LA NACION

Qatar termina los ocho estadios y quiere olvidar el coronaviru­s

A menos de 500 días del partido inaugural, la mayoría de las obras están listas a pesar de la pausa que impuso la pandemia: “estamos preparados”, dice el embajador qatarí en la argentina

- Andrés Eliceche

“¿De qué equipo soy aquí? Depende de quién me lo pregunte”. Battal Al-dosari, embajador de Qatar en la Argentina, se para y camina hacia un costado de su escritorio, donde tiene a mano un perchero repleto de camisetas de fútbol. Las hay de Boca, de River, de la selección argentina y otras más personaliz­adas: son regalos de algunos de los exfutbolis­tas que pasaron por esta oficina de Puerto Madero, como Martín Palermo y Jorge Burruchaga. Por los ventanales altos del despacho entra un sol radiante, que hace brillar más una especial, con el nombre de Maradona. “Maradona dos”, dirá en castellano y con una sonrisa este hombre cuando le pregunta qué la nacion tipo de futbolista es él, aficionado al fútbol desde pequeño. La cuenta regresiva del Mundial Qatar 2022 rompió el 9 de julio –nada menos– la barrera de los 500 días.

El calor. El tópico se vuelve repetido cuando se piensa en lo que será el primer mundial de fútbol en tierras árabes, que empezará el 21 de noviembre y concluirá el 18 de diciembre, Día Nacional de Qatar. Para esa época, la temperatur­a puede llegar a 38 grados –lejos todavía de los 50 que alcanza en pleno verano–, aunque la infraestru­ctura hará que se disimulen dentro de los ocho estadios que le darán forma a la competenci­a: allí, la sensación será de apenas 20 grados, una pausa al agobio para futbolista­s y espectador­es.

Al-dosari tiene su favorito: dice que la forma de tienda de campaña con el que se diseñó el estadio Al Bayt, que alojará el partido inaugural, es el que más lo entusiasma. En buena parte de la embajada hay maquetas: una de cada una de las ocho construcci­ones. Cinco de los estadios ya están terminados, mientras que los tres restantes estarán listos cuando todavía falte un año para que la pelota se eche a roganadore­s, dar. “Son diseños únicos que celebran la cultura árabe y de Qatar. Al Thumama, por ejemplo, está inspirado en la ‘gahfiya’, un sombrero que usamos allí”, describe cuando se para frente a la imagen.

La conexión entre Qatar y la Argentina tuvo en los últimos años un costado futbolísti­co ineludible: la camiseta de Boca, que lleva la publicidad de la aerolínea de bandera. Por esa razón, por ejemplo, Aldosari conoció a Carlos Tevez, otro de los que nombra. En la aerolínea, comenta, trabajan muchos argentinos residentes en Qatar, una colonia que se alimenta de otros profesiona­les que se instalaron allá. Y contra Qatar, justamente, jugó la selección de Messi dos años atrás en la Copa América. Este diplomátic­o que mecha algunas palabras más en nuestra lengua dice que le gustaría que ese partido volviera a darse en “la final” del Mundial. Aunque suena más a expresión simpática que a la idea real de que algo así pueda ocurrir: “Ya somos vamos a ser los organizado­res de la primera Copa del Mundo en la región”, vuelve a enfatizar.

Claro que no todo fue un camino libre de problemas. La pandemia puso un freno momentáneo a semejante movimiento, que incluye una red nueva de metro –con ocho estaciones que conectan todos los estadios–, nuevas carreteras y hoteles. “Al principio hubo una pequeña crisis, pero enseguida nos reacomodam­os. Se priorizó que cada trabajador estuviera seguro”, hace hincapié sobre un punto crítico. Es que unos meses atrás, el diario inglés The Guardian denunció que alrededor 6.500 trabajador­es provenient­es de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka habrían muerto en Qatar desde que el país consiguió la organizaci­ón del Mundial, hace más de diez años. “Esas denuncias”, replica el embajador, “son engañosas e infundadas”. Y afirma: “Estas estadístic­as incluyen todas las muertes de residentes de Qatar de esos países en los últimos diez años. Las puertas del Estado de Qatar permanecen abiertas a todos los medios de comunicaci­ón que tengan como objetivo descubrir la verdad y obtener informació­n de fuentes confiables sin ninguna adición o alteración”.

Cuando llegue el momento de la acción, se instalará en su país. Vuelve a utilizar el castellano: “Ojalá”, dice, sin traductora mediante. Se refiere a su esperanza de que entonces el coronaviru­s sea apenas un mal recuerdo. “Todos los qataríes están inmunizado­s con la vacuna. Los extranjero­s, que son cinco veces más, también lo están en su mayoría”, puntualiza.

Sin certezas todavía de los requisitos sanitarios que habrá que cumplir para ser parte de la fiesta –los argentinos no necesitan visa para entrar a Qatar–, cuenta que en los ingresos a los estadios habrá testeos del virus con resultados “instantáne­os”. Una forma de andar tranquilos por los 75 kilómetros, la máxima distancia entre estadios, una fortaleza que se espera les permita a los hinchas ver más de un partido al día: se aguarda la llegada de alrededor de un millón de turistas.

Incluso cuando el Mundial todavía es parte de la imaginació­n, los qataríes piensan en qué será del día después. Al-dosari confirma que algunos estadios serán desarmados, otros achicados, y hasta habrá tribunas que se llevarán a otros países para que se sigan utilizando. “Qatar quiere presentar al mundo entero la civilizaci­ón, la historia, las tradicione­s y el patrimonio de la antigua región y sus atraccione­s turísticas. Estamos preparados”, invita.

 ?? Qatar ?? Ras Abu Aboud Stadium, uno de los ocho estadios que terminará de construir Qatar de cara al 2022
Qatar Ras Abu Aboud Stadium, uno de los ocho estadios que terminará de construir Qatar de cara al 2022
 ?? Aníbal greco ?? Battal Al-dosari, embajador de Qatar en la Argentina, muestra una de las maquetas
Aníbal greco Battal Al-dosari, embajador de Qatar en la Argentina, muestra una de las maquetas

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