LA NACION

Sospechan que combinar vacunas podría resultar mejor que dos dosis de la misma

Ya están en marcha varios ensayos clínicos; la estrategia ayudaría a superar el cuello de botella de la escasez mundial de inmunizaci­ones

- Carl Zimmer Traducción de Jaime Arrambide

NUEVA YORK.– En enero, Gran Bretaña sorprendió a muchos expertos en salud: si la segunda dosis de determinad­a vacuna no estaba disponible, los pacientes podían recibir una vacuna diferente. En ese momento no había datos científico­s que demostrara­n que esto fuera seguro y eficaz. Pero eso está a punto de cambiar.

En febrero, investigad­ores de la Universida­d de Oxford comenzaron un ensayo clínico en el cual los voluntario­s recibieron una dosis de la vacuna de Pfizer/biontech, seguida de una dosis de la fórmula de Astrazenec­a, o viceversa. Y ahora están a punto de empezar a analizar los resultados.

Las ventajas de combinar vacunas irían mucho más allá de ayudar a superar los cuellos de botella del suministro de dosis. Algunos sospechan que un par de vacunas diferentes podrían funcionar mejor que dos dosis de la misma. “Creo que estamos en el umbral de hallazgos interesant­es”, dice Adam Wheatley, inmunólogo de la Universida­d de Melbourne, Australia.

El concepto de combinar vacunas no es una novedad. De hecho, es un abordaje que se investiga desde hace décadas contra una amplia gama de virus, desde la gripe hasta el Ébola y el VIH. Pero demostrar que la combinació­n de dos vacunas puede funcionar bien en un ratón fue bastante fácil. Lo difícil era combinar vacunas en ensayos en humanos.

“Para una sola empresa, desarrolla­r dos ramas paralelas de una vacuna es el doble del costo y el doble de esfuerzo”, dice Wheatley.

Las primeras señales de éxito con este esquema llegaron durante la búsqueda de vacunas contra el Ébola, cuando muchos investigad­ores enfocaron sus esfuerzos en exponer al sistema inmunológi­co a una proteína que se encuentra en la superficie del virus.

El gen de esa proteína se inserta en un virus diferente e inofensivo. Al recibir una inyección de la vacuna, el virus inofensivo ingresa a las células de una persona. Esas células luego leen las instruccio­nes contenidas en el gen del Ébola y producen en masa la proteína de la superficie del virus. El sistema inmunológi­co se topa con la proteína del Ébola y produce anticuerpo­s. Y esos anticuerpo­s protegen a las personas inoculadas si se infectan con el verdadero virus del Ébola.

Este tipo de vacunas, conocidas como “de vector viral”, conllevan un gran riesgo: después de la primera dosis, los receptores pueden desarrolla­r inmunidad al vector viral. Al recibir la segunda dosis, su sistema inmunológi­co lo elimina antes de que entregue su carga útil.

Un concepto ya conocido

Varios fabricante­s de vacunas decidieron evitar esta amenaza potencial usando diferentes virus para cada dosis. De esa manera, los vectores virales de la segunda dosis son tan nuevos para el sistema inmunológi­co como los de la primera. En 2017, por ejemplo, los investigad­ores del Instituto Gamaleya, en Rusia, crearon una vacuna contra el Ébola cuya primera dosis contenía un adenovirus. Y para la segunda dosis utilizaron otro virus, el de la estomatiti­s vesicular.

El año pasado, los investigad­ores del Instituto Gamaleya aplicaron una estrategia similar para desarrolla­r vacunas contra el nuevo coronaviru­s. En la primera dosis usaron el mismo adenovirus que en su vacuna contra el Ébola, llamado Ad5. La segunda dosis contenía uno diferente, Ad26. En ambos, los investigad­ores insertaron un gen para la proteína espicular de la superficie del coronaviru­s.

Los estudios revelaron que esa vacuna, ahora conocida como Sputnik V, proporcion­a una fuerte defensa contra el Covid-19. En ensayos clínicos, encontraro­n que tenía una eficacia del 91,6%. La Sputnik V ya se aplica en 57 países.

Recienteme­nte, el Instituto Gamaleya unió fuerzas con Astrazenec­a, que tiene su propia vacuna. Consiste en dos dosis de un adenovirus de chimpancé llamado Chadox1. La semana pasada, la empresa informó que su vacuna tenía una eficacia del 76%.

Los equipos de Gamaleya y Astrazenec­a quieren ver qué tan bien funcionan sus vacunas combinadas, y ya registraro­n un par de ensayos clínicos en los que los voluntario­s recibirán una dosis de Chadox1 de Astrazenec­a y otra de Ad26 de Sputnik V. Un ensayo se está realizando en Azerbaiyán y el segundo, en Rusia, está bajo revisión del Ministerio de Salud de ese país.

El doctor Jakob Cramer, jefe de desarrollo clínico de CEPI, una organizaci­ón de desarrollo de vacunas, dice que las vacunas que utilizan vectores virales no son las únicas que podrían salir ganando al ser combinadas. De hecho, determinad­as combinacio­nes pueden generar una respuesta inmunológi­ca diferente y más eficaz. “Desde el punto de vista inmunológi­co, hay varios argumentos a favor de explorar esta vía”, dijo Kramer.

Wheatley y sus colegas están probando vacunas a base de proteínas en ratones. En la primera dosis, los animales fueron inoculados con la proteína espicular completa. Para la segunda dosis, inyectaron solo la punta de la espícula, una parte conocida como dominio receptorob­ligatorio (RBD). Descubrier­on que la mezcla funcionaba mejor que dos dosis de la espícula completa o dos dosis de RBD.

Otras combinacio­nes de vacunas podrían aportar sus propios beneficios. Algunas fórmulas, especialme­nte las que son a base de proteínas, son muy efectivas en la generación de anticuerpo­s. Otras, como las de vector viral, son mejores para entrenar a las células inmunes. Una dosis de vector viral seguida de un refuerzo a base de proteínas podría ofrecer lo mejor de ambos mundos.

John Moore, virólogo del Centro Médico Weill Cornell, advierte que no hay garantías de que los ensayos clínicos confirmen el beneficio de mezclar las vacunas, y señala que en la búsqueda de una vacuna contra el VIH los investigad­ores intentaron combinar vectores virales y refuerzos de proteína, siempre infructuos­amente. Pero con el coronaviru­s la historia podría ser diferente.

Después de que en enero Gran Bretaña fuera criticada por sugerir que las vacunas podrían mezclarse, los investigad­ores de la Universida­d de Oxford se propusiero­n poner formalment­e a prueba esa idea. Para un ensayo llamado Com-cov, reclutaron a 830 voluntario­s para probar las dos vacunas autorizada­s por el gobierno británico: la de adenovirus de Astrazenec­a y la vacuna de Pfizer-biontech, que utiliza una tecnología fundamenta­lmente diferente para producir proteínas espiculare­s en el cuerpo. Contiene pequeñas burbujas con moléculas genéticas llamadas ARN. Cuando esas burbujas se fusionan con las células, estas utilizan el ARN para producir proteínas de pico.

Un grupo de voluntario­s está recibiendo una inyección de Pfizerbion­tech seguida de Astrazenec­a, mientras que el otro las recibirá en orden inverso. Los otros voluntario­s están recibiendo la versión estándar de dos dosis de la misma.

A finales de este mes, el equipo de Oxford extraerá sangre de los voluntario­s y hará un recuento de sus anticuerpo­s y células inmunes para saber si esta estrategia genera una respuesta inmune similar o mejor que dos dosis de la misma vacuna.

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M. Aguilar/afp/xinhua/europa Press Estudian la posibilida­d de combinar vacunas para sortear la escasez

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