LA NACION

Los expertos ven un verano mejor

Si bien advierten sobre la incertidum­bre que caracteriz­a a la pandemia, estiman que para esa época bajarán los decesos por el avance de la vacunación y la inmunidad generada

- Martín De Ambrosio

Si hay algo que reina durante la pandemia es la incertidum­bre. Se desconoce con precisión cuánto durará, cómo se dispersará, cuántos fallecidos causará; en este y muchos sentidos, el Covid se burló de los expertos. Sin embargo, algunas herramient­as, como algoritmos basados en proyeccion­es de la situación actual, mostraron ser efectivas y la ciencia pudo prever con precisión qué sucedería si no se tomaban las medidas adecuadas. Cuando la Argentina llegó a los 10.000 fallecidos por Covid, a principios de septiembre de 2020, las estimacion­es decían que el número de muertos total por la epidemia en el país “podría ir desde la duplicació­n de los 10.000 hasta un escalofria­nte 100.000 en el momento en que una o más vacunas empiecen a generar una base de inmunidad en la población durante el primer semestre de 2021”. Nueve meses después, la afirmación se mostró certera: ayer, la Argentina cruzó la barrera de los 100.000 fallecidos por Covid-19.

No es que se tratara de un destino imposible de evitar, pero desde las primeras restriccio­nes a la circulació­n, que fueron duras en marzo de 2020 y se diluyeron en el tiempo, la estrategia de “convivir con el virus” –adoptada en todo el mundo occidental por una serie de razones diversas– causó que las distintas olas se llevaran una enorme cantidad de vidas “sin sobresatur­ar el sistema de salud”. De los 100.000 fallecidos, casi la mitad se dieron desde marzo último: el 1º de marzo había 52.077; mayo y junio tuvieron 14.000 y 16.000, respectiva­mente.

Ahora, las vacunas funcionan y se comprueban cambios, entre otros, en la edad promedio y en la cantidad de personas internadas en terapia intensiva por Covid en el país (5092 anteayer versus el pico que rozó las 8000 en junio). Sin embargo, la cuenta total de fallecidos sigue aumentando. Para el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME, de la Universida­d de Washington), en torno del 1º de octubre de 2021 el país llegará a los 120.000 muertos por Covid; es decir, unos 20.000 más en poco más de dos meses y medio. El ritmo baja, la cuenta fatal sigue.

El escenario, pese al dictado de los algoritmos, mantiene su rango de incertidum­bre por la aparición de nuevas variantes, por la llegada en especial de la variante delta (cuya mortalidad aún está en discusión) y por el comportami­ento social, por ejemplo, durante las próximas vacaciones de invierno, que no están prohibidas, sino desaconsej­adas. Los analistas que conocen las especifici­dades argentinas ven una notable y persistent­e reducción de los casos graves yh os pita lizac iones desde el pico de hace un mes, que obligó a muchos centros de salud a intubar en guardias. “Estamos en un momento donde se acelera la vacunación. Es probable que en un par de meses tengamos un porcentaje muy importante de la población y quizá se llegue al 70% y se vacune a más jóvenes, adolescent­es y niños. Eso tendrá un impacto en la reducción de la mortalidad”, dice Leda Guzzi, infectólog­a que trabaja en el Hospital Maternidad de Vicente López y en Swiss Medical.

“Hoy la sensación es que se pueden cometer errores, subir la movilidad, y la curva de contagios se mantiene igual o a la baja (siempre en este escenario, porque con delta podría ser distinto). Pero la vacunación avanzó mucho, parece que eso es lo que evita que suban los casos a pesar de las actividade­s casi normalizad­as y el frío”, suma Jorge Aliaga, experto en datos de la pandemia en el país y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (hoy en la Universida­d de Hurlingham).

Ya no hay 30.000 o más casos registrado­s por día y los que se registran –dada la vacunación, precisamen­te– incluso podría ser que no requieran cuidados médicos intensivos, también por los altísimos niveles de vacunación en las edades de mayor riesgo (más del 90% de los mayores de 60 años tienen al menos una dosis). Los fallecidos diarios pasaron de 600 a unos 450 en promedio, y muchos pertenecen a una carga tardía que las jurisdicci­ones aportan al sistema nacional, apunta Aliaga.

Estamos mejor, estuvimos peor. Y se salvaron alrededor de 20.000 personas por las vacunas aplicadas (esto también surge del análisis de datos): hay caídas en la mortalidad en todas las franjas etarias a medida que llega la vacuna.

Hacia adelante

Más allá de la variante delta y una posible tercera ola por el comportami­ento social (reuniones por el Día del Padre, festejos por la Copa América), que mencionó hace unos días el ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, la perspectiv­a es más bien positiva dentro del desastre, más aún hacia septiembre cuando la estacional­idad ayude. La semana pasada, durante el verano europeo, Madrid tuvo un día en que contó cero muertos por Covid después de dos temporadas durísimas. “No sé si podemos esperar cero muertes como en la capital de España, pero sí puede pasar que lleguemos a ese momento durante el verano con una mortalidad mínima”, se esperanza Guzzi.

“Creemos que la enfermedad, en lo que resta del año, tendrá pequeñas olas de ascensos y descensos, y después pasaremos a una endemia viral que puede ser baja o alta. Implica que continuará dentro de una franja de casos controlabl­es que no producirá una sobrecarga del sistema de salud. Y es posible que desde el año que viene se vea más estacional­idad, como pasa con otros virus respirator­ios. Si la vacunación avanza y tenemos cierta inmunidad de rebaño, llegaremos a una situación de endemia”, completa.

Sin embargo, está el espacio que se ganó la incertidum­bre, tal como recalca Ana Victoria Sánchez, infectólog­a del Hospital Alemán y miembro de las sociedades de infectolog­ía y de terapia intensiva (SADI/SATI). “Es necesario ser muy cautos a la hora de hacer prediccion­es, porque si algo nos enseñó esta pandemia es que las proyeccion­es matemática­s y las opiniones de expertos no siempre fueron atinadas, sino todo lo contrario: nos mostró lo impredecib­le del comportami­ento de este tipo de enfermedad­es. Hoy no podemos asegurar que esas variantes que existen, o que pueden llegar a aparecer, adquieran mecanismos de resistenci­a a las vacunas con las que contamos”, recalca.

Pero eso aún no sucedió. La perspectiv­a de cara a la primavera y el verano es la posibilida­d de que la pesadilla termine en su fase aguda y haya que pasar al tratamient­o de las secuelas de todo tipo que dejará el Covid, no solo físicas.

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hernán zenteno/archivo Casi la mitad de los 100.250 fallecidos se dieron desde marzo pasado hasta ahora

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