Vélez golpeó rápido y conservó un apretado éxito ante barcelona
Con un gol de Lucero a los seis minutos, el equipo de Pellegrino fue ordenado pero le faltó más agresividad; la revancha, en Guayaquil
No le sobró nada, pero tampoco pasó apremios para conseguir un triunfo importante, que lo deja bien posicionado, sin mucho margen para cometer descuidos en el desquite de la semana próxima en Guayaquil. Vélez venció 1-0 a Barcelona, con un gol tempranero que estableció el rumbo definitivo de un partido en el que no pasó mucho. Como todo resultó bastante parejo en esta apertura en Liniers por los octavos de final, el gol de Juan Martín Lucero, a los seis minutos, cobró un valor trascendente.
En el receso de más 45 días sin competencia oficial, el plantel de Vélez se achicó por las estrecheces económicas del fútbol argentino. Emigraron el arquero Domínguez, el zaguero Abram, el lateral De la Fuente y el volante Galdames. Por ahora, el único refuerzo es el arquero boliviano Carlos Lampe. A diferencia de otros clubes, Vélez no puso trabas en ceder a dos jugadores al Sub 23 que participará en los Juegos de Tokio: Thiago Almada –una cuota de creación importante en los últimos 30 metros– y al lateral Francisco Ortega.
La estabilidad de Vélez pasa por sostener el proyecto de Pellegrino, que renovó contrato por un año. En su gestión, el equipo desarrolló una idea de juego en la que el sentido colectivo y el equilibrio son las premisas. Defiende y ataca en bloque. A falta de grandes individualidades -–salvo los chispazos inspirados de Centurión y Almada–, la mayoría tiene un nivel promedio que no baja de lo eficiente. Con Pellegrino, la única vez que Vélez se desdibujó hasta hacerse irreconocible fue cuando Boca lo goleó 7-1. Una derrota de la que se hizo la debida autocrítica para salir adelante sin mayores secuelas.
En la propuesta de Vélez, la proyección de los laterales es un recurso habitual. Guidara llegó hasta el fondo y envió el centro que Lucero conectó con un cabezazo cruzado, lejos de la posición del arquero Burrai. Fue el primer gol por la Libertadores del delantero que Pellegrino conoce desde su paso por Independiente. Por el sector ya había desbordado Centurión antes de que se cumpliera el primer minuto.
La rápida ventaja le dio a Vélez un punto de apoyo, siempre necesario después de un receso. Barcelona fue una de las revelaciones de la etapa de grupos, al finalizar primero, por delante de Boca –le ganó en Guayaquil e igualó en la Bombonera– y de Santos, al que venció en Brasil. Su actualidad en Ecuador no es tan buena como en el momento en que se interrumpió la Copa. Algo de eso se notó durante el primer tiempo en Liniers.
Bajo la lluvia, el partido tenía más ritmo que claridad y precisión. Barcelona solo inquietó con un remate de media distancia de Molina y Vélez volvió a tener una posibilidad en la cabeza de Lucero. Faltaban llegadas claras de ambos lados, si bien Vélez se juntaba mejor en campo rival, con Centurión y Bouzat. Centurión era el más activo con sus gambetas. La secuencia de pases, con Cáseres y Mancuello en el doble pivote, era más fluida en Vélez, aunque en ataque le faltaba profundidad.
En algunos pasajes, Vélez quedaba con una línea de tres para liberar a sus laterales como carrileros. Por esa vía, Brizuela fue el que consiguió la primera aproximación en el segundo tiempo. Bien escalonado, la mayor virtud del equipo de Liniers era el control de los intentos de Barcelona. La contracara fue que el caudal ofensivo iba disminuyendo. El conjunto ecuatoriano tuvo más posesión, una señal de alarma para Vélez, que sonó un poco más fuerte cuando un remate de media distancia de “Kitu” Díaz salió por encima del travesaño.
Vélez tomó un poco de aire con un par de contraataques del laborioso Lucero; Pellegrino buscó en la gambeta del juvenil Orellano aprovechar algún adelantamiento desesperado de Barcelona. El panorama general no se modificó. El partido se había convertido en un tránsito inalterable a la definición en Ecuador.