Quinta victoria consecutiva en la Superliga: Jaguares XV venció 46-17 a Peñarol
Golearon a Peñarol, el rival más fuerte, otro síntoma de que la Superliga debe cambiar
La defensa del in-goal se convirtió en una cuestión de honor. Con uno menos, Jaguares XV dedicó los últimos minutos de la primera mitad a resguardar la línea final. Lo predecible del ataque de Peñarol, con el pick-and-go como único recurso, facilitó la faena, pero no le quitó mérito a la tenacidad celeste y blanca. Ese pasaje fue lo mejor del equipo argentino en todo el encuentro, representativo de lo poco atractivo que fue.
El partido ante los uruguayos se anticipaba como el mejor de la primera etapa, la que se disputó del otro lado de la Cordillera, que finalizó ayer. Una especie de final anticipada, con el enfrentamiento entre los dos equipos que representan a los dos países más poderosos y tradicionales de la región. La superioridad de Jaguares XV era esperable. Le sobró para acumular otra goleada, aun con un hombre de menos durante más de medio partido. Por si hacía falta sumar un argumento más para ratificar que la Superliga Americana reclama cambios para la próxima temporada.
El partido en que Jaguares XV venció 46-17 a Peñarol, por la 5ª fecha de la Superliga Americana, última de la primera rueda, ya había empezado mal con dos cambios de horario, el último 24 horas antes del kick-off. Persistía igualmente, pese al favoritismo de los dirigidos por Carlos Ignacio Fernández Lobbe, la esperanza de ver un partido atractivo, de disfrutar de 80 minutos de rugby de alto nivel. Ya fuera por la oposición tenaz que insinuaban los charrúas, ya por la autonomía que es capaz de alcanzar Jaguares XV. No ocurrió ninguna de las dos, al menos de manera consistente.
El partido resultó un concierto de errores e infracciones. Los momentos de afinación de Jaguares XV llegaron por mera imposición física, superioridad en las formaciones fijas, momentos esporádicos de orden y aprovechamiento de los errores del rival que alcanzaron para marcar diferencias. De lucimiento, de brillantez, de algo que sacie la sed de rugby, en definitiva, muy poco. Ni siquiera la expulsión de Francisco Gorrissen por un tackle alto a los 38 minutos de juego le aportó suspenso.
La única jugada lucida de Peñarol llegó recién después de 78 minutos de acción, con el try de Nicolás Freitas, el segundo de su equipo. Hasta allí, la monotonía del pick-and-go había sido su único recurso: así llegaron a la primera conquista, así terminaron varios de sus infructuosos intentos. Válido, innegablemente, pero también a las claras insuficiente para generar adhesiones.
“Ante la adversidad de la pérdida de un hombre mantuvimos la compostura. Tuvimos una muy buena defensa. Me quedo con eso”, expresó Nacho Fernández Lobbe. “Cuando el equipo se queda sin un referente es un golpe duro. En el entretiempo hablamos que teníamos que estar muy concentrados y seguir con el plan de juego con uno menos. Los jugadores tomaron el desafío y respondieron muy bien. Buscamos un rugby dinámico y por momentos estuvo. La bandera es nuestra defensa y hoy estuvo sólida. Seguiremos trabajando en la disciplina. El equipo demostró carácter y eso me llena de orgullo.”
Jaguares XV cierra así la primera etapa con puntaje perfecto: cuatro jugados, cuatro ganados con bonus, uno en el escritorio. Tendría que pasar algo exorbitantemente estrafalario para que se le escape el título. No hacía falta ser ningún erudito del rugby para presagiarlo. Lo que sigue en deuda es una mayor incidencia de los demás protagonistas. Todo muy predecible de Jaguares XV para abajo.
Ahora la burbuja se traslada a Montevideo, donde se desarrollará la etapa dos. Un buen momento, también para comenzar a trabajar en alternativas para que la próxima temporada sea más atractiva.