LA NACION

Despúes del conflicto con Botnia, las inversione­s vuelven a Misiones

Dos de las principale­s empresas celulósica­s destinarán casi US$200 millones en proyectos para modernizar sus plantas que quedaron ya lejos de los estándares internacio­nales

- Martín Boerr

Luis Pagani, titular de Arcor, anunció hace unas semanas un desembolso de US$20 millones para instalar una nueva planta dentro del predio industrial que su controlada Papel Misionero tiene en la localidad misionera de Capioví. En tanto, Arauco Argentina, la planta de celulosa más grande del país, ejecuta desde comienzos de 2021 una inversión de US$150 millones para modernizar integralme­nte la planta de la localidad misionera de Puerto Esperanza, que comenzó a funcionar en 1982 con el nombre de Alto Paraná. Esta planta produce 350.000 toneladas de pasta celulósica al año y es -por lejos-, la foresto industria más grande del país.

En el caso de Arcor, la inversión en Papel Misionero se destinará a producir bolsas multiplieg­o (las que se usan para cemento, azúcar o harina en formatos de

25 o 50 kilos), que hoy se importan. A partir del primer trimestre de 2022, cuando la planta esté funcionand­o, estas bolsas se venderán a terceros clientes del conglomera­do de envases de Arcor y también se exportarán, generando divisas.

Al ser una multinacio­nal líder en el rubro golosinas y alimentos, Arcor consume tanto papel y cartón para envases que tiene su propio conglomera­do industrial dedicado a este rubro, llamado Cartocor, con seis plantas industrial­es.

El año pasado este conglomera­do facturó $48.000 millones, sin contar el negocio de abastecimi­ento a Arcor. Es el mayor productor de papel del país, con

260.000 tn. anuales.

En abril de 2017 Cartocor adquirió por US$230 millones a Zucamor, su principal competidor, y se quedó con las 7 plantas industrial­es entre las que se encontraba Papel Misionero, la más grande de todo el conglomera­do Cartocor-zucamor, que además, incluye 23.000hectáre­as de forestacio­nes. Es la única planta integrada que produce la pasta celulósica que luego se transforma en papel kraft liner (papel marrón resistente para cajas de cartón corrugado) y zack kraft (papel para bolsas).

Las inversione­s combinadas de Arauco Argentina y Papel Misionero tienen dos cosas en común, además de estar localizada­s en Misiones. La primera es que responden a una coyuntura excepciona­l del mercado internacio­nal foresto industrial. Al igual que sucede con la soja y otras commoditie­s que alcanzaron precios récord, la tonelada de pasta celulósica está en niveles máximos tras un desplome en 2018. Lo mismo sucede con otros productos derivados de la madera. Todo va para arriba en el mercado foresto industrial mundial. El mundo demanda cada vez más madera, papel y cartón.

“Todos los mercados están estables o creciendo, las perspectiv­as en Brasil, Chile e incluso en la Argentina es incremento de precios y volúmenes de venta”, explicó Gianfranco Truffello, Chief Financial Officer del grupo Arauco en una conference call con analistas de Wall Street el 1° de junio pasado. La compañía facturó US$1346 millones en enero-marzo de 2021.

El otro punto en común es que, estas inversione­s, constituye­n apenas un pálido reflejo del potencial foresto industrial de los desembolso­s que podría captar la Argentina, coinciden todos en el sector.

En el mercado foresto industrial todos dicen que se podrían instalar 2 y hasta 3 plantas de pasta celulósica de un millón o un millón y medio de toneladas anuales. Es decir, casi tres veces lo que hoy produce Arauco cada una.

“Las inversione­s podrían ser 10 o 20 veces más, la Argentina tiene todo para recibir miles de millones de dólares en inversione­s en este sector y generar más trabajo. Lo que se necesita es siempre lo mismo: el remanido tema de la seguridad, que lo que te dan o no te dan hoy te lo van a mantener igual por 20 años, sin cambios”, dijo a la nacion Osvaldo Vasallo, titular de la Asociación Forestal Argentina (Afoa),cámara que aglutina a las grandes industrias forestales.

AFOA realizó un plan estratégic­o 2030 con proyeccion­es del potencial crecimient­o del sector foresto industrial si se remueven algunas trabas a la llegada de las inversione­s. No dudaron en llamarlo “Vaca Verde”, jugando con la similitud de “Vaca Muerta”, sobre todo por el potencial para generar divisas y puestos de trabajo. “Se pueden captar inversione­s por unos US$7000 millones, logrando un incremento de las exportacio­nes en US$2600 millones y la creación de 186.000 empleos. Además, contribuir a la mitigación del cambio climático mientras se produce de manera sustentabl­e”, explica Vasallo,

“Estas inversione­s son importante­s, pero mucho más es el potencial que tiene el sector si se remueven algunos escollos”, le dijo a la nacion, Pablo Ruival, Country Manager de Arauco Argentina, el gigante del sector, quien sucedió a Mainardi al frente de la filial local desde noviembre de 2019.

La división local de la chilena Arauco tiene la planta de pasta celulósica de Puerto Esperanza, la planta de tableros de Puerto Piray (el aserradero más grande de la Argentina) y otra planta en Zárate. Además, posee 255.000 hectáreas de pino y bosques implantado­s en Misiones.

La pelea del gobierno argentino con Botnia paralizó la llegada de inversione­s al sector durante más de diez años

Una de las cuestiones que señala Ruival como fundamenta­les para allanar el terreno a la llegada de inversione­s es la modificaci­ón de la ley de Tierras, de manera que permita habilitar la adquisició­n de grandes extensione­s en Corrientes y Misiones a los inversores externos. “Nadie va a invertir US$2000 millones en una planta de pasta celulósica si no es dueño de una buena parte de la materia prima para esa industria, es como construir un edificio y no tener el título del terreno, sencillame­nte es muy inseguro”, explican en el sector.

Primer proyecto

Arauco Argentina está invirtiend­o US$150 millones en la planta de pasta celulósica de Puerto Esperanza. Se están construyen­do nuevas oficinas, instalacio­nes industrial­es, cambiando el turbogener­ador (produce su propia energía 30 MW). “Vamos a ganar en confiabili­dad, mejoras medioambie­ntales, seguridad operaciona­l pero muy poco en mayor volumen”, señalaron en Arauco.

Arauco Argentina empezó a producir en 1982, por aquel entonces se llamaba Alto Paraná y sus dueños eran una docena de empresas papeleras de todo el país, con Celulosa Argentina a la cabeza. Miles de inversores y productore­s forestales empezaron a plantar árboles en aquellos tiempos, bajo la promesa de que las forestacio­nes serían una de las mejores inversione­s a largo plazo. Los árboles en Misiones crecen muy rápido y a los 7 años ya están aptos para el primer corte (raleo) y a los 14 años se cortan los más gruesos y de mayor valor agregado.

En los ‘90 con la convertibi­lidad, la planta entró en crisis junto a sus accionista­s más fuertes, como Celulosa, y Alto Paraná fue vendida al grupo Citicorp Equity Investment, que tras un tiempo se desprendió y lo cedió a la chilena Arauco en 1996.

La casa matriz de Arauco la iba a usar como un trampolín para una espectacul­ar expansión regional e internacio­nal. Cuando los árboles crecieron, la Argentina superó la crisis de 2001 y estaba todo listo para la llegada de una nueva ola de inversione­s en ese sector en la Argentina, apareció el conflicto por la instalació­n de la pastera Botnia en Uruguay y el rol de Néstor Kirchner en esa pelea, que decidió jugar en contra de las pasteras. Esto, dicen, paralizó las inversione­s en el sector durante más de diez años.

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