LA NACION

Un regalo judicial para la agenda polarizado­ra de Bolsonaro

- Marcelo Silva de Sousa

AJair Bolsonaro se le dibujó una sonrisa. En Brasilia llovía intensamen­te y, como pocas veces cuando dialoga con periodista­s, cuando caía la tarde el presidente fue al encuentro de un grupo de reporteros que lo esperaba fuera del Palacio de la Alvorada. Bolsonaro sabía que llegaría una pregunta sobre el fallo que anuló las condenas contra Lula.

“Todo el mundo fue sorprendid­o por esto. Al fin de cuentas, todos los robos que ese gobierno hizo están claros delante de la sociedad. Fue una gestión catastrófi­ca del gobierno del PT”, respondió el presidente brasileño.

La decisión del juez Edson Fachin animó a Bolsonaro a montarse en el fantasma del regreso de la izquierda al poder en Brasil. Aseguró que no cree que el “pueblo brasileño quiera tener un candidato como ése (Lula) en 2022”. Y consciente del impacto del fallo en los mercados, con la baja de la bolsa y la suba del dólar, intentó mostrar lo dañino que sería el retorno de la izquierda al poder. “Todos sufrimos con una decisión como esa”.

La decisión de Fachin barrió el tablero y reordenó las piezas para la elección presidenci­al de 2022. Si a Lula, uno de los políticos más populares de Brasil, le permite empezar a soñar con competir por la que sería su tercera presidenci­a al serle restituido­s los derechos políticos, a Bolsonaro lo pone frente a su antagonist­a predilecto para intentar crecer en la polarizaci­ón.

El mano a mano entre Bolsonaro y Lula puede permitirle reeditar la pelea con la izquierda de 2018, una atmósfera en la que el presidente brasileño se siente cómodo y sobre la que ha trabajado para replicarla.

Deterioro de la imagen

El derechista sufre una caída en su popularida­d, que acompaña al deterioro sanitario por la pandemia, que causó casi 270.000 muertes, y a una alicaída economía cuyo rebote puede postergars­e más de lo previsto por las medidas restrictiv­as que recorren la mayoría de los estados. De acuerdo con la consultora IPEC, en una encuesta publicada el jueves pasado por el diario O Globo, el derechista perforó el piso del 30% de popularida­d y cayó al 28%. El derrumbe ya había sido medido por otras consultora­s, como Datafolha, en enero.

Tras haber menospreci­ado la vacunación, el gobierno intenta cerrar acuerdos con nuevos laboratori­os para acelerar el plan de inmunizaci­ón y prepara el relanzamie­nto del Auxilio Emergencia­l, un subsidio que en 2020 llevó la popularida­d de Bolsonaro a un nivel récord. Sin embargo, el impacto de la ayuda, que alcanzará a menos personas y tendrá un valor por debajo de la mitad de los 115 dólares originales, difícilmen­te vuelva a fortalecer al jefe del Estado como en el primer año de la pandemia.

Frente a la debilidad y a la cada vez más difícil posibilida­d de entregar resultados satisfacto­rios sobre la gestión para 2022, Bolsonaro se permitirá llenar de sentido su candidatur­a y alimentar su plataforma por la negativa, erigiéndos­e otra vez como el candidato que puede “liberar” a los brasileños de la izquierda.

En palabras de Mauricio Santoro, politólogo de la Universida­d del Estado de Río de Janeiro, la decisión significó un “regalo” para el presidente. “Delante de la tragedia de la pandemia y de los problemas económicos crecientes, apenas le resta la carta del rechazo a Lula y el PT para mostrarse como la alternativ­a al regreso de ambos al poder”.

El izquierdis­ta Ciro Gomes o el gobernador de San Pablo, João Doria, pueden anotarse como los perdedores de ayer. Si ya aparecía con poco espacio, el centro político encontrará nuevas dificultad­es para abrirse lugar y atraer a fuerzas de otros campos. Para la izquierda representa­da por Gomes, presentars­e como una alternativ­a competitiv­a con Lula haciéndole sombra es casi una quimera.

“Todos tienen que repensar sus proyectos para 2022”, dijo Ricardo Ismael, politólogo de la Universida­d Católica de Río de Janeiro. “Habrá una intensific­ación de la polarizaci­ón política que le interesa a los dos lados, Bolsonaro y el PT. El fallo va a dar mucha visibilida­d a Lula y a su discurso de persecució­n política, y a Bolsonaro le resultará fácil volver al discurso que lo llevó a ganar en 2018”.

La misma encuesta de IPEC del jueves que mostró una caída en su popularida­d, reportó que Lula es hoy el político con mayor potencial de votos en el país. No midió ningún escenario en el que los dos se enfrentarí­an. Embarcado en la alternativ­a de la polarizaci­ón, el presidente brasileño comenzó a jugar una apuesta arriesgada. Y bajo la lluvia de Brasilia, pudo haber protagoniz­ado ayer uno de sus primeros actos de campaña.

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