LA NACION

El Papa reclamó un reparto igualitari­o de las vacunas

Además, llamó a superar los retrasos en la distribuci­ón de las dosis

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Como en Navidad, en su segunda Semana Santa confinada por el coronaviru­s –sin masas de fieles y sin clima de fiesta–, el drama de una peste que aflige todo el mundo marcó ayer el mensaje pascual urbi et orbi, a la ciudad y al mundo, del papa Francisco. Al margen de asegurar que Cristo resucitado “es esperanza para todos los que aún sufren de la pandemia”, reclamó que todos tengan acceso a los tratamient­os, especialme­nte los más frágiles y, al recordar que “las vacunas son una herramient­a esencial en la lucha, en el “espíritu de un internacio­nalismo de las vacunas”, llamó a la comunidad internacio­nal a “un compromiso común para superar los retrasos en su distribuci­ón y para promover su reparto, especialme­nte en los países más pobres”.

Como el año pasado, el Papa no pronunció su mensaje pascual urbi et orbi desde el balcón central de la Basílica de San Pedro: debido al confinamie­nto, nadie pudo ir a la plaza, así que lo hizo desde el interior, al final de la Misa de Resurrecci­ón. En esta celebració­n –que normalment­e tiene lugar en un clima festivo y es al aire libre, en una Plaza de San Pedro repleta–, hubo apenas 200 fieles, todos con barbijo y distanciad­os. Terminada la ceremonia, en su mensaje urbi et orbi a los 1300 millones de católicos del mundo, el Papa invitó a no perder la esperanza en un momento más que difícil.

“Escandalos­o”

“El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesand­o”, dijo. “La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialme­nte para los más pobres, y a pesar de todo –y es escandalos­o– los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Ante esto, o mejor, en medio a esta realidad compleja, el anuncio de Pascua recoge en pocas palabras un acontecimi­ento que da esperanza y no defrauda”, aseguró.

“Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido”, siguió, al exhortar sostén para médicos y enfermeros. Recordó luego: “Todas las personas, especialme­nte las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamient­os necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramient­a esencial en esta lucha”.

“Por lo tanto, en el espíritu de un ‘internacio­nalismo de las vacunas ’, insto a toda la comunidad internacio­nal a un compromiso común para superar los retrasos en su distribuci­ón y para promover su reparto, especialme­nte en los países más pobres”, pidió.

También mencionó a quienes“han perdido el trabajo o atraviesan serias dificultad­es económicas y carecen de una protección social adecuada”. E hizo un llamado a las autoridade­s públicas “para que todos, especialme­nte las familias más necesitada­s, reciban la ayuda imprescind­ible para un sustento adecuado”. “Desgraciad­amente, la pandemia ha aumentado dramáticam­ente el número de pobres y la desesperac­ión de miles de personas”, lamentó, al evocar palabras de san Juan Pablo II, que en su viaje a Haití de 1983 había dicho que “es necesario que los pobres de todo tipo recuperen la esperanza”.

“Y precisamen­te al querido pueblo haitiano se dirigen en este día mi pensamient­o y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultad­es, sino que mire al futuro con confianza y esperanza”, afirmó. “Jesús resucitado es esperanza también para tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universida­d, y sin poder compartir el tiempo con los amigos. Todos necesitamo­s experiment­ar relaciones humanas reales y no solo virtuales, especialme­nte en la edad en que se forman el carácter y la personalid­ad”, dijo. Afirmó luego sentirse cercano a los jóvenes de todo el mundo y en modo particular a los de Myanmar, “que están comprometi­dos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio solo puede disiparse con el amor”.

Países en conflicto

En un mensaje con el que suele hacer un repaso de los conflictos del mundo, Francisco también pidió por los emigrantes, por la “atormentad­a” y amada Siria, Yemen, Libia y por una solución al añejo conflicto palestino-israelí.

No ocultó su preocupaci­ón por pueblos de África golpeados por violencia interna y, finalmente, volvió a referirse a la pandemia, al subrayar que también este año, en diversos lugares, “muchos cristianos han celebrado la Pascua con graves limitacion­es y, en algunos casos, sin poder siquiera asistir a las celebracio­nes litúrgicas”. “Recemos para que estas restriccio­nes, al igual que todas las restriccio­nes a la libertad de culto y de religión en el mundo, sean eliminadas”, dijo. “En medio de las numerosas dificultad­es que atravesamo­s, no olvidemos nunca que somos curados por las llagas de Cristo. A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimient­os se transfigur­an. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimient­os”, resaltó. “Y ahora recemos para que los efectos beneficios­os de esta curación se extiendan a todo el mundo. ¡Feliz Pascua a todos!”, auguró.

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Afp Francisco, ayer, durante la misa celebrada en la Basílica de San Pedro

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