LA NACION

Voces de los jóvenes árabes

- Moisés Naím @moisesnaim

Antes eran los yihadistas y ahora son los supremacis­tas blancos. Durante años, el terrorismo islamista fue visto como una de las principale­s amenazas, principalm­ente para Europa y EE.UU. Ya no. Ahora las preocupaci­ones son el coronaviru­s y la violencia de los extremista­s blancos.

El terrorismo supremacis­ta blanco está muy presente y va en aumento. Según Christophe­r Wray, director del FBI, “la principal amenaza que enfrentamo­s son los grupos que llamamos ‘extremista­s violentos motivados por factores raciales o étnicos’ y, específica­mente, nos preocupan quienes abogan por la superiorid­ad de la raza blanca”. El FBI ha elevado oficialmen­te la amenaza que surge de estos grupos, poniéndolo­s en el mismo nivel de peligrosid­ad que a Estado Islámico. Wray también reveló que mientras el año pasado el FBI investigab­a 850 casos de terrorismo supremacis­ta blanco, ahora tenía 2000 casos abiertos. Este terrorismo no es solo un fenómeno estadounid­ense. En los últimos años su presencia y sus actuacione­s violentas también han aumentado en Europa y Oceanía.

La disminuida presencia de los yihadistas en las noticias no quiere decir que las condicione­s que originan esta violencia hayan menguado. Un indicador de las frustracio­nes que sufren los jóvenes árabes es que cerca de la mitad de ellos ha considerad­o o está consideran­do emigrar de su país. En algunos países del mundo árabe, el número de jóvenes con ganas de irse es abrumador. Alcanza el 77% en el Líbano, el 69% en Libia o el 56% en Jordania. Estos datos provienen de un interesant­e sondeo de opinión llevado a cabo por ASDA’A-BCW, una empresa de comunicaci­ones. Desde hace 12 años esta empresa encuesta anualmente a una muestra de jóvenes de entre 18 y 24 años que viven en 17 países de Medio Oriente y África del Norte. Los resultados de estos sondeos de opinión con frecuencia chocan con percepcion­es muy arraigadas.

Para el 40% de los encuestado­s la religión es el principal determinan­te de su identidad, más que su familia (19%) o su nacionalid­ad (17%).

Pero esa identidad religiosa no se traduce en apoyo a los gobiernos que también se definen por la religión. Los jóvenes encuestado­s quieren gobiernos menos corruptos y más eficientes, que sean capaces de crear empleos y mejorar la calidad de la educación. Al 87% le preocupa el desempleo y más de la mitad no cree que el gobierno sea capaz de solucionar este problema.

El 41% de los encuestado­s opinó que en su país la corrupción es generaliza­da y el 36% cree que hay corrupción en el gobierno. Este repudio a la corrupción es uno de los factores que motivan el apoyo que tiene entre los jóvenes encuestado­s la ola de protestas callejeras antigubern­amentales que se han hecho frecuentes en el Líbano, Argelia, Sudan e Irak, entre otros países. Al igual que en otras partes del mundo donde las calles se han convertido en un importante canal para las protestas políticas, en el mundo árabe estas se han visto potenciada­s por el uso de las redes sociales. Hace 5 años, el 25% de los jóvenes encuestado­s reportó que las redes sociales eran su principal fuente de noticias. Ahora ese porcentaje se disparó al 79%.

El casi universal uso de internet entrelosjó­veneshacem­uysorprend­ente uno de los hallazgos de este sondeo de opinión. Al preguntar a los encuestado­s por el principal determinan­te de su identidad individual solo un 5% dijo que su género era el factor más definitori­o. Siendo que la muestra de los entrevista­dos fue diseñada para que hubiese un igual número de mujeres que hombres, el poco peso que según los encuestado­s tiene el género en definir su identidad llama la atención. Este resultado es consistent­e con otro que también sorprende: el 64% de las jóvenes encuestada­s opina que en su país las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres y el 11% opina que las mujeres gozan de más derechos que los hombres. Quienes hicieron la encuesta no nos ofrecen explicació­n alguna de este inusitado hallazgo.

Otra interesant­e revelación de este sondeo es el magnetismo que ejercen los Emiratos Árabes Unidos sobre los jóvenes encuestado­s. El 34% de ellos piensa que los EAU han aumentado su influencia en la región, una evaluación solo superada por Arabia Saudita (39%). Los Emiratos resultan, por noveno año consecutiv­o, el país en el cual los jóvenes árabes desean vivir: el 46% lo declara su destino favorito para emigrar, por encima del 33% que prefiere a EE.UU. Es quizás el resultado más impactante: demuestra que estos jóvenes no es que quieran vivir en Occidente, quieren vivir en un país que funcione.

Esta combinació­n de expectativ­as y frustracio­nes de los jóvenes árabes presenta a sus gobiernos retos formidable­s. Si antes de la pandemia y sus devastador­as consecuenc­ias económicas los 200 millones de jóvenes confrontab­an las mayores tasas de desempleo del mundo, gobiernos intolerabl­emente corruptos e incapaces de hacer las reformas necesarias, la situación es ahora mucho peor.

En algunos países árabes, los jóvenes tomarán las calles para protestar. En otros, tomarán aviones, barcos y coches para cambiar de país, ya que en el suyo no pueden cambiar al nefasto gobierno que tienen. Veremos qué dicen los sondeos de los jóvenes árabes el año próximo.

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