LA NACION

El kirchneris­mo golpea sobre las fisuras de la oposición

- Claudio Jacquelin

Apesar deque lo acosan los problemas ir re sueltos( o, quizá, por lo mismo), el peronismo retomó la iniciativa para controlar la agenda política. Con cierto éxito inicial, el oficialism­o se abocó a golpear sobre algunas fisuras de la oposición en busca de una división, aún improbable pero nunca imposible.

Con guante de seda y puño de hierro, el cristicamp­orismo refrendó su centralida­d en el universo oficialist­a y se dispuso a horadar desde dos frentes la unidad de Juntos por el Cambio, en un notable ejercicio de la dialéctica diálogo-agresión. Cabe aclarar que la hiperactiv­idad de la organizaci­ón kirchneris­ta no puede atribuirse a que Alberto Fernández debiera aislarse por haberse contagiado de Covid-19. Es previa.

Cuando ya los opositores pretendían dar por consagrado el calendario electoral, el dúo Wado de Pedro-máximo Kirchner, dedicado a marcar el pulso político, metió por la ventana y consiguió instalar la negociació­n sobre una eventual postergaci­ón (y nunca descartada suspensión) de las PASO. Salteando a la conducción de la alianza opositora, otra vez los líderes camporista­s le corrieron el arco y, como diría Joaquín Sabina, infiltraro­n el virus de la duda en la cama matrimonia­l cambiemita. Mucho, mucho ruido.

En simultáneo, el binomio Martín Sori a-ro dol fo tail ha de, que comanda la nueva fuerza de tareas judicial oficialist­a, se dedicó a golpear, con la sutileza que caracteriz­a a ambos, sobre el macrismo. También sobre jueces y fiscal es. Juego político y judicial. Sus brutal es des calificaci­ones a la prensa en general, y a Joaquín Morales Solá y Daniel Santoro en particular, corren por otro carril, que es el de la negación de la libertad de expresión y de prensa, tendiente a acallar cualquier voz crítica.

La publicidad de las reuniones que Mauricio Macri mantuvo durante su gestión con camaristas federales sirvió de herramient­a de percusión no solo para reinstalar la teoría del lawfare y así dinamitar las causas que complican seriamente a cristina Kirchner y a varios exfunciona­rios. También buscó operar sobre la dinámica interna de Juntos por el Cambio, obligando a su dirigencia a dar respuestas sobre su propio pasado y a recentrars­e en torno de Macri, rival preferido por el kirchneris­mo. Al mismo tiempo, la ofensiva cuestiona a Pro en una dimensión nuclear e identitari­a: su rol de guardián de la republican­a división de poderes. “Los inocentes son los culpables”, tararean Soria y Tailhade.

El oficialism­o cosechó así sus primeros logros: la casa no está en orden y la Semana Santa no transcurri­ó en paz en el universo cambiemita. El intercambi­o de llamadas, mensajes con reproches e intentos de aclaración se ha vuelto incesante entre los dirigentes opositores desde la tarde del martes pasado.

El cruce empezó apenas minutos después de que De Pedro-kirchner, con el habitual acompañami­ento de su socio facilitado­r Sergio Massa, hicieron transcende­r a los medios que habían tenido el visto bueno para revisar el calendario electoral y postergar las PASO de parte de Cristian Ritondo y de Jorge Macri. Poco importaba que ninguno de ellos tuviera un rol relevante en la conducción aliancista. Uno es el presidente del bloque de diputados de Pro y miembro del círculo íntimo de Horacio Rodríguez Larreta; el otro, además de ser un referente de los jefes comunales opositores, es portador de apellido. Suficiente. Si el dúo camporista había apostado a que hubiera “un ladrillo menos en esa pared” cambiemita que frenaba cualquier cambio de las reglas electorale­s, no empezaron mal con su reversión del clásico de Pink Floyd. Aunque estén muy lejos des erro ger Waters y David Gilmour.

Después de casi un año, la primera reunión presencial de la mesa nacional de Juntos por el Cambio, por celebrarse mañana, tendrá así más atractivo y tensión de lo que se preveía cuando fue convocada.

La combativa presidenta de Pro, Patricia Bullrich, ya les anticipó a los socios del espacio opositor cuál será su posición: “Yo voy a defender lo que siempre ha sostenido JXC: en años de elecciones no se cambian las reglas electorale­s”. Habrá debate.

En Pro no todos parecen tan irreductib­les. La posibilida­d de posponer las primarias y generales un mes, por causa del Covid, no es rechazada con igual énfasis cerca del jefe de gobierno porteño.

En la UCR tampoco hay posición unánime, aunque existe voluntad de someterse a la decisión mayoritari­a. El presidente radical, Alfredo Cornejo, está obligado a escuchar las distintas voces partidaria­s y consensuar. Los matices van desde la postura de los gobernador­es Gerardo Morales ygustav oval dés, que directamen­te se inclina n por suspender la PASO este año, hasta las de otros dirigentes más proclives a aceptar una postergaci­ón. La diagonal que buscará Cornejo incluiría aceptar una postergaci­ón de no más de un mes por motivos sanitarios, siempre y cuando el oficialism­o garantice la realizació­n de las primarias antes de las elecciones generales.

El principism­o y la verticalid­ad de la Coalición Cívica no habilitan fisuras internas, y si bien sus integrante­s se oponen a modificaci­ones de fondo, podrían acordar con la posición de Cornejo.

En el fondo del debate lo que anida es el temor de casi todos a que la apertura de la negociació­n termine por habilitar la discusión sobre una suspensión de la PASO o una unificació­n de la fecha de las primarias con las generales, que en la práctica se traduciría en un sistema de lemas. El peronismo ya ha sentado precedente en la manipulaci­ón de normas electorale­s. Así llegó Néstor Kirchner a la presidenci­a en 2003. Un argumento de peso para quienes acusan de ingenuidad (como mínimo) a Ritondo y Macri, y miran con recelo a Valdés y Morales.

Ofensiva judicial

Otro frente es el que acaba de abrir la ofensiva político-judicial de Soria y Tailhade. Las visitas a Olivos y la Casa Rosada durante la gestión macrista de los miembros de la Cámara de Casación Gustavo Hornos y Mariano Borinsky les permitiero­n a los mastines cristinist­as construir una relación( o relato) causal que vincula la situación penal de Cristina Kirchner y su entorno con esas reuniones. Aunque las causas hayan pasado por muchos otros magistrado­s e instancias judiciales.

Preso de una singular paradoja, Macri, que fue cuestionad­o por el antikirchn­erismo más cerril por no contar con una estrategia judicial, no haber hecho nada para que la expresiden­ta fuera condenada y haber permitido que recuperara el poder, es ahora acusado de haber liderado una organizaci­ón para llevarla a prisión. Ningún éxito. Es lógico que busque revancha después de este Primer tiempo.

La antigua imputación sobre las supuestas operacione­s de la mesa judicial para influir sobre los jueces (a la que alguna vez adhirió la líder moral del espacio, Lilita Carrió) y los elementos que aporta este nuevo embate obligan ahora al ex presidente a dar explicacio­nes. Para adentro y para afuera. Un abrupto cambio de agenda, que acaba de empezar

El macrismo duro esgrime la explicació­n de que Borinsky concurría a Olivos y a la Casa Rosada porque presidía una comisión de reforma penal. Suena mucho mejor que la versión de que asistía para jugar al tenis. Ser y parecer también es relevante en la división de poderes. No servirían como excusa absolutori­a otros antecedent­es más antiguos de relaciones similares con otros mandatario­s ni que el actual presidente haya invitado a comienzos de su mandato a un juez federal en funciones a jugar al fútbol los viernes en Olivos. En este caso, el pudor cívico del magistrado evitó que el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial compartier­an vestuarios. Resabios del machismo político y algo más.

En la previa de la reunión de la conducción plenaria opositora, esta cuestión se incorporó al temario y a las charlas preparator­ias de cada espacio cambiemita.

La Coalición Cívica, en su condición autoasigna­da de garante ético de la alianza, lo tratará mañana, tras la reaparició­n de su jefa al terminar el recogimien­to que se impone antes de las pascuas cristianas.

Los integrante­s de pro que no integranel actual entornomac­r is ta también buscan construir un discurso que les permita seguir construyen­do su propio futuro sin renegar de sus orígenes. El objetivo excede la cuestión judicial. Discutir el pasado los obliga a cerrarse justo cuando pretenden abrirse para ampliar su base de sustentaci­ón.

Ese es el verdadero debate pendiente dentro de JXC. El embate oficialist­a se lo retrasa, pero no se lo evita. Por el contrario, lo amplifica, explorando y explotando sus fisuras en busca de una división. los problemas no son solo del Gobierno.

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