De Jakob a la neurotecnología
Referente esencial de la neurociencia, el doctor Christofredo Jakob (1866-1956) legó una erudita obra que relaciona los tópicos más importantes de la neurociencia. Uno de sus grandes aportes es ese inquebrantable apego a un concepto muy claro, aunque para muchos difícil de incorporar: “El psiquismo es el aspecto central que acompaña como reacción del introyente las regulaciones neurodinámicas, desde sus formas más elementales hasta las más elevadas, abarcando el campo de su misión desde el tropismo, hasta el pensamiento más abstracto” (1941); filoontogénicamente, respuesta adaptativa simbiótica al entorno. Su dedicación e impronta a esta observación neurobiológica heredó el principio de que estructura y función son indivisibles, e indispensables para comprender el desarrollo sano y patológico del psiquismo. Si todavía hay quienes creen que nuestros procesos mentales o la infinita capacidad creativa no tienen nada que ver con las complejas estructuras neurales, Jakob solucionó esta vieja controversia con su plan de Psicología orgánica. Porque, aun con la gran incomprensión que existe acerca de nuestro cerebro, desde el advenimiento de la neuroimagen comenzamos a entender fehacientemente correlaciones que el sabio ya intuía desde el final decimonónico.
En Folia neurobiológica argentina u Ontogenia del SN, el lenguaje conectómico vanguardista, detallista de la técnica y visionario del porvenir, anticipa la llegada de la neurotecnología, que hoy alimenta muchas áreas de conocimiento. Una disciplina sumamente novedosa y potente que avanza a todo ritmo, del procesamiento de imágenes a plataformas complejas multiparamétricas, la neurotecnología permite registrar, cuantificar, evaluar y comprender aspectos del comportamiento, como nuestras respuestas afectivas más profundas, inimaginable antes. La recopilación masiva de datos, que requiere típicamente configuraciones experimentales complejas y costosas, con la ayuda de la big data y la inteligencia artificial, hoy puede ser procesada en tiempo real, de tal forma que el investigador puede centrar su atención en los procesos que desea analizar.
Como nunca antes, los profesionales de Neurobiología, Psicología, Medicina y Psiquiatría, Educación y Neuro-pedagogía, Estadística y Neuroeconomía, Robótica Emotiva, Computación Cognitiva y Neurociencia Computacional, Neuro-perceptualidad Artística y muchas otras profesiones y campos del saber que florecen vertiginosamente y abrevan en las neurociencias, disponen de herramientas que les permiten evaluar de forma más asertiva lo que está sucediendo con las personas en cada uno de los múltiples escenarios de la actividad humana. Incluso algunas nuevas generaciones de modelos de smartphones ya comenzaron a incorporar asistentes o avatars, que son capaces de saber nuestro estado emocional, leyendo nuestra expresión facial y dándonos consejos para adecuar las actividades de nuestro día al mood o humor que estamos transitando.
Con este naciente arsenal de herramientas neurotecnológicas que comenzamos a dar a luz en los albores del siglo XXI, resulta trascendente pensar todo lo que hubiera hecho nuestro neurobiólogo del siglo pasado, y no podemos dejar de admirar y agradecer esa visión clara de que lo que somos capaces de crear y hacer, debido a esa complejidad casi infinita que empezamos a descubrir a través del capítulo apasionante de la neurotecnología.
Como argumentaba Jakob, lo desconocido es impulso en la investigación científica: “No da derecho a nadie de plantar como insoluble la cuestión, ¡protestamos contra su ignorabimus dogmático!” (1913), y las ideas destruirán el “ignoraremos conformista”, porque “las ideas son fuerzas vivas que nacen, maduran, procrean y mueren” (1925). La validez actual de su obra es reflejo de su extenso pensamiento, sólidos fundamentos y honestidad al contextualizar su saber, haciendo de él un neurocientífico completo y paradigmático, legándonos un profundo sentir de la investigación científica que nos impulsa e inspira en la neurociencia; todo lo podremos hacer a través de ese conocimiento, para mejorar la condición humana en su conjunto.
La naciente neurotecnología estaba ya en la visión profunda del pensamiento jakobiano, y seguramente con el instrumental que ella nos irá aportando año tras año podremos arrojar más luz sobre el vasto campo de la neurociencia, del que este sabio fundador en la Argentina nos habla desde hace más de cien años.
Álvarez Abril es secretario de Ciencia, Tecnología y Posgrado, UTN-MZA. Director del Instituto Regional de Bioingeniería (IRB, UTN-MZA). Molina es becaria de investigación del Instituto Regional de Bioingeniería (IRB, UTN-MZA). Est. Lic. Psicología UNC. Locutora nacional, neurocomunicadora