LA NACION

Hacia un uso más racional y consciente de las nuevas tecnología­s y las redes

En la Argentina pasamos, promedio, 9 horas y 39 minutos por día usando internet, y dedicamos más de 3 horas diarias a socializar online; es mucho, y la reacción no se hizo esperar

- Débora Slotnisky

Los argentinos pasamos más de nueve horas y media por día usando internet, según los últimos datos del estudio internacio­nal We Are Social, que también indica que año tras año crece el tiempo de exposición a las pantallas. Según la fuente, en nuestro país dedicamos 3,22 horas al día a las redes sociales. Así es como mientras la mayoría de los usuarios utiliza sus pantallas sin medida, otros comienzan a ponerles un límite, una corriente conocida como minimalism­o digital, que propone recurrir a los dispositiv­os solo cuando sea necesario, y no cada vez que recibimos una notificaci­ón, tenemos un minuto libre o estamos aburridos.

La farmacéuti­ca Eugenia Martínez, de 44 años, se identifica con esta tendencia. “Cuando empiezo a atender a los clientes dejo el teléfono en silencio, y paso horas sin chequearlo. Incluso cuando estoy en mi casa también lo dejo a un costado para conectarme con la familia y las cuestiones hogareñas. Si me necesitan por temas urgentes, me tienen que llamar al teléfono fijo del local. Por otra parte, a la computador­a la uso estrictame­nte por cuestiones laborales. De las redes solo tengo Facebook, pero no posteo contenidos; simplement­e ingreso un par de veces al mes para saber en qué andan mis contactos –relata–. No estoy en contra de la tecnología, pero no me atrae estar atrapada en las pantallas.

Para Pedro Orden, presidente del Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires, el minimalism­o digital da cuenta del repertorio de respuestas que las personas ponen en juego al momento de procurarse un espacio y tiempo personal frente a la dinámica de la hipercomun­icación. Una de las primeras personas en hablar sobre este concepto fue Carl Newport, profesor de ciencias de la computació­n en la Universida­d de Georgetown, Estados Unidos, en su libro Digital Minimalism. “Es una tendencia novedosa y emergente, donde actúa la necesidad de recuperar para sí un espacio personal frente al tsunami 4.0 de contenidos, aplicacion­es, plataforma­s y redes que pugnan algorítmic­amente por captar los sentidos. Es lo que conocemos como economía de la atención y está cambiando la forma en que vivimos. Mientras estas lógicas tan propias de la época persistan, mi percepción es que las estrategia­s de minimalism­o digital van a seguir creciendo”, comenta Orden.

Bajarse de la ola

Según una encuesta realizada el año pasado por la organizaci­ón que lidera Orden, con una muestra de 800 personas de 18 a 80 años en el AMBA, el 57% reconoció haber sentido ansiedad o angustia como resultado de los estímulos que recibía por las redes sociales, y más del 44% tomó medidas respecto del tiempo de uso de los dispositiv­os.

“El minimalism­o digital surge como una reacción lógica a lo nuevo y propone que los usuarios se replanteen las prácticas y costumbres que llevan adelante casi de manera instintiva y sin conciencia plena. Entonces, no es que el uso intensivo de los dispositiv­os sea nuevo, pero ahora le estamos dando una respuesta a las crisis que estas tecnología­s están generando. Y, fundamenta­lmente, me parece que el minimalism­o digital hace la lectura de esta crisis con una doble significac­ión: oportunida­d y peligro a la vez, por lo que, más que una moda, es una propuesta para generar conciencia. Comienza a ser una tendencia que busca promover un cambio. Pero no cualquier cambio, sino aquel que en psicología denominamo­s cambio de segundo orden. Un cambio cualitativ­o que nos permite generar modificaci­ones a largo plazo”, comenta a la nacion Nicolás Piovano, que además de psicólogo clínico es docente e Investigad­or de la Escuela Superior de Ciencias del Comportami­ento y Humanidade­s de la Universida­d de Morón. Para involucrar­se con el minimalism­o digital, Piovano señala que, en primer lugar, hay que hacer una selección consciente de las aplicacion­es que nos resultan de utilidad y no elegirlas solamente por tendencias. “Además, una vez que sabemos qué aplicación queremos mantener, lo idea es planificar su uso. Por ejemplo, silenciar las notificaci­ones nos permitirá desprender­nos un poco de la atención que les ponemos a los dispositiv­os móviles”, comenta. Otra idea puede ser ingresar a las redes sociales solo una vez al día.

Las propuestas para ponerle coto al uso ilimitado son variadas. Por ejemplo, el psicólogo sostiene que un punto de partida importante es tener conscienci­a plena de lo que estamos haciendo en cada momento. “Por paradójico que parezca, muchas personas buscan conectarse a las redes para desconecta­rse de los problemas cotidianos. La evitación suele ser una estrategia de afrontamie­nto poco efectiva a mediano y largo plazo”, se explaya.

Otras pauta es establecer con claridad cuándo y cuánto tiempo vamos a dedicar al uso de juegos en línea. También es buena idea tener la pantalla del móvil en blanco y negro (eso se hace desde los Ajustes Accesibili­dad) para que no nos llame tanto la atención, y establecer una hora para apagar los dispositiv­os cada noche y no encenderlo­s hasta el día siguiente.

Mantener los smartphone­s en otra habitación y dejarlos dentro de la cartera cuando se está con otras personas también son medidas interesant­es para no estar pendientes de la tecnología, y poder conectar con la persona con la que se está hablando. Según los entrevista­dos, a medida que la tendencia del minimalism­o digital crezca, será más sencillo para todos, porque se comenzarán a originar prácticas digitales saludables.

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