El Papa reclamó un reparto igualitario de las vacunas
Además, llamó a superar los retrasos en la distribución de las dosis
ROMA.– Como en Navidad, en su segunda Semana Santa confinada por el coronavirus –sin masas de fieles y sin clima de fiesta–, el drama de una peste que aflige todo el mundo marcó ayer el mensaje pascual urbi et orbi, a la ciudad y al mundo, del papa Francisco. Al margen de asegurar que Cristo resucitado “es esperanza para todos los que aún sufren de la pandemia”, reclamó que todos tengan acceso a los tratamientos, especialmente los más frágiles y, al recordar que “las vacunas son una herramienta esencial en la lucha, en el “espíritu de un internacionalismo de las vacunas”, llamó a la comunidad internacional a “un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”.
Como el año pasado, el Papa no pronunció su mensaje pascual urbi et orbi desde el balcón central de la Basílica de San Pedro: debido al confinamiento, nadie pudo ir a la plaza, así que lo hizo desde el interior, al final de la Misa de Resurrección. En esta celebración –que normalmente tiene lugar en un clima festivo y es al aire libre, en una Plaza de San Pedro repleta–, hubo apenas 200 fieles, todos con barbijo y distanciados. Terminada la ceremonia, en su mensaje urbi et orbi a los 1300 millones de católicos del mundo, el Papa invitó a no perder la esperanza en un momento más que difícil.
“Escandaloso”
“El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesando”, dijo. “La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres, y a pesar de todo –y es escandaloso– los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Ante esto, o mejor, en medio a esta realidad compleja, el anuncio de Pascua recoge en pocas palabras un acontecimiento que da esperanza y no defrauda”, aseguró.
“Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido”, siguió, al exhortar sostén para médicos y enfermeros. Recordó luego: “Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha”.
“Por lo tanto, en el espíritu de un ‘internacionalismo de las vacunas ’, insto a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”, pidió.
También mencionó a quienes“han perdido el trabajo o atraviesan serias dificultades económicas y carecen de una protección social adecuada”. E hizo un llamado a las autoridades públicas “para que todos, especialmente las familias más necesitadas, reciban la ayuda imprescindible para un sustento adecuado”. “Desgraciadamente, la pandemia ha aumentado dramáticamente el número de pobres y la desesperación de miles de personas”, lamentó, al evocar palabras de san Juan Pablo II, que en su viaje a Haití de 1983 había dicho que “es necesario que los pobres de todo tipo recuperen la esperanza”.
“Y precisamente al querido pueblo haitiano se dirigen en este día mi pensamiento y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultades, sino que mire al futuro con confianza y esperanza”, afirmó. “Jesús resucitado es esperanza también para tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universidad, y sin poder compartir el tiempo con los amigos. Todos necesitamos experimentar relaciones humanas reales y no solo virtuales, especialmente en la edad en que se forman el carácter y la personalidad”, dijo. Afirmó luego sentirse cercano a los jóvenes de todo el mundo y en modo particular a los de Myanmar, “que están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio solo puede disiparse con el amor”.
Países en conflicto
En un mensaje con el que suele hacer un repaso de los conflictos del mundo, Francisco también pidió por los emigrantes, por la “atormentada” y amada Siria, Yemen, Libia y por una solución al añejo conflicto palestino-israelí.
No ocultó su preocupación por pueblos de África golpeados por violencia interna y, finalmente, volvió a referirse a la pandemia, al subrayar que también este año, en diversos lugares, “muchos cristianos han celebrado la Pascua con graves limitaciones y, en algunos casos, sin poder siquiera asistir a las celebraciones litúrgicas”. “Recemos para que estas restricciones, al igual que todas las restricciones a la libertad de culto y de religión en el mundo, sean eliminadas”, dijo. “En medio de las numerosas dificultades que atravesamos, no olvidemos nunca que somos curados por las llagas de Cristo. A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos”, resaltó. “Y ahora recemos para que los efectos beneficiosos de esta curación se extiendan a todo el mundo. ¡Feliz Pascua a todos!”, auguró.