LA NACION

Libertad en Nicaragua

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BOGOTÁ.– Suele ser una señal de alerta, de democracia­s tambaleant­es que han sido tomadas por los intereses de unos pocos, que cualquier periodista se convierta en protagonis­ta de las noticias que emiten los diarios y los noticieros, pero en el caso de la aberrante y descarada persecució­n a Carlos Chamorro –y a las redaccione­s de medios de comunicaci­ón como Confidenci­al, Esta Semana y 100% Noticias– no solo se trata de una señal, sino de una prueba contundent­e de que, desde hace más de una década, Nicaragua ha estado sobrevivie­ndo a duras penas a los abusos y las arbitrarie­dades y los modos mafiosos de una dictadura devastador­a, y en los últimos tres años el asunto se ha agravado.

La historia, contada por el propio Chamorro hace apenas unos días, es la siguiente: el 13 de diciembre de 2018, ocho meses después de las manifestac­iones en las que miles y miles de nicaragüen­ses reclamaron el final del despiadado régimen y el regreso de la democracia cuanto antes, la policía tomó la redacción de Confidenci­al y de Esta Semana, sin ninguna licencia para hacerlo, por órdenes de su jefe supremo, el muy cuestionad­o presidente Daniel Ortega.

El régimen de Ortega puede censurar y perseguir, pero, en tiempos en los que las ciudadanía­s salen a las calles con sus teléfonos y sus redes, cada día es más difícil contener las voces que describen en vivo y en directo la tiranía que está sucediendo.

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