La carta que envió un soldado desde Malvinas e inspiró a su amigo artista
Tras encontrar la correspondencia, Javier de Aubeyzon pintó una serie de obras alusivas a la épica de jóvenes anónimos
“Todo comenzó al encontrar una carta enviada por Martín desde Puerto Argentino hace 38 años”, dice el artista Javier de Aubeyzon a la nacion. “Todo” es una serie de cuatro pinturas sobre el conflicto bélico entre la Argentina y el Reino Unido en el Atlántico Sur, que se desató a inicios de abril de 1982. “Martín” es Raúl Martín Otaño, clase 1963, que viajó a la islas como combatiente en la Compañía Mecanizada Nº 10. Cuando estalló la guerra, el joven estaba terminando la conscripción; no obstante, el Ejército lo envió a las islas. De Aubeyzon (clase 1964) no fue a la guerra; en el sorteo le había tocado “número bajo”.
“¿Cómo estás? –le escribió Martín a su amigo desde Puerto Argentino el 5 de junio de 1982, días antes de la rendición argentina–. Supongo que bien. No como yo, que estoy perdido en el confín del mundo, en medio del frío y la soledad más absoluta”. Los dos amigos habían compartido en la adolescencia momentos inolvidables. “Colegio, veranos en Mar del Plata, surf, salidas, recuerdos de nuestros primeros amores y demás –enumera De Aubeyzon–. Luego de uno de esos veranos, en un abrir y cerrar de ojos, Martín, como tantos otros, apareció en las Malvinas a la espera de una guerra”.
A su regreso, también a tantos otros, nada volvió a ser igual para el joven, que decidió emigrar a España; primero se instaló en Madrid, y luego, en Mallorca. “Y ahí se quedó a vivir hasta hoy, que decidió volver”, dice De Aubeyzon, que se reencontró con su amigo anoche en la ciudad Buenos Aires.
“Le perdí el rastro por 37 años hasta que un día, en 2019, encuentro la carta que me envió desde Puerto Argentino en junio de 1982”. Después de más de treinta años, Otaño regresa a su país natal y vio su carta convertida en una obra artística.
Además de la carta, el artista que pintó el retrato de Nelson Mandela que se instaló en la sede del gobierno porteño en 2018 investigó sobre las circunstancias de la guerra. “Su carta y una frase de Erich Hartman inspiraron estas obras”, agrega. “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”, dijo Hartman, fotógrafo alemán nacionalizado estadounidense.
La principal obra de la serie pictórica es Carta a un amigo, óleo de 2 x 2 m. “Pone énfasis en la expresión artística como catarsis de dos amigos que han sido separados por la guerra, pero que después de muchos años de incomprensión mutua, ya maduros, se reúnen a través del arte”, dice De Aubeyzon.
Luego de ver imágenes de la pintura, Otaño sintió que él mismo podía contar su experiencia en un cortometraje, Dos amigos, donde narrará su historia, “para transformar el dolor y la distancia en arte y reencuentro”.
Las demás pinturas que completan la serie son Cóndor, que intenta captar la “mística” de los aviadores argentinos; Soldado desconocido, donde se rinde tributo a los héroes de Malvinas cuya identidad, con apoyo de fundaciones locales e internacionales, aún se trata de establecer, y Ofrenda, que homenajea a los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina, “y que trata específicamente sobre el hundimiento de la fragata británica Antelope”.
“Este trabajo en conjunto fluyó naturalmente –concluye el artista–. Todo se fue dando sin buscarlo, pero luego de un largo recorrido nos encontramos nuevamente en el manantial de la amistad que ni el tiempo ni la guerra pudieron secar”.
El director del Museo Malvinas, Edgardo Esteban, mostró interés en el proyecto y posiblemente las pinturas puedan ser exhibidas en ese espacio en 2022, cuando se conmemoren los cuarenta años del inicio (y el fin) de la Guerra de las Malvinas.