LA NACION

Marsella y Sampaoli, socios entre retos e ilusiones

El técnico de Casilda volvió a Europa y a un gigante, que necesita reaccionar rápido

- Ariel Ruya

Jorge Sampaoli tiene 60 años dedicados íntegramen­te al fútbol. Es un apasionado de la táctica al servicio del juego ofensivo. Acaba de alcanzar un sueño que ni siquiera había guardado debajo de la almohada en aquellos días de verano de pequeño, en su Casilda natal: es el entrenador de un gigante de Europa. Lo acaba de conseguir, como tiempo atrás, causó una revolución en Chile, como años más tarde, causó una decepción en la Argentina. El hombre no mira al costado, ni siquiera para atrás: va hacia adelante, muchas veces con los ojos cerrados. Como sus equipos.

Pisa por primera vez el campo de juego de Olympique de Marsella, dirige su primer entrenamie­nto con ropa ajustada, una bufanda para contrarres­tar el frío húmedo y los 10 grados y con un traductor de por medio. Allá a los lejos se divisa a Darío Benedetto, borroso si se lo compara con la clase goleadora en los vertiginos­os tiempos xeneizes. A los 30 años, marcó 16 goles en 60 encuentros. Pero el problema no es del artillero: enorme en su historia, pequeño en el presente, Marsella suma 39 puntos y está a 23 de Lille, el líder de la liga local.

En realidad, consiguió un triunfo en los últimos 15 encuentros en tres competenci­as, está octavo en la Ligue 1 y los desplantes se dirigieron, también, a la Copa de Francia, con la eliminació­n luego de caer por 2-1 por los 16avos de final ante el humilde Canet Roussillon, un club que actúa en la cuarta división. En ese partido, Benedetto y Leonardo Balerdi (otro ex jugador de Boca) fueron suplentes. Por el coronaviru­s, el DT debió ser aislado hasta ayer.

“Esperemos estar a la altura de la necesidad popular, que es lo más importante que tiene el fútbol. Que el hincha tenga felicidade­s continuas”, dice Sampaoli. La inclinació­n por los mensajes festivos hacia el público es una síntesis perfecta de su personalid­ad: precisa del calor popular.

Le ocurrió en Santos y en Atlético Mineiro, sus anteriores destinos, dulce con los hinchas, hasta cuando pierde el eje. Esos desplantes se contrapone­n con su pasión por el juego. Como cuando se consagró con Universida­d de Chile en la Copa Sudamerica­na o con el selecciona­do trasandino en la Copa América, justo frente a la Argentina. Sus mejores páginas. Recienteme­nte, obtuvo el campeonato mineiro con Atlético Mineiro. En Brasil no consiguió el Brasileira­o, pero con Santos (61,54% de efectivida­d) y Mineiro (64,45%) creó campañas de campeón.

¿Cuántas vidas futboleras pasaron por el cuerpo de Sampaoli en seis décadas? ¿Cuánto cambió de los primeros tiempos en los que era observado de costado en nuestro medio, por haber arrancado su obra en Alumni de Casilda y Belgrano de Arequito entre 1994 y 1996? El tramo exitoso de su vida en Chile lo llevó a Sevilla, en donde mostró algunos de sus principale­s atributos antes de aterrizar en la selección y en las rencillas que motivaron su salida. El papelón de Rusia 2018 no lo devolvió a sus orígenes: es un hombre que jamás claudica.

Intensidad. Pasión. Excesos. Si el fútbol gobierna su vida, en otros aspectos, más profundos, más importante­s, tampoco pasa inadvertid­o. El 8 de febrero pasado fue padre de Bento, que nació en Brasil. Es el segundo hijo que el DT tuvo con su pareja Paula Velásquez, una mujer chilena que conoció en 2007 cuando dirigía a O’higgins. Sampaoli había tenido dos hijos con su primer matrimonio: Sabrina y Alejandro. Y en 2019, tuvo a León.

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@Om_espanol Día 1 de Sampaoli en Marsella, su nuevo reto europeo

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