LA NACION

El rugby local retoma la actividad tras un año y nueve meses

Pasó un año y nueve meses desde el último partido oficial; tras varias suspension­es, el regreso del rugby local moviliza a los protagonis­tas y a las entidades; sensacione­s y vivencias de los planteles antes del kick-off

- Alejo Miranda

Cuando se apaga el micrófono, la verdad aflora con mayor nitidez. “¡Cuántas ganas acumuladas! Va a estar lindo el sábado”, dijo uno de los entrevista­dos ya cuando la formalidad de la entrevista se había agotado. Un año y nueve meses pasaron del último partido oficial en Buenos Aires. Muchas cosas ocurrieron en el medio, algunas no volverán a ser como antes. Ahora es momento de dejar todo atrás. Hoy vuelve el rugby.

A las 13.40, el campeón SIC y Pucará darán inicio al Top 12 de la URBA versión 2021, en Boulogne (ESPN3). Será extraño, sin público contra los alambrados, sin tercer tiempo. Pero será infinitame­nte mejor que el vacío que reina desde la final del 5 de octubre de 2019 entre el SIC y Belgrano.

“Al principio creo que va a ser raro o difícil de creer que estamos jugando de nuevo el torneo de la URBA después de dos años, pero con una felicidad única de que volvamos a jugar”, festejó Tomás Meyrelles, tercera línea y capitán del SIC. “Lo más difícil, más allá de no jugar, fue pasar de vernos casi todos los días a no vernos nunca. Tenemos una relación muy linda y afectuosa con todos los integrante­s del plantel y fue duro”.

Igual de efusivo fue Segundo Pisani, capitán de CUBA: “Nos hace muy bien volver a jugar. Va a haber una energía tremenda. La posibilida­d de volver fue lo que nos mantuvo a todos con la motivación y las ganas para seguir manteniénd­onos juntos, entrenándo­nos. Fue un año difícil, en el que nos tuvimos que adaptar constantem­ente, pero creo que eso nos fortaleció. Nos demuestra lo importante que es para nosotros poder volver a la competenci­a”.

Una semana antes de la fecha pautada para el inicio del certamen de 2020, la explosión del coronaviru­s provocó la suspensión del certamen. Por un par de semanas al principio, por más tiempo después, indefinida­mente luego. Desde entonces, la dirigencia y los clubes no han parado de trabajar en una posible vuelta, que muchas veces estuvo cerca de hacerse realidad. Cada vez que esto ocurría, algo volvía a poner todo en punto muerto. Y otra vez volver a empezar.

“Lo más difícil fue no tener una fecha para poder enfocarse”, reveló Tobías Wade, apertura de Alumni. “La situación iba cambiando día a día. Al no tener ese horizonte era todo momentos de incertidum­bre, no sabíamos para dónde encarar. Era seguir entrenando y apostando porque volviera lo antes posible el rugby. A pesar de toda esa incertidum­bre, el foco estuvo ahí”.

Al principio, entrenador­es y jugadores hicieron todo lo humanament­e posible para mantenerse en ritmo de competenci­a aún encerrados en cuatro paredes. A medida que el tiempo pasaba y el horizonte aparecía más difuso, fueron cediendo las presiones y la exigencia, pero siempre manteniend­o viva la motivación de regresar a las canchas. Abrieron los clubes a fines del año pasado, aunque más no sea para entrenar en burbujas de grupos reducidos y sin contacto. En el verano todo parecía normalizar­se, volvieron los entrenamie­ntos, volvieron los amistosos. Y nuevamente una semana antes del inicio, la prohibició­n.

La vuelta del rugby de la URBA no implica sólo el regreso de unos 40.000 jugadores a las canchas. Es también el regreso a la vida de los clubes, muchos de los cuales viven por y para este deporte. El rugby, más que un deporte, es un estilo de vida.

“El rugby es un ambiente en el cual uno tiene horarios, tiene que cumplir determinad­os entrenamie­ntos, ir al gimnasio, y eso te da orden. Además de dejar de ver a un montón de gente que veías todos los días”, recordó Vicente Boronat, capitán del CASI. “Por suerte en el club tuvimos la posibilida­d de generar iniciativa­s para mantenerno­s activos cocinando viandas, recolectan­do juguetes y eso nos permitió mantener esa vida de club y en paralelo trabajar por una buena causa”.

Habrá acción, pero por el momento no habrá público, ni tercer tiempo, ni vestuarios, ni almuerzos de camaraderí­a. Cuestiones que hacen también a la esencia del rugby aunque por ahora convenga postergar. “El momento de salir a la cancha va a ser increíble, pero al mismo tiempo medio raro, con una cancha vacía. Una vez que estás con la cabeza en el partido sólo queda disfrutar de lo que pasa adentro de la cancha”, aceptó Lautaro Bávaro, ala de Hindú.

Tampoco será un certamen tradiciona­l con 24 fechas. En cambio, jugarán una rueda todos contra todos y luego se dividirán en dos grupos, con arrastre de puntos, para seis partidos más. Los dos primeros de cada uno accederán a semifinale­s. La definición, si todo conti

núa por los carriles normales, será el 11 de diciembre. No habrá descensos.

Joaquín de la Serna, del subcampeón Belgrano, recuerda una anécdota de la cuarentena: “Cuando volvimos a entrenarno­s lo hacíamos en burbujas de 10 personas y nos tuvimos que reinventar un poco para hacer más amigable este tiempo de entrenamie­nto sin perder la motivación. Entonces hacíamos partidos de fútbol 5. Como imaginarán, el nivel no fue para nada bueno”.

Más allá de lo anecdótico, no deja de ser real que en este tiempo el rugby perdió muchos jugadores. Un 10% del fichaje, según cálculos provisorio­s de la UAR. “A muchos esta situación los hizo dejar el rugby y muchos se replantear­on cómo seguir con su vida deportiva”, relató Bávaro, uno de los pocos que sí se mantuvo en actividad, con Argentina XV y Jaguares XV.

Los jugadores de los distintos selecciona­dos serán una de las atraccione­s del certamen. También se destacan Gerónimo Prisciante­lli (CASI), Tomás Cubilla (Alumni), Rodrigo Fernández Criado (Belgrano), Martín Cancellier­e (Hindú), Joaquín Pellandini y Tomás Acosta Pimentel (Biei), Rafael Iriarte (CUBA), Iñaki Delguy (Pucará), entre otros. ¿Marcarán una diferencia respecto de los que no juegan desde hace 21 meses?

El ex medio-scrum de los Pumas Agustín Figuerola, que jugó por última vez en Primera en 2017, y Lucas Piña, el capitán del glorioso equipo de CUBA campeón de 2014, que regresa tras cuatro años de inactivida­d, lideran una serie de jugadores experiment­ados que no se dejaron torcer el brazo por la pandemia: Santiago Fernández (Hindú), Agustín Gosio (Newman), Marcos Piccinini (SIC), Leandro Urriza (Pucará). Entre los debuts, se destaca el de Matías Phelan, el hijo mayor del Tati, ex jugador y coach de los Pumas.

La fecha marca también el regreso de Buenos Aires Cricket & Club a la división de honor luego de 10 años en el ascenso, que luego la pandemia convirtió en 11 y medio lejos de la elite. “Estamos felices y ansiosos de volver a jugar después de tanto tiempo. Es algo histórico para el club que tenemos que disfrutar de hacer lo que más nos gusta. Que el resultado sea una anécdota”, dijo Agustín Peirano, fullback y capitán.

Al final del camino habrá un campeón. Hoy eso es anecdótico. Hoy ganan todos. Con un regreso largamente esperado y la alegría por retomar una pasión.

“Siento que la responsabi­lidad de ser campeones es más para el afuera. Después de tanto tiempo sin jugar, salir a dejar todo en la cancha es la única responsabi­lidad”. tomás meyrelles Capitán DEL SIC “La posibilida­d de volver fue lo que nos mantuvo con motivación y ganas de seguir juntos. nos hace muy bien volver a jugar. Va a haber una energía tremenda”.

Segundo pisani tercera Línea De CUBA “Lo más difícil fue no tener una fecha para poder enfocarse. no sabíamos para dónde encarar. era entrenar y apostar a que el rugby volviera lo antes posible”. tobías wade apertura De alumni

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lla presentaci­ón de los equipos que participar­án en el ttop 12 de la URRBAA; el regreso será con protocolos, entre ellos, sin asistencia de público ni tercer tiempo
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