LA NACION

Adultos mayores. Cuidados y consejos a tener en cuenta para enfrentar la segunda ola

Estén vacunados o no, expertos advierten que deben mantener todas las medidas de prevención, aunque recomienda­n evitar el aislamient­o absoluto por el impacto emocional

- María Nöllmann

“Este virus se está haciendo muy largo y me da miedo”, dice por teléfono Edda Ghedini, de 89 años, desde su casa, en Quilmes. Ghedini dejó de salir a la calle hace más de un año, cuando comenzó la primera ola de contagios de coronaviru­s en el país, y todavía no se anima a recobrar el hábito. “Viví la epidemia de poliomieli­tis cuando mis hijos eran chicos y fue muy triste, pero fue corta, nada que ver con este virus, que tiene cada vez más cepas y no se termina más”.

Ella vive sola: su marido falleció hace cinco años. Y últimament­e, dice, pasa largos ratos en su casa recordando otras épocas, soñando que vuelve a su pueblo de la infancia, en Italia.

Ghedini recibió la primera dosis de la vacuna Sputnik V hace dos semanas y estaba tan contenta que le agradeció a los enfermeros en ruso, idioma que maneja. Sin embargo, afirma, hasta no recibir la segunda aplicación –le avisaron que ocurrirá dentro de los próximos tres meses–, seguirá teniendo los mismos cuidados que mantenía antes de vacunarse: solo saldrá a la calle para barrer las hojas de su vereda y recibirá a sus hijos en su casa, pero con distanciam­iento.

Vacunados o no, con familia o no, la vida de gran parte de los adultos mayores se rige desde hace más de un año por una misma norma: el aislamient­o social. Instalados en sus casas o en residencia­s geriátrica­s, viven la segunda ola de coronaviru­s como una continuaci­ón sin pausa de la primera, pero más intensa, debido al hartazgo. Y esperan la vacuna, la primera o la segunda dosis, según el caso, con la ilusión de poder recuperar, al menos en parte, sus actividade­s y sus relaciones afectivas.

Según el Dr. Eugenio Semino, presidente de la Sociedad Iberoameri­cana de Gerontolog­ía y Geriatría y defensor de la tercera edad de ciudad de Buenos Aires, los niños y los adultos mayores son los dos sectores poblaciona­les más afectados por la prolongaci­ón de la pandemia. “Los mayores perdieron su mundo de afectivida­d: ver a sus hijos, sus nietos o sus amigos. Un año de su vida equivale a 10 años de un joven, porque les quedan pocos”, destaca el especialis­ta. Y agrega: “Las consecuenc­ias del encierro en términos de la salud mental y física son muy serias”.

Ritmo lento

El ritmo con el que se está vacunando a las personas de la tercera edad, los mayores de 60 años, asegura Semino, está siendo significat­ivamente inferior a lo que el gobierno nacional había anunciado en un principio.

Al día de hoy, según cifras oficiales, se vacunó a nivel nacional 1.980.072 personas de 60 años o más, lo que equivale al 26% de la población de la tercera edad. Se trata de una población total de 7,3 millones, de acuerdo con la proyección del Indec para este año.

Según informació­n de la Defensoría, la jurisdicci­ón que proporcion­almente vacunó a la mayor cantidad de adultos mayores hasta la fecha es CABA, que ya aplicó la primera dosis de Sputnik V o Astrazenec­a a dos tercios de las personas que se encuentran dentro de ese rango etario.

Mirian Rozenek, médica infectólog­a y geriatra, afirma que los cuidados que deben tener los adultos mayores hoy son exactament­e los mismos que debían tener el año pasado, aun los que están vacunados. “Hasta que no haya una cantidad de personas vacunadas que asegure que uno no tiene de dónde contagiars­e, vamos a tener que seguir exactament­e igual”, dice.

Rozenek enfatiza que todas las personas, especialme­nte los adultos mayores, deben evitar el aislamient­o, porque este “desmorona a los seres humanos” y afecta de una manera especialme­nte negativa a la tercera edad, que maneja tiempos distintos. “Los adultos mayores no deben quedarse encerrados en la casa. Deben, con todos los cuidados que correspond­en, hacer actividad física y ver a sus seres queridos”.

También resalta que las personas mayores no deben dejar de realizarse los controles médicos habituales obligatori­os y deben vacunarse contra la gripe y la neumonía.

Diferir la segunda dosis

“Vivimos como si todavía no nos hubiéramos vacunado”, cuenta Beatriz Marta Martello, de 77, que vive con su marido, Osvaldo José Bussetto, de 81, en Bernal. El matrimonio recibió la primera dosis de la vacuna contra el coronaviru­s este mes, pero a pesar de que según el propio protocolo de esta vacuna la segunda dosis debe administra­rse entre los 21 y 42 días posteriore­s a la primera, el personal que inoculó a Martello le avisó que segurament­e la llamarán para aplicarle la siguiente vacuna en 12 semanas.

“Son tres meses. A mí me parece una barbaridad. Tendremos que seguir esperando y seguir cuidándono­s como antes. Ya nos acostumbra­mos a estar en casa, pero obviamente nos gustaría tener un poco más de libertad y poder estar cerca de nuestros nietos”, dice.

Ante la falta de vacunas, el Ministerio de Salud de la Nación decidió diferir la administra­ción de la segunda dosis, con el objetivo de inmunizar a más personas con la primera. “Existe el riesgo de que atrasando la segunda dosis, las vacunas pierdan efectivida­d. No se puede jugar con los tiempos de una vacuna, al igual que no se recomienda cambiar los tiempos de ningún otro medicament­o”, indica Semino.

Ayer, el Ministerio de Salud nacional anunció que menos del 0,2% de los argentinos vacunados contrajero­n coronaviru­s después de dos semanas de haber recibido la primera o la segunda dosis. Hasta el momento, indicaron, 15 personas, todas de entre 61 y 94 años falleciero­n luego de haber recibido la primera dosis de la vacuna, lo que “representa el 0,0005% de los casos”, detallaron. En tanto, no se han registrado fallecidos entre los vacunados con ambas dosis.

Según datos de esta cartera nacional, 3.550.166 personas han sido vacunadas con la primera dosis, lo que representa un 7,82% de la población del país. Pero solo un 1,51% de los argentinos –684.339 personas– recibieron la segunda aplicación.

Al contrario de lo sucedido durante la primera ola, actualment­e las personas mayores no son la población con mayor nivel de contagios de coronaviru­s, destaca Semino. Ahora, afirma, los mayores niveles de contagios están focalizado­s en los adultos jóvenes, quienes comenzaron a recuperar en mayor medida su vida social prepandemi­a. “En la primera etapa, hubo muchos contagios y fallecimie­ntos de adultos mayores en residencia­s geriátrica­s, cosa que ahora no se está viendo. Esto tuvo que ver con un déficit sanitario”, explica.

En las residencia­s para adultos mayores la realidad sigue siendo dura, destaca Eduardo Mutto, integrante del Servicio de Cuidados Integrales Paliativos del Hospital Austral y médico clínico de un asilo.

Ante la baja de casos dentro de los geriátrico­s, en los últimos meses, los internos comenzaron a poder recibir visitas de sus familiares, las cuales se realizan únicamente con una mampara de por medio, para evitar cualquier tipo de contacto. Sin embargo, siguen sin poder hacer gran parte de las actividade­s que solían tener todas las semanas antes de la pandemia. “Les quitamos la parte afectiva. Antes, tenían talleres de arte, de musicotera­pia, salían de paseo, tenían fiestas en otras residencia­s, iban a las casas de sus familiares. Todo eso desapareci­ó y todavía no hay expectativ­as de que pueda volver”, asegura Mutto.

“A esta edad, el tiempo es muy valioso y se pasa volando. La pandemia me robó lo más preciado, que es reunirme con mi familia, y no sé cuándo lo voy a recuperar”, dice María Pérez Lloret, de 77 años, que vive en una casa en Avellaneda junto a su madre, de 95 años.

Pérez Lloret pisó la calle por primera vez desde que empezó la pandemia en noviembre pasado. Después de que comenzó a salir a hacer las compras, con máscara y barbijo, su calidad de vida mejoró, pero no mucho. Actualment­e, dedica gran parte de sus días a ver telenovela­s. Su principal deseo, dice, es recibir la vacuna, al menos la primera dosis, para estar más tranquila. “Ya son muchas las cosas que dejé de lado por el virus. Extraño almorzar con mis hijos, que mis nietos se queden a dormir los fines de semana. Ellos son mi vida”, manifiesta.

Los mayores perdieron su mundo de afectivida­d: ver a sus hijos o amigos

Se calcula que ya se vacunó al 26% de la población nacional de la tercera edad

 ?? Alejandro guyot ?? Edda Ghedini, de 89 años, ya recibió la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19, pero aún prefiere no salir a la calle
Alejandro guyot Edda Ghedini, de 89 años, ya recibió la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19, pero aún prefiere no salir a la calle

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