Los piqueteros oficialistas resisten las presiones de las bases
El Movimiento Evita y un sector de Barrios de Pie reconocen el malestar, pero confían en su agenda
La conflictividad social está en ascenso y los movimientos sociales se enfrentan a un callejón que parece no tener salida: llegar a cubrir las demandas de sus bases, cada vez más golpeadas por un deterioro económico que se agiganta.
“Cuando llegamos a la gestión, el objetivo no era sumar planes, pero la situación pandémica implicó aumentarlos; para resolverlo, tenemos que enfocarnos en una política ordenada en el trabajo y no en los subsidios”, confiaron a la nacion desde el entorno de Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, que esta semana –en un acto del que participaron miembros del gabinete nacional e incluso Fernández de manera virtual– presentó la unión con Barrios de Pie, de Daniel Menéndez, quien será candidato a diputado del Frente de Todos.
En el Evita se asumen como uno más de los sectores oficialistas, a la par de La Cámpora, pero no dejan de reconocerse como “un actor de peso”. Lo mismo ocurre con la organización que encabeza Menéndez, desde la que recalcan que los movimientos sociales son parte del Ministerio de Desarrollo Social y acompañan sus políticas. El propio ministro Arroyo es uno de los nombres que se escuchan como posibles candidatos. En su entorno advierten que todavía no lo sabe, que él está a disposición, pero que las decisiones dependen de “la lapicera de Alberto y Cristina” y todo indica que lo sabrán “el día del cierre de listas”.
Consultados por las manifestaciones que agitaron las calles en las últimas semanas, desde el Evita fueron tajantes: “Se trata de una cuestión política. De todas maneras, con esas organizaciones también hay diálogo permanente”.
Eduardo Belliboni, del Polo Obrero, lo desmintió, y en diálogo con afirmó que no existe la nacion comunicación con ellos porque son estructuralmente parte del Gobierno. Para él, se trata de una “política equivocada” y fue un “error” que los movimientos se integren a la facción dirigente porque “han sometido a las organizaciones de trabajo a una ideología y deberían representarlos independientemente”.
“Hay mucha bronca entre sus bases. No les ofrecen un canal de lucha. Hay presión para movilizar porque la lógica de los movimientos sociales es la piquetera”, dijo el dirigente que puso en duda que la marcha del 7 de agosto sea en apoyo al Gobierno y prefirió calificarla como “una forma de descargar”. Según Belliboni, este descontento explica el crecimiento de las organizaciones opositoras. “Hay gente que se pasa masivamente, nosotros tenemos reuniones todas las semanas”, aseguró, y agregó: “La presión de abajo es enorme”.
En misma línea, Silvia Saravia (referente de Barrios de Pie-libres del Sur, la facción que se distanció de Menéndez cuando pegó el salto al kirchnerismo) afirmó: “Yo creo que están recibiendo críticas por todos lados, por eso sale muchas veces Pérsico o (Juan) Grabois a plantear algún cuestionamiento. Eso tiene que ver con una intención de contener a su base y de mostrarse críticos porque la situación social está muy mal”.
“La falta de respuesta genera enojo, nosotros eso lo percibimos. Por eso muchos se acercan a las organizaciones que la estamos peleando”, dijo la dirigente, quien también relató diferencias entre los movimientos oficialistas y los opositores. “A nosotros, durante un tiempo, se nos dejó de entregar alimento y hubo distribución de recursos desigual entre los oficialistas y quienes estábamos protestando. Son cuestiones que consideramos ya no una falta de respuestas de parte del Gobierno, sino agresiones. Y la única herramienta que nos queda cuando desde el Estado nos agreden es salir y movilizarnos”.
“No existe una demanda propia de nuestras bases para movilizar. Eso sucede cuando el diálogo sobrepasa los canales institucionales, algo que no está pasando”, apuntaron desde el Evita, diferenciándose de la mirada de los movimientos opositores. Menéndez también desmintió que sus bases estén inquietas. Aunque reconoce que el escenario social es “muy difícil”, el flamante candidato confía en instalar una agenda “para resolver lo social y ganarle a la desesperanza”.