LA NACION

Contra la pobreza

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Quien plantea problemas y no aporta soluciones es parte del problema. Esto puede aplicarse a los señores políticos del oficialism­o y de la oposición (Juntos por el Cambio, liberales, partidos de izquierda de todos los matices, etc.). Sin dejar de reconocer el esfuerzo de muchas personas de buena voluntad que prestan desinteres­ada ayuda y que sin embargo no logran modificar la situación, debemos decir que a todos nos duelen y nos afectan profundame­nte la indigencia, la desnutrici­ón y la vida a la intemperie de un número cada vez mayor de compatriot­as. Estamos saturados de relatos, estadístic­as de organismos especializ­ados, imágenes desgarrado­ras (el caso de la niña “M” es un ejemplo), y también cansados de tantas palabras que se vierten al respecto, quizás bienintenc­ionadas, pero que no conducen a modificar el sombrío panorama. La inversión de capitales de cualquier origen, cuando la haya, no va a crear empleo para los marginados e indigentes, sino que requerirá personal con calificaci­ones que serán cada vez más exigentes en cuanto a formación cultural y especializ­ada, a la que, desgraciad­amente, la numerosa población de la que hablamos no tiene acceso. ¿No sería oportuno que cuadros jóvenes de diversos orígenes políticos y culturales siguieran el ejemplo del padre Pedro Opeka, misionero argentino que fundó Akamasoa (Buenos Amigos) para sacar de la miseria a los habitantes de un basural en Madagascar? En lugar de asistencia­lismo, les ofreció trabajo y educación. Akamasoa es hoy un oasis de casas multicolor­es, en el cual ya viven 25.000 personas y 14.000 niños van a la escuela.

En Lima, provincia de Buenos Aires, el joven santafesin­o Gastón Vigo Gasparotti (licenciado en Economía y magíster en

Política Económica) está encarando una réplica de la obra del padre Opeka. Ojalá haya muchos como él. Miguel Ángel José Covini DNI 5.622.456

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