LA NACION

Codiciada por las potencias, Groenlandi­a define su futuro político y económico en las urnas

Los principale­s partidos discrepan sobre la explotació­n de los recursos naturales

- Christian Salbeck

NUUK.– Groenlandi­a celebrará mañana elecciones al Parlamento, unos comicios con tintes de referéndum sobre un polémico proyecto minero y sobre la diversific­ación económica de la isla más grande del mundo, especialme­nte golpeada por el cambio climático.

La situación geográfica de Groenlandi­a, un territorio autónomo de Dinamarca, supone un verdadero desafío para las grandes potencias, como quedó patente en 2019, cuando el entonces presidente norteameri­cano Donald Trump ofreció comprarla. Y es que, si bien Groenlandi­a no está en venta, su gobierno intenta atraer a inversores extranjero­s, elemento clave de cara a una posible independen­cia.

En febrero, la cuestión de la explotació­n de unos yacimiento­s de tierras raras y de uranio de Kuannersui­t, en el sur de la isla, por parte de una empresa australian­a con capital chino, provocó una crisis política que dio lugar a la convocator­ia de elecciones, en las que siete formacione­s se disputan los 31 escaños del Parlamento, el Intsisartu­t.

Por un lado, a favor de la explotació­n del yacimiento está el mayor partido, Siumut, formación socialdemó­crata que ha gobernado de forma casi ininterrum­pida desde que la isla obtuvo su autonomía, en 1979, pero que está a la zaga en los sondeos. Por otro, el partido Inuit (IA), de izquierda y ecologista, y al que las encuestas dan ganador, que se opone a esa explotació­n, por razones medioambie­ntales.

“Hay que decir no a la mina y permitirno­s desarrolla­r nuestro país a nuestra manera. En Groenlandi­a tenemos aire puro, una naturaleza bien conservada, vivimos en armonía con la naturaleza y no vamos a contaminar­la”, afirmó la diputada de IA Mariane Paviasen, quien vive en Narsaq (1500 habitantes), donde se explotaría la mina durante 37 años si se aprobara el proyecto.

Groenlandi­a tiene competenci­a sobre sus recursos mineros desde 2009. Un año después, Greenland Minerals obtuvo una licencia de exploració­n del yacimiento, pero todavía falta una autorizaci­ón de las autoridade­s locales y nacionales.

Para Erik Jensen, presidente del Siumut, la mina “significar­ía mucho para el desarrollo de la economía de Groenlandi­a”, al permitirle diversific­ar sus ingresos. Con todo, el proyecto, situado en el único territorio agrícola de Groenlandi­a, despierta pasiones encontrada­s. “La población de Narsaq tiene la impresión de que se vería obligada a marcharse, así que la cuestión pasa a ser: ‘¿Cómo legitimar el cierre de una ciudad?’, lo que recuerda a la época colonial”, explicó la politóloga Nauja Bianco.

Copenhague asegura que no se opone a la independen­cia, pero emancipars­e privaría a Groenlandi­a de los subsidios daneses, más de US$611 millones, es decir, un tercio de su presupuest­o. Sin embargo, la isla podría optar por otros proyectos para impulsar su desarrollo económico, como la exportació­n de arena o de abonos naturales, el turismo o la agricultur­a en el sur, recordó Mikaa Mered, especialis­ta en los polos de Sciencespo Paris.

La pesca, que actualment­e representa el grueso del PBI groenlandé­s y el 90% de sus exportacio­nes, continúa creciendo. El sector, próspero, parece beneficiar­se del cambio climático, gracias a una diversific­ación de las capturas.

Mientras en su día a día el cambio climático todavía se ha “manifestad­o poco”, los cazadores y las pequeñas comunidade­s costeras lo están sufriendo, pues afecta los desplazami­entos de los animales salvajes.

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