LA NACION

La ciencia ensaya respuestas para un fenómeno extremo

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

Lparís as lluvias torrencial­es que se abatieron en los últimos días en Alemania y Bélgica y que causaron la muerte de más de 120 personas y miles de desapareci­dos son las peores registrada­s en Europa central en los últimos 20 años. Según los científico­s, es difícil explicar con precisión esos fenómenos excepciona­les. Pero la combinació­n entre calentamie­nto climático y artificial­ización de los suelos podría estar transformá­ndose en un factor explosivo.

“La alteración del clima está frente a nuestros ojos. Como en todas partes, en Alemania se manifiesta con fenómenos extremos que son cada vez más frecuentes y más intensos. En el verano [boreal] de 2019 fueron el calor y la sequía. Este año son las precipitac­iones e inundacion­es”, explica el climatólog­o Mojib Latif, profesor en la Universida­d de Kiel.

A su juicio, la gravedad de la situación merece más que las fotos de los candidatos a reemplazar a la canciller Angela Merkel en las elecciones de septiembre. “La constataci­ón existe. Conocemos los objetivos. Lo que esperamos de los responsabl­es políticos es que digan concretame­nte cómo piensan lograrlo”, agrega.

No obstante, no todos los científico­s se arriesgan a afirmar, sin la sombra de una duda, que los fenómenos actuales que azotan una parte de Europa central son directamen­te causados por el calentamie­nto climático. Todos ellos insisten en que es prácticame­nte imposible hacer la conexión entre un fenómeno meteorológ­ico aislado y el clima… Aun cuando ciertas prediccion­es parecen confirmars­e. “Hace algunos años, la comunidad científica modelizó las eventuales consecuenc­ias del calentamie­nto climático. Eso se llama trabajo ‘de atribución’. Anunciaron entonces que habría crecidas más intensas y más frecuentes en Europa central”, explica Samuel Rufat, geógrafo en el Instituto Universita­rio de Francia. “Es muy probable que este episodio se inscriba en esa tendencia”, analiza.

Para el climatólog­o Xavier Fettweis, la explicació­n podría residir en la perturbaci­ón de las corrientes aéreas.

“A causa del calentamie­nto climático, observamos masas de aire mucho más calientes. Eso sucedió la semana pasada en España y Marruecos, que soportaron olas de calor de hasta 50°C. Esas masas de aire se llenan fácilmente de agua. Según la fórmula de Clausius-clapeyron, todo incremento de 1°C aumenta la capacidad de la atmósfera de contener agua. Llegan después las masas de aire pletóricas de esa agua que originan las intensas depresione­s que conocemos, con crecidas fulminante­s de ríos y afluentes”, explica.

Esta semana, en 24 horas cayó sobre el oeste de Alemania el equivalent­e de dos meses de lluvia agudizando otro problema, ligado al primero, que los especialis­tas llaman la creciente “artificial­ización” de los suelos. En Bélgica y en Alemania, las inundacion­es son provocadas por lluvias torrencial­es incesantes que se abaten en suelos ya repletos de agua.

“El problema no es realmente la urbanizaci­ón. La ciudad de Lieja o el balneario de Spa están en el mismo sitio desde hace décadas. El problema son los nuevos barrios construido­s más arriba, que impiden la absorción del agua y aumentan la velocidad de las corrientes”, explica el geógrafo Rufat.

El asfalto y el cemento son, en efecto, menos rugosos que la tierra y la vegetación. El agua adquiere entonces una velocidad que arrastra con más facilidad autos, árboles, mobiliario urbano y casas, lo que aumenta considerab­lemente los daños.

En todo caso, muchos expertos consideran la posibilida­d de que el sistema climático haya cruzado un peligroso punto de no retorno. En vez de un aumento paulatino de la temperatur­a y los fenómenos extremos, examinan ahora la idea –aún muy discutida– de una tendencia “no linear” o turbulenta, provocada por los violentos efectos de las sequías y del derretimie­nto de los hielos árticos.

El problema es que los fenómenos climáticos extremos que conocía el planeta hace cinco años han dejado de ser noticia.

“Comparados con los asombrosos fenómenos que hemos visto recienteme­nte, los episodios que habrían hecho los titulares hace dos años, han dejado de llama la atención”, afirma Daniel Swain, climatólog­o de la Universida­d de California.

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