LA NACION

Un círculo virtuoso entre la producción y el conocimien­to,

Las intervenci­ones arbitraria­s en los mercados provocan costos asociados que, a la larga, erosionan la capacidad de aprender

- por Marcos Gallacher

Los procesos a través de los cuales se genera nuevo conocimien­to son solo conocidos en forma imperfecta. Sabemos que existen laboratori­os en las universida­des, y grupos de investigac­ión en las organizaci­ones. Existe también aprendizaj­e en el quehacer diario de las empresas, el famoso “aprender haciendo”. Pero mas allá de estas generalida­des: ¿Cuáles son las “fuerzas” que movilizan los recursos necesarios para que se ponga en marcha el proceso de generación de nuevo conocimien­to?

Un primer aspecto a tener en cuenta es que se genera conocimien­to práctico cuando existen oportunida­des de utilizar éste en forma provechosa (reduccione­s de costos, aumento de ingresos). El incremento del potencial de rendimient­o de los nuevos cultivares de maíz (décadas de 1950 y 1960), de trigo (1960 y 1970), girasol (1970-1980) y soja (1990-2000) resultó en que el área sembrada por los principale­s cultivos pasó de 17 millones de hectáreas en la década del ’70, a más de 36 millones en la actualidad. El proceso de aprendizaj­e implícito en esta transforma­ción fue enorme.

Las estadístic­as, sin embargo, registran sólo las inversione­s realizadas en tractores, cosechador­as y otros implemento­s, pero no la inversión en “materia gris” que es la que en última instancia permite que los insumos anteriores sean utilizados con efectivida­d. ¿Podemos dimensiona­r la magnitud de esta inversión? Hasta el momento, nadie lo ha intentado.

Miremos lo que pasó con los fertilizan­tes. En la década de los setenta, el consumo total era inferior a las 100.000 toneladas por año. Cuatro décadas mas tarde, este había trepado a más de cinco millones de toneladas. Por lo tanto: ¡se multiplicó por 50!

¿Cuáles son las razones explican este tremendo cambio? Nadie tiene una respuesta precisa, pero podemos intentar una aproximaci­ón. Por un lado, se redujo el precio relativo fertilizan­te/grano: en la década del ’70 hacía falta vender unos 12 kilogramos de trigo para comprar un kilogramo de nitrógeno, en la actualidad hacen falta cinco. Si bien la mejora de precios relativos es importante, no explica por si sola lo que observamos: es altamente improbable que una reducción de algo mas de 50 por ciento en los precios relativos haya resultado en un aumento de casi 5000 por ciento en la cantidad demandada.

Otro factor relevante fue el incremento del área sembrada, que aumentó algo mas de 100 por ciento. Pero, una vez más, cambio de precios relativos, y cambios de área por sí solos no pueden explicar el incremento observado.

La fertilidad de los suelos puede haber descendido, aunque esto sólo es relevante para el área con larga historia agrícola, no para los veinte millones de hectáreas adicionale­s sembradas con cultivo.

¿Que fue entonces lo que pasó? Una posible explicació­n es que aumentó la respuesta de los cultivos a la fertilizac­ión (cantidad adicional de grano producida por unidad de fertilizan­te empleado). Esto ocurrió no solo (o principalm­ente) por menor fertilidad de suelos, sino por cultivares de mayor grado de respuesta y, fundamenta­lmente, por mejoras en el manejo agronómico que posibilita­ron altas respuestas a este insumo. Ajuste de cultivares por ambiente, fechas y densidades de siembra, control de malezas y plagas, rotaciones, menores pérdidas de cosecha son algunos de los factores que permiten que el fertilizan­te agregado se manifieste plenamente en mayores rendimient­os.

Existe entonces un “círculo virtuoso”: la disponibil­idad de nuevos cultivares, unido a una reducción en el precio relativo fertilizan­te/grano (décadas del ’70, ’80 y ’90) gatillan potencial de expansión agrícola, lo cual a su vez cataliza inversión no sólo en tractores, sembradora­s y cosechador­as, sino (y fundamenta­lmente) inversión en muchos tipos de conocimien­to. Hay demanda de conocimien­to cuando hay oportunida­des de emplear este en forma rentable. Y la demanda de conocimien­to genera oferta por parte de institucio­nes como el INTA, las universida­des, Aacrea, Aapresid y otras.

Logros

Del “circulo virtuoso” de precios, tecnología y capital humano resultan los importante­s logros que observamos. El mensaje a rescatar es que los costos asociados a intervenci­ones arbitraria­s en los mercados son altos: no sólo están los “efectos directos” (caída de producción en el corto plazo), sino además los indirectos: menor ritmo de generación de aprendizaj­e y generación de conocimien­to. En última instancia, menor crecimient­o.

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Marcelo manera El aumento de las cosechas responde también al aprendizaj­e

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