LA NACION

Francisco: “Iré a la Argentina cuando se dé la oportunida­d”

En su regreso a roma desde Irak, evitó nuevamente referirse a una eventual visita al país

- Elisabetta Piqué ENVIADA ESPECIAL

A BORDO DEL VUELO PAPAL.– En la habitual conferenci­a de prensa a 10.000 metros de altura, en el avión que lo llevó de regreso de su histórica visita a Irak, el Papa respondió hoy la pregunta del millón.

¿Cuándo viajará a la Argentina, una asignatura pendiente al cumplir el próximo 13 de marzo su octavo aniversari­o como Pontífice? “Cuando se dé la oportunida­d”, respondió el exarzobisp­o de Buenos Aires, que, consciente de las malas interpreta­ciones que suele haber en su madre patria, también subrayó que no siente ninguna “patriafobi­a”.

“Yo quiero decirlo, para que no se hagan fantasías de patriafobi­a: cuando se dé la oportunida­d se deberá hacer (un viaje) a la Argentina, Uruguay y al sur de Brasil, ya que hay una similitud cultural”, explicó.

Francisco ya estuvo en Brasil en julio de 2013, cuando hizo el primer viaje internacio­nal para la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, cita que había “heredado” de su predecesor, Benedicto XVI, papa emérito y ocasión en la que también peregrinó al santuario mariano de Aparecida.

“Estuve 76 años en la Argentina, es suficiente ¿no?”, dijo en otra frase medio en broma medio en serio que suele utilizar cuando le preguntan sobre el viaje. Aclaró, además, que en la entrevista que le hizo hace dos años el periodista Nelson Castro para su libro sobre la salud de los papas, no dijo que no volvería más al país. Sino que dijo que no volvería en caso de renuncia al papado. “Mi amigo Nelson me preguntó si usted muere o renuncia vuelve a la Argentina o se queda. Le dije no volveré a la Argentina porque me quedo en mi diócesis [Roma], en esa hipótesis”, explicó.

Como en otras oportunida­des recordó, además, que tenía programado viajar a la Argentina a fines de 2017, en una gira junto a Chile y Uruguay, pero que esto se frustró debido a las elecciones en Chile y la campaña electoral que provocaron un retraso. Y “no fue posible” viajar en enero siguiente a la Argentina y a Uruguay –cuando viajó a Chile y Perú– porque se daba en plenas vacaciones de verano. “Repensando la cosa, se pensó ir a Perú, que había quedado afuera durante la gira realizada a Ecuador, Bolivia y Paraguay (en 2015)”, indicó.

En este contexto, al margen de precisar que tiene muchísimas invitacion­es para visitar diversos países, contó que para tomar la decisión de emprender una viaje suele siempre escuchar a embajadore­s, consejeros y demás personas y que, además, suele reflexiona­r y rezar mucho. Y que “la decisión sale de adentro”.

En una conferenci­a de prensa de casi una hora en la que permaneció de pie, Francisco, de 84 años y que padece de una dolorosa ciática, confesó haber quedado agotado de la maratón de tres días en Irak, en la que recorrió más de 1450 kilómetros al sur y al norte del país, traslados que lo obligaron a subirse a cinco aviones y a dos helicópter­os.

“Confieso que en este viaje me cansé mucho más que en los otros”, admitió. “Los 84 no vienen solos, es una consecuenc­ia”, agregó, mostrándos­e de todos modos muy contento por una gira que emprendió pese a los riesgos implícitos, tanto sanitarios –debido a la pandemia en curso– , como de seguridad.

El de Irak, de hecho, fue su primer viaje internacio­nal en 15 meses. El último había sido en noviembre de 2019 a Japón y Tailandia, que el Papa admitió haber sufrido. “Después de estos meses de prisión, esto es revivir, porque lo único que nos salva a los curas es la cercanía con el pueblo, no ser una casta privilegia­da de clérigos”, aseguró.

De evidente buen humor, arrancó felicitand­o a las periodista­s presentes por el día de la mujer y haciendo un chiste. “Siempre me pregunté ¿por qué no hay una fiesta de los hombres? Porque hacen fiesta todos los días los hombres”, bromeó, con su humor porteño de siempre.

Ante una pregunta del grupo de periodista­s estadounid­enses, obsesionad­os con el riesgo de que la pandemia en curso pudiera haber provocado durante la visita super contagios y demás efectos catastrófi­cos en la población iraquí, el Papa admitió que fue consciente de los riesgos. Pero que igual sintió que tenía que hacer este viaje.

“Como dije recienteme­nte, los viajes se cocinan en el tiempo, en mi conciencia y esto [la pandemia] era una de las cosas que más me hacía dudar”, admitió. “Recé mucho y al final tomé la decisión que venía de adentro. Tomé la decisión en libertad, con conciencia de los riesgos, después de rezar mucho”, agregó.

Confirmó, por otro lado, que tiene muchas ganas de visitar al Líbano, país en crisis y con problemas enormes y que probableme­nte viajará a Budapest, Hungría, en septiembre próximo, para la misa de cierre del Congreso Nacional Eucarístic­o, cuando también podría pasar por Bratislava, capital de Eslovaquia, que queda muy cerca.

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