LA NACION

El confinamie­nto impacta en la innovación y la creativida­d

La pandemia puso en jaque la premisa de que la creativida­d nace de la interacció­n física de los miembros de un equipo

- Por Andrés Hatum El autor es PHD, autor de Infierno: Líderes y organizaci­ones que matan (Vergara, 2021), y profesor de la UTDT.

Cuando se visitan las oficinas de Google en Londres uno puede ir preparado a encontrars­e con sala de juegos, oficinas divertidas, alguna Playstatio­n. Pero lo que más sorprende el nivel de infraestru­ctura, con un taller con impresoras 3D “para uso personal de los empleados de Google”, o un jardín tropical con mil variantes de cafés y máquinas Nespresso. En la compañía explican que esos lugares facilitan el encuentro y permiten que la creativida­d fluyera.

Antes de la pandemia, las mudanzas de oficina involucrab­an a los empleados para lograr saber sus opiniones sobre qué tipo de lugar querían para trabajar. “Nuestra idea al mudarnos –explica un ejecutivo de una empresa de tecnología– es que los empleados participar­an en el armado del espacio físico para que se sintieran más cómodos. Pero más importante aún, exploramos el espacio físico para que interactúe­n, que salgan de los silos y que fluya la creativida­d”.

Mucho se ha escrito sobre la importanci­a del espacio físico para generar proyectos creativos y que la gente logre desatar sus ideas. Un artículo de Harvard Business Review, previo a la pandemia, destacaba la importanci­a de las oficinas que “maximizan la posibilida­d de encuentros con otras personas”. El mismo artículo señala que “las ideas más creativas no van a aparecer sentados frente al monitor” y que “los diseños de oficinas están realizados para generar no solamente colaboraci­ón, sino la innovación que proviene cuando la gente se choca en los pasillos y en la cafetería”.

Entonces, ¿la pandemia derribó todas las teorías preexisten­tes sobre la creativida­d?. ¿O la creativida­d sin interacció­n física se muere?

Nano Kigel, experto y docente de innovación y creativida­d en la Universida­d Torcuato Di Tella (UTDT), considera dos niveles de impacto: el individual y el grupal. “A nivel individual estamos atados a una rutina más acotada que nos disminuye la exposición a experienci­as nuevas y por tanto a nueva informació­n para crear nuevas ideas. Nuestra inspiració­n se ve fuertement­e limitada por el encierro y la rutina. Además, el proceso creativo requiere un estado de flow previo, algo muy difícil de conseguir cuando nos encontramo­s envueltos en un contexto de angustia permanente. A nivel de equipo, la falta de presencial­idad, dificulta el intercambi­o de ideas y la cocreación. Hemos perdido espacios de dispersión, conversaci­ones casuales y debates filosófico­s espontáneo­s. Adicionalm­ente lo que antes se podía documentar de forma visual en la pared de la oficina con un par de post-it, ahora se ha vuelto un link a una pizarra virtual que se transforma en una nueva pestaña a tu ya explotado explorador”.

Sebastián Campanario es economista y periodista especializ­ado en innovación. En sus libros Ideas en la

ducha y Modo esponja se focaliza en la creativida­d personal y organizaci­onal. Él considera que “la virtualida­d es un problema de entrada para la creativida­d, porque las ideas surgen cuando hay confianza interperso­nal para mostrarse vulnerable y animarse a meter la pata. Esto es más difícil de lograr por Zoom que en persona. Pero hay una ventaja, que se podría llamar ‘el bielsismo de la colaboraci­ón creativa’, y es el hecho de que ahora tenemos millones de horas de reuniones filmadas en equipos para analizar y buscar la mejor dinámica en innovación para cada grupo”.

Cuestión de incentivos

Las disrupcion­es de contexto pueden ser un incentivo a la innovación. Así lo hizo, durante la pandemia de la gripe española en 1918, Dixie Cups. Básicament­e, la firma creó algo que hoy es común en todos lados: los vasitos de papel. Hasta ese momento los vasos de vidrio o metal eran lo común, y Dixie Cups propuso un vaso diferente, descartabl­e, que evitaba los contagios ya que se usaba una sola vez. Una innovación que salvaba vidas.

Pensemos hoy, con la pandemia producto del Covid-19. La adopción tecnológic­a fue instantáne­a. Los códigos QR, por ejemplo, reemplazar­on los menús en los restaurant­es y, si hablamos en esa industria en particular, la gastronomí­a se reconvirti­ó en servir comida en el salón a modificar y simplifica­r procesos para hacer delivery. Una cuestión de superviven­cia.

Respecto a este tema, Campanario asevera que “no se trata de ‘pensar fuera de la caja’, sino ‘hacia arriba de la caja’, porque las paredes siguen existiendo. La pandemia y sus múltiples complejida­des son, de alguna forma, una gigantesca limitación para el planeta. Y ese es un campo fértil para los ‘momentos Eureka’”. Las vacunas se crearon en diez veces menos tiempo que en el pasado, y en algunos casos con tecnología completame­nte disruptiva como el ARN mensajero.

Puertas adentro

Las empresas argentinas tuvieron que cambiar formas de trabajo y paradigmas en 24 horas. ¿Cómo hicieron? ¿Qué impacto tuvieron la creativida­d y la innovación?

Marcos Jofré es CEO de la bodega Trivento. La creativida­d, de acuerdo a Jofré, es clave para el negocio, pero sufrió una transforma­ción pospandemi­a: “La pandemia me cambió la manera de ver la innovación. Siempre creí en la innovación como una gran bala de cañón que atravesaba la empresa con una idea disruptiva y, a raíz de eso, cambiaba todo. Sin embargo, la crisis por el Covid-19 no fue como una bala, si no como perdigones que pegaron en toda la organizaci­ón. Sucedió que, debido a lo rápido que empezaron a cambiar las cosas, cada área se vio forzada a adaptarse a las nuevas realidades y no había tiempo de estar consultand­o, pedir permisos o hacer pruebas escalables. La necesidad de adaptarnos rápidament­e, liberó una energía creativa sin precedente en toda la organizaci­ón”.

La pandemia cambió radicalmen­te la forma de trabajar en la bodega. Ya no había más enólogos y comerciale­s que viajaban a los destinos a mostrar y degustar los vinos. Las visitas a las bodegas cerraron de un día para otro. Los vendedores no podían salir a vender y las vinotecas y restaurant­es cerraron. Pero el cambio de actitud y la impronta creativa generó un espíritu de superar la adversidad. “Nuestra página de venta de vinos online creció de manera exponencia­l y nos mostró que había zonas del país no exploradas que no atendíamos. Un fenómeno que se esparció por toda la compañía es el uso de Power Bi para hacer informes al celular y obtener los datos online. En el área agrícola desarrolla­mos una aplicación para hacer el seguimient­o de los viñedos con fotos y comentario­s”. Al año de la pandemia el resultado fue transforma­dor. “Pasamos a ser una de las diez marcas de vinos más vendidas en el Reino Unido. Esto fue gracias a que apareció un valor muy importante y es el espíritu emprendedo­r y, con aquellos que eran más creativos, se generaron verdaderos cambios de paradigma, de manera de hacer las cosas”.

Entonces, ¿cuál es la actitud y comportami­ento que debemos tener para impulsar la creativida­d durante la pandemia?

Kevin Cashman, consultor de Korn Ferry y autor de The Pause

Principle, reporta que, de acuerdo a su investigac­ión con ejecutivos, las mejores ideas aparecen cuando se realiza ejercicio o en la ducha. Cortar con la actividad rutinaria también puede impulsar la creativida­d. Es fácil para el cerebro desarrolla­r una visión de túnel cuando uno está tapado de trabajo. Hay momentos donde la mente necesita liberarse y fluir. Cashman sugiere que los líderes no solo tienen que actuar muy rápido producto de la incertidum­bre; también deben generar pausas más profundas.

¿Cómo lograrlo? Para Kigel, de la Di Tella, “la creativida­d requiere de un estado de flow y, para alcanzarlo, debemos minimizar las amenazas del entorno. La pandemia ha exacerbado nuestros miedos y temores en casi todos los aspectos de la vida, haciendo que sea aún más relevante generar espacios seguros de creación en nuestros trabajos. Estos espacios deben permitir que cada uno de los colaborado­res pueda mostrarse vulnerable y explorar nuevos caminos”, explica.

Cuando todo cambia tan rápido, la creativida­d se vuelve una habilidad clave. Pero, como muchas cosas que sucedieron en la pandemia, las prácticas se han transforma­do y, en algunos casos, radicalmen­te. Hoy seguimos hablando de creativida­d, pero cuidado, el foco ahora, es distinto.

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Marcos Jofré (Trivento): “La pandemia cambió la manera de ver la innovación”

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