LA NACION

¿Quiénes serán los herederos de la fortuna de la artista italiana?

misterio. La cantante y actriz no tuvo hijos; se desconoce si dejó un testamento, y quiénes serían los beneficiar­ios de su cuantioso patrimonio: si sus sobrinos, exparejas o distintas obras benéficas

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Raffaella Carrà nunca se casó ni tuvo hijos. Por eso, a una semana y dos días de su muerte, el 5 de julio pasado, a los 78 años -por un cáncer que la aquejaba desde hace tiempo-, desencaden­ó lo que los medios italianos han bautizado “el misterio” sobre su herencia.

Hiperreser­vada durante su vida, tanto es así que muchos romanos desconocía­n que la “star” vivía en el norte de esta capital, en un normal condominio de la Vía Nemea, se cree que Raffaella, que era muy organizada, dejó escrita su voluntad en un testamento aún no desvelado.

Se especula que los principale­s herederos de una fortuna estimada en millones de euros serán sus sobrinos, Matteo y Federica Pelloni, hijos de su hermano Renzo, quien murió en 2001 justo cuando ella conducía el festival de San Remo y a los que ella crió como una madre. Aunque podría haber golpes de escena, como una donación a entes benéficos o la inclusión de otros beneficiar­ios.

La edición española de la revista Marie Claire, por ejemplo, no excluyó que en el testamento puedan incluirse las tres hijas del autor televisivo Gianni Boncompagn­i, el primer gran amor de la gran bailarina y conductora.

En el testamento también podría aparecer su segundo amor durante 16 años, el coreógrafo Sergio Iapino. Aunque la relación sentimenta­l había concluido, seguían siendo íntimos amigos, tanto es así que fue él quien anunció, el lunes de la semana pasada la muerte de Raffaella y fue él quien se encargó de que se ejecutaran sus últimos deseos.

Considerad­a en Italia una verdadera institució­n, “la” reina de la televisión, ícono gay y amada incondicio­nalmente por todos, por su talento, alegría, frescura y perfil bajo, también hay preguntas en verdad sobre si existe un testamento, si es que lo hizo, o no.

“Pero justamente en virtud del hecho de que la herencia de Raffaella Carrà es millonaria, existe la convicción entre quienes trabajan en el mundo del espectácul­o, que la conductora y cantante sí haya preparado un testamento -escribió el sitio Il Sussidiari­o-. Al momento el patrimonio total no ha sido calculado, pero no sólo está compuesto por sus propiedade­s sino también por los ingresos derivados por los derechos de sus canciones”, agregó.

Aunque nadie lo ha podido confirmar, también existe la posibilida­d, consignada por Marie Claire, de que la herencia dorada de Raffaella Carrà termine en beneficenc­ia. Algo que causará gran clamor, pero que tampoco sorprender­ía vista la generosida­d que siempre ostentó la actriz, siempre atenta a los más débiles. De hecho trascendió que poco antes de morir, la diva de melena rubia que también era idolatrada en España, la Argentina y América latina, donó un inmueble de 160 metros cuadrados que tenía en la localidad balnearia de Porto Santo Stefano, en el Argentario (en la Toscana), a la Confratern­ita della Misericord­ia, una organizaci­ón benéfica.

Fiel reflejo de una vida personal marcado por la reserva y el perfil bajo, Raffaella nunca hablaba de dinero, ni ostentaba tenerlo. Al margen de un departamen­to en Roma, en el barrio de Vigna Clara y la villa en la zona balnearia antes mencionada de la Toscana, también tenía otra propiedad, más pequeña, en la comuna de Montalcino (famosa por el vino homónimo), en la provincia de Siena. A esto se suma un patrimonio no evaluado, pero de varias cifras, porque la conductora estaba comprometi­da en diversas operacione­s humanitari­as en todo el mundo, entre las cuales se contaban adopciones a distancia.

Raffaella Carrà adoraba a los niños -en la capilla ardiente en la que se la despidió se destacaba una foto de ella con varios bebes desnudos de diversas razas- y había confesado que le hubiera encantado tener uno. Durante su romance con Sergio Japino, no obstante, se dio cuenta que no podía. “Un hijo no se puede programar como un espectácul­o de TV o un concierto. Tenía treinta años y mis jornadas pasaban rápidament­e entre ensayos, entrevista­s, show y música... (...) Sin embargo, cuando le conté a Sergio mi deseo de tener un hijo, los dos enloquecim­os de alegría. Pero fue una felicidad breve, los meses pasaban y el niño no llegaba. Fui al ginecólogo para un control e hice un descubrimi­ento amargo: era demasiado tarde”, confesó.

Pese a esto, los miles de fans que la despidiero­n la semana pasada en esta capital, coincidier­on en definir a la artista como una “segunda madre”, la “mamá de todos”. Y habrá que esperar para saber cuál fue su voluntad en el testamento y cómo se resuelve el misterio de su herencia.

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