de dos décadas (en 2001 fue la 1ª realización) acomodó los cambios abruptos.
Desde el día 1, los jugadores y sus acompañantes se alojaron en un hotel de Retiro, en un ambiente protegido que no llega a ser una burbuja aislada, ya que, por ejemplo, los empleados del hotel o los choferes del transporte oficial vuelven a sus domicilios. Así y todo, se intenta cuidar cada detalle. Después de cada viaje se desinfecta el interior del auto. Lo mismo sucede en los courts con los asientos de los jugadores y del umpire. Dentro de la cancha se colocaron dispensers con alcohol en gel para los jueces y los alcanzapelotas. Los tenistas contaban con el gimnasio y las salas de masajista, kinesiólogo y médico en el BALTC, pero, salvo el de encordados, los servicios se instalaron en el hotel. Con ello, la ATP pretende que los jugadores pasen el menor tiempo posible en el club.
Cada jornada, antes de ingresar en el BALTC, los protagonistas firman una declaración jurada asegurando que no tienen síntomas de Covid-19. Las comunicaciones que el torneo les hace a los jugadores son por código QR, para evitar la manipulación del papel. Se le mide la temperatura a cada persona en los ingresos (empleados, jugadores, público): de 37.5° hacia arriba, no entran. Hasta el momento, según comunicó el ATP porteño, no hubo casos. Esta temporada, la 21ª del torneo, no hay carpas comerciales ni patio de comidas. Se utilizan dos canchas de juego en vez de las tres habituales, con el objetivo de que todo sea más compacto y con mayor control en los desplazamientos de las 700 personas (de todas las áreas) que visitan el predio cada jornada.
En el court central, los palcos están armados para grupos de a cuatro personas. El VIP, siempre montado en una gigantesca carpa para 450 personas, ahora se dispuso debajo de una de las tribunas del estadio central, contra la vía, formándose una suerte de patio semicubierto. Los jugadores, que por lo general comían en un sector apartado del VIP, este año lo hacen en otra carpa especial, donde el acceso es restringido para los que están dentro del sistema de testeos (uno cada cuatro días). Los cortes y desvíos en las calles aleñadas son menores. Y los periodistas acreditados no tienen acceso en el área de jugadores y las ruedas de prensa son vía Zoom, por más que el periodista esté en el lugar.
“Es importante no haber perdido la continuidad del torneo. Son muchos años de historia, de relación con las marcas, con los jugadores, con el gobierno. Si salís de la rueda nunca más te volvés a poner en el mismo lugar. Asumimos ese compromiso y estamos muy contentos”, apuntó Martín Hughes, ejecutivo de Tennium, los propietarios del Argentina Open, un torneo que en su momento soportó los golpes de la crisis económica y ahora superó una pandemia.