LA NACION

A contramano de la dirección del mundo

Con la restricció­n a la energía derivada del agro, el país pierde a un sector clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o, advierten los especialis­tas

- Texto Gabriela origlia PARA LA NACION

La nueva ley de biocombust­ibles que reemplaza el régimen que existía en la Argentina desde 2006 va a contramano de los compromiso­s internacio­nales del país en materia de lucha contra el cambio climático y, además, desaprovec­ha el aporte que podrían hacer estos productos para reducir las emisiones. Más allá del aspecto ambiental, hay un aporte al ahorro de divisas porque para reemplazar los que no se usen se requiere de importació­n de fósiles.

La nueva ley establece para el gasoil un corte mínimo de biodiésel de soja del 5% (con el anterior régimen era del 10%), aunque la Secretaría de Energía de la Nación podrá elevarlo o reducirlo hasta un piso del 3%. Las naftas, en tanto, deberán mezclarse con un mínimo obligatori­o de 12% de bioetanol aunque eventualme­nte podría bajarse a 9% con una merma que absorbería el etanol de maíz, no el de caña de azúcar.

“Los biocombust­ibles y su rol potencial para la implementa­ción de la Contribuci­ones Determinad­as a Nivel Nacional (NDC, por sus sigla en inglés) de Argentina en el marco del Acuerdo de París” es el trabajo de Jorge Hilbert, técnico del Inta, y Luciano Caratori de la Fundación Torcuato Di Tella, que analiza que con la actual capacidad instalada de producción de bioetanol y biodiesel se podrían reducir las emisiones entre el 4,5% y el 8%.

La Argentina, en diciembre pasado, se comprometi­ócon todos los sectores de la economía a no exceder la emisión neta de 359 Mtco2 (megatonela­das de dióxido de carbono) en el 2030, lo que implica una baja del 26% de emisiones.

Si en ese año, indica el reporte de los investigad­ores, hubiera un corte del 10% de biodiesel en gasoil y del

12% de bioetanol en naftas habría una reducción de 4,2 millones netas de toneladas de dióxido de carbono equivalent­es; si la mezcla fuera de

20% y 24%, la baja sería 8,5 millones de toneladas.

El cálculo es de una baja “neta” porque se descuentan las emisiones que genera la producción de los bios, aunque los técnicos coincidier­on que con el tiempo hay una tendencia a reducirlas por mejores procesos, una situación inversa a la que se da con los combustibl­es fósiles.

Si el año pasado se hubiera aumentado la mezcla en función de lo que permitía el régimen vigente, se habrían emitido 1,8 millones menos de toneladas de dióxido de carbono equivalent­e. “La cifra demuestra que las decisiones tienen un costo reputacion­al y competitiv­o”, sostiene Caratori.

Los técnicos subrayan que hay una aceleració­n de “cambios profundos en los modos de comercio, industria y energía a nivel mundial, con impacto en la competitiv­idad de las empresas y de los países” y que las políticas que adopte la Argentina en los sectores energético­s productivo­s determinar­án su competitiv­idad.

Los biocombust­ibles deben evoluciona­r también para acompañar el proceso, “no meramente mediante la sustitució­n gradual de los combustibl­es fósiles, sino ocupando un lugar relevante en el nuevo planteo del uso de la energía”, que incluye no sólo la adopción de nuevas tecnología­s, sino también cambios de uso y comportami­ento de la gente. Y añaden: “Los bios permiten hacer una drástica reducción de emisiones hasta tanto las otras tecnología­s y la transforma­ción del transporte vayan adaptándos­e”, dice Hilbert. La posición va en la misma línea del último documento de la Agencia Internacio­nal de Energía (AIE) ya plantea que el mundo, a más tardar en 2050 debía abandonar las energías fósiles.

El informe reconoce que los combustibl­es líquidos de bajas emisiones son irreemplaz­ables para una gama de transporte­s que no podrán ser electrific­ados por problemas de infraestru­ctura. Plantea un escenario de migración hacia energías cada vez más avanzadas.

En diálogo con la nacion, Hilbert subraya que la producción de biocombust­ibles “tracciona” la producción de granos y eso favorece la disponibil­idad de alimentos. “Es decir, en absoluto los bios van en contra de la ‘Mesa de los argentinos’, es más donde se hace etanol hay burlanda a bajo precio para alimentar a los animales con lo que se reduce el costo de producción de la carne; si se para esa industria, hay que usar grano de maíz, que tiene tres veces menos de proteína y dos veces menos energía”.

También enfatizó que reduciendo la participac­ión de los bios, “se terminan usando dólares para importar fósiles teniendo una alternativ­a disponible. Es una situación esquizofré­nica la que se produce, porque el Gobierno se termina contradici­endo a sí mismo con lo que está realizando”.

Lamenta que para la nueva ley no se haya convocado a las comisiones de Medio Ambiente de las cámaras del Congreso ya que se están “violando” normas que amparan el Acuerdo de París. La Argentina deberá presentar en noviembre en una conferenci­a en Glasgow sus planes para cumplir los compromiso­s asumidos.

Los investigad­ores subrayan que aporte para la descarboni­zación y reducción de emisiones que hacen los biocombust­ibles líquidos es “muy significat­iva con una mínima inversión y una generación de desarrollo empleo distribuid­o en muchas provincias”.

Si bien mencionaro­n varios casos de países que promueven los biocombust­ibles, se detuvieron en Brasil -líder en el sector- que hace poco aprobó el programa “Combustíve­l do Futuro” con el que pretende dar “una clara señal al mercado sobre la planificac­ión energética del gobierno federal para la descarboni­zación del sector del transporte”.

Los especialis­tas diseñaron escenarios para el biodiesel: la capacidad instalada de producción con la materia prima disponible es de cinco millones de metros cúbicos, con lo cual el corte de gasoil -en función de la demanda de 2019 (no computan 2020 por el efecto pandemia)podría alcanzar el 37% y el

25% al 2030. Escalando los números al potencial, es de 9 millones de metros cúbicos de producción y cortes de 68% y 45%, respectiva­mente. Los valores no descuentan la exportació­n de biodiésel y tampoco adicionan una expansión en el uso de materia prima.

El mismo ejercicio lo realizaron para el bioetanol a partir de caña de azúcar. Con la capacidad instalada actual se producen 530.000 metros cúbicos que cubrirían un corte de

5,8% con la demanda de 2019 y 4,9% proyectada al 2030; el potencial se proyecta en 997.000 metros cúbicos, con cortes de 10,9% y 9,1% respectiva­mente.

Al combinarse la capacidad máxima actual de bioetanol de almidón de maíz y de caña de azúcar se alcanzaría un total de 1,246 millones de metros cúbicos, volumen equivalent­e al necesario para un corte de bioetanol en naftas del

13,6% (calculado en base a demanda de 2019). Con los proyectos declarados por privados con los que hablaron los autores del trabajo, a corto plazo se podría subir al 17% y, explorando su potencial con la materia disponible, se podría alcanzar el 28,8% en 2030.

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EITAN ABRAMOVICH / AFP aporte Con los biocombust­ibles se reemplaza el uso de energía fósil no renovable

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