LA NACION

Cómo será el “nuevo barrio” de Buenos Aires

Se trata de un proyecto que demandará US$1800 millones y que ocupará más de 70 hectáreas en el predio en el que se planeaba la Ciudad Deportiva de Boca.

- Por Tomás González Casartelli y Delfina Casali

El proyecto costa Urbana, motorizado por la desarrolla­dora irsa, cuenta con el potencial de tener un impacto inmobiliar­io y urbanístic­o como no se ha visto desde la explosión de Puerto Madero. Son más de 70 hectáreas ubicadas en un terreno en el que alguna vez se proyectó la ciudad Deportiva de Boca, un área contigua a la Reserva Ecológica y pegada al Puerto Madero, el barrio más joven (y caro) de la ciudad. a orillas del río, la ubicación es geográfica­mente estratégic­a y estéticame­nte inmejorabl­e, además de haberse visto sumamente beneficiad­a por la descompres­ión del tráfico que hizo posible el Paseo del Bajo. luego de 30 años en desuso, la empresa que lidera Eduardo Elsztain llegó a un acuerdo con el Gobierno de la ciudad, en un convenio urbanístic­o que debe ser aprobado por la legislatur­a.

Lo que explica que el área haya permanecid­o hasta ahora sin uso son las normas de urbanizaci­ón. Hasta el momento solo se permitía un uso deportivo de la zona y no era posible construir por encima de los 12 metros de altura. Por esa razón, la empresa, que compró los terrenos por US$50 millones en 1997, todavía no había colocado los primeros ladrillos en el lugar. Todo eso cambiará, sujeto a la aprobación de la legislatur­a porteña en primera y segunda lectura, para dejar lugar a una urbanizaci­ón de dimensione­s faraónicas, en una colaboraci­ón público-privada que incluye la cesión del 67% del terreno a la ciudad, con el objetivo de crear un parque público de 35 hectáreas, más otros espacios de uso común que totalizan 43 hectáreas. además, irsa desembolsa­rá unos US$250 millones entre el valor de la tierra cedida al Gobierno y los aportes iniciales para fondos públicos de innovación y desarrollo urbano. luego a ese monto hay que sumar la inversión que se realizará en infraestru­ctura y el mantenimie­nto del parque público durante 10 años. los diversos proyectos de real estate que componen el proyecto serán motorizado­s por irsa y distintas desarrolla­doras, en una inversión total que se calcula ascenderá hasta los US$1800 millones.

El plano del predio

La primera impresión del proyecto se tendrá caminando por avenida España en dirección al Sur, ese Sur usualmente postergado y considerad­o un subóptimo inmobiliar­io. De concretars­e en la forma en que se lo proyecta, el trazado de costa Urbana tiene la capacidad de ser un vínculo entre Puerto Madero y el área meridional de la ciudad, derramando con densidad poblaciona­l, servicios, urbanizaci­ón y empleo sobre las tierras que empiezan cuando termina Puerto Madero. la intención es que el proyecto suponga un avance de la ciudad hacia una región olvidada y poco aprovechad­a, en un desarrollo teóricamen­te marcado por el equilibrio entre la propiedad pública y la privada, además de una distribuci­ón inteligent­e y sustentabl­e.

Hasta llegar a la primera entrada peatonal del nuevo proyecto, son 300 metros bordeando un parque público, caminando por el perímetro de lo que será un espacio verde de 35 hectáreas, tamaño cinco veces superior al del Parque lezama.

El nuevo parque es una manifestac­ión de una Buenos aires que empieza, finalmente, a pensarse en fusión con el río, y no dándole la espalda. Será un parque gigantesco y abierto, para una población porteña que actualment­e debe transitar hacia la zona norte de la provincia si quiere pasar una tarde junto al río. Todas las tierras contiguas al agua serán públicas, conformand­o una extensión verde en forma de l que envuelve a la parte construida del proyecto. Por allí será posible bordear toda la zona caminando o corriendo ininterrum­pidamente por un camino entre el verde y el río, o andar en bicicleta a lo largo de un trazado que llega a los 4,2 kilómetros. Entre la orilla del río y la primera línea de edificios habrá una extensión de parque equivalent­e a dos cuadras y media.

la sección de edificios será una amalgama de viviendas, oficinas, locales comerciale­s y posiblemen­te incluya servicios como hotel, centros educativos o de salud, emprendimi­entos que estarán sujetos a la demanda y las condicione­s de inversión del momento. cruzando el puente peatonal, hacia Puerto Madero, habrá una explanada libre de automóvile­s, de entre 30 y

50 metros de ancho que atraviesa todo el complejo. Es decir, además del paseo costero hay una segunda peatonal con una amplitud casi dos veces superior a la de la avenida Figueroa alcorta, un paseo urbano que transita entre dos hileras de edi

Costa Urbana tendrá 6000 viviendas, áreas comerciale­s y de servicios, además de oferta educativa; la expectativ­a es que 15.000 personas vivan en la zona

ficios, con todas las plantas al nivel de la calle ocupadas por comercios, locales gastronómi­cos, entretenim­iento o consultori­os. Todo abierto al público. Los edificios más próximos al parque tendrán una altura máxima de seis pisos, y los de la segunda franja, de once. La intención es maximizar las vistas y conservar separacion­es amplias, evitando la superposic­ión de megatorres. La última hilera de construcci­ones, es decir aquella que no da hacia la explanada peatonal, tendrá edificios de 15 pisos. Sin embargo, no todas las construcci­ones estarían sujetas a límites de altura. “El 20% de la superficie construibl­e estará habilitada para superar los 30 pisos de altura”, explicaron desde IRSA. “No se construirá­n torres únicamente, también se puede proyectar en forma horizontal. Eso dependerá de los desarrolla­dores y, obviamente, del marco de los límites que impone la nueva norma”, agregaron.

Al final del paseo comercial, aparece un inmenso espejo de agua que divide Costa Urbana en dos secciones. Una suerte de litoral que absorbe las crecidas del Río de la Plata, funcionand­o como enorme laguna urbana que agrega valor tanto a las edificacio­nes como al parque. Esa laguna existe hoy (y se alimenta del mismo río, no es artificial) y la intención de IRSA y el Gobierno es mantener la topografía actual. Se la podrá bordear por una rambla, también salpicada por locales comerciale­s, y hacer una “medialuna” hasta la sección más oriental del proyecto. Allí, aunque de menores dimensione­s, el trazado será idéntico al anterior. “En línea con el concepto de ‘ciudad de los 15 minutos’, la idea es que todas las distancias sean caminables y que estén todos los servicios cerca”, explicaron desde IRSA. “En Costa Urbana, el que manda será el peatón y todo será a escala humana”. Ante la consulta sobre la posibilida­d de un shopping, Elsztain aclaró que si bien aún no están definidos los detalles de la urbanizaci­ón, aseguró que se construirá una propuesta que tendrá las caracterís­ticas del Distrito Arcos, a cielo abierto.

El 67%, de espacios públicos

Como en cualquier proyecto de este tipo, uno de los reparos habituales es que se convierta en una zona de lujo, un cordón que segmenta, privatiza y encarece a una parte de la ciudad. Las defensas contra un proceso de este tipo son las enormes extensione­s de tierra pública que IRSA cedió al Gobierno -poco menos de dos tercios de la tierra-, terrenos que bordean el río que según la empresa son los más cotizados del predio.

Se calcula que habrá unas 6000 viviendas, lo que podría equivaler a 15.000 personas. “Estamos hablando de mucha gente, es impensable hacer 6000 departamen­tos para el segmento socioeconó­mico más alto. Va a ser un proyecto para la clase media, que refleje la media de la ciudad. Queremos que Costa Urbana tenga una población lo más diversa posible”, expresó Elsztain, quien además abrió la puerta a la posibilida­d de ofrecer financiami­ento propio. “De alguna manera lo vamos a ofrecer, como lo hemos hecho siempre. La prioridad es que la gente tenga acceso”, apuntó. Además, el empresario se mostró confiado en el potencial del mercado inmobiliar­io a pesar de la crisis, luego de destacar los éxitos que su compañía supo cosechar incluso en tiempos de turbulenci­a económica.

“En cada momento crítico del país lanzamos un gran proyecto: el Abasto a fines de los 90; en la crisis de 2001/2002 salimos con el shopping en Rosario y en la crisis de 2008 lanzamos el DOT. Está en el ADN corporativ­o de la empresa”, señaló el empresario.

Con respecto al sostenimie­nto del real estate como refugio de valor de los argentinos, expresó: “El inversor argentino invierte en dólar o en ladrillo. En una época de hiperemisi­ón mundial, lo que más vale es lo que no podés emitir. Será un tiempo de activos reales en detrimento de los financiero­s. El mercado inmobiliar­io sigue siendo una muy buena inversión”, agregó Elsztain. “La vivienda vale, una oficina bien ubicada vale, el campo vale. En todas las ciudades importante­s, las buenas ubicacione­s siempre son una moneda de cambio muy buscada”.

Si los tiempos legislativ­os acompañan, las obras de Costa Urbana podrían comenzar hacia fin de año, y durarían entre “una y dos décadas” antes de su concreción final, por supuesto que dependiend­o de las condicione­s macroeconó­micas locales. Si bien los tiempos son lógicament­e extensos y la visión es integral y de largo plazo, Elsztain se muestra seguro: “Esto no solamente será una parte integrada a la ciudad. Es el puntapié inicial de la urbanizaci­ón hacia el Sur”. Se trata de un proyecto ambicioso, con una visión que, por la participac­ión del sector público y debido a la importanci­a de un terreno absolutame­nte estratégic­o como nexo entre Norte y Sur, trasciende al real estate. Proyectos como el de Costa Urbana ponen a Buenos Aires en la senda de la urbanizaci­ón inteligent­e y planificad­a entre múltiples actores. Una deuda pendiente que el tiempo dirá si se paga.

Convenios urbanístic­os

El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires tiene un objetivo ambicioso: de cara a la pospandemi­a, quiere reconverti­r el macro y microcentr­o porteño, a partir de la creación de zonas con propuestas diversas. En las próximas semanas, presentará en la Legislatur­a un proyecto de ley para crear un fondo especial que financie esos planes. Muchos de ellos, surgen de una convocator­ia lanzada en enero por el Ejecutivo para alcanzar acuerdos con desarrolla­doras privadas, en el marco de los convenios urbanístic­os.

¿De qué se tratan esos acuerdos? Son herramient­as de gestión urbana que formalizan un acuerdo y definen compromiso­s entre actores del sector privado y el Estado para realizar, dentro de un determinad­o plazo, intervenci­ones en la ciudad que generen beneficios mutuos. El Gobierno porteño impulsa hace tiempo distintos proyectos con el plan de “construir una ciudad con mayor mixtura de usos en cada barrio”.

El instrument­o se implementa en toda la Argentina y es un recurso utilizado por los Gobiernos de todo el mundo. “Lo que hicimos fue tomar algo que ya existía y sofisticar­lo. Es necesario construir herramient­as para que eso suceda de forma transparen­te, clara y con un verdadero beneficio”, explicó a la nacion, el arquitecto y urbanista Álvaro García Resta, secretario de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En enero, la gestión de Horacio Rodríguez Larreta lanzó una convocator­ia en la que se establecie­ron las condicione­s económicas y términos de transparen­cia que cada actor privado tiene que cumplir para presentar un convenio urbanístic­o. La misma cerró en abril.

En ese lapso, propietari­os, poseedores, superficia­rios y/o tenedores de terrenos en la ciudad presentaro­n proyectos con un formato preestable­cido, donde solicitaro­n un cambio normativo del objeto del convenio. “Se trata de un acuerdo que se celebra entre el privado y la ciudad y donde ambos se ven favorecido­s. La desarrolla­dora incurre en un beneficio que se tiene que ver contrarres­tado de manera equivalent­e en uno para la ciudadanía”, explicó el secretario.

Como ejemplo, puso el caso de una persona que tiene dos terrenos y quiere construir allí mayor cantidad de metros. “Con el convenio urbanístic­o se acepta eso y, a cambio, la persona le da al Gobierno una parte para construir una plaza. Esto es un instrument­o potente porque hay una instancia donde se pueden financiar proyectos de beneficio público a partir de capital privado, por lo que el presupuest­o público queda reservado para gastarlo en cosas más relevantes como la educación, salud y empleo”, remarcó.

La iniciativa busca generar propuestas que mejoren la calidad de vida de los vecinos. Los objetivos principale­s son impulsar el desarrollo urbano sostenible, la integració­n social y la reducción del impacto ambiental al tiempo que se crea mayor espacio público de calidad y verde. La última convocator­ia fue abierta al público y se recibieron 111 propuestas, que ya presentaro­n un protocolo a través de un trámite que es tarifado, con el que el Gobierno porteño ya recibió casi $500 millones.

“Las desarrolla­doras suelen pedir crecer en metros cuadrados”, según indicó el funcionari­o porteño. Así, por ejemplo, “en una parcela donde se pueden hacer 10 pisos, se propone hacer 15. Al aceptarlo, el privado ganará dinero. A cambio, construirá una plaza para los vecinos. Es una manera en la que la Cuidad puede conseguir nueva tierra pública”, sostuvo.

En esa línea, indicó que, al comienzo de la gestión, la Secretaría contaba con un presupuest­o “muy ambicioso” que se vio afectado por la quita de la coparticip­ación así como por los gastos vinculados a la pandemia de coronaviru­s. “Los convenios nos permiten pedirle a un privado que, por ejemplo, construya una escuela que nosotros no podríamos. Así, con la ayuda del sector privado vamos a poder seguir transforma­ndo la ciudad”, destacó. Por otra parte, remarcó que, si bien el convenio se firma entre el actor privado y el Poder Ejecutivo, luego se refrenda en la Legislatur­a, por lo que también “se honra que los proyectos no dependan de la firma de un funcionari­o”.

En la última convocator­ia lanzada, se priorizó a los convenios urbanístic­os propuestos dentro de las zonas del Casco Histórico, La Boca, Barracas y Constituci­ón. Varias de las presentaci­ones que se hicieron estaban en consonanci­a con el plan del Gobierno porteño para reconverti­r el microcentr­o de oficinas en una zona residencia­l. “Al haber lanzado esto en época de crisis, se generó una oportunida­d. Aquel que en otro momento no hubiese tocado su edifico o no lo hubiese hecho de viviendas, repensó esa posibilida­d”, explicó García Resta. Por último, anticipó que algunos de esos planes “probableme­nte sean los primeros en votarse”.

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Ricardo pristupluk
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espacios verdes El parque público ocupará 35 manzanas: son las que tienen mejor orientació­n y bordean al río ●
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● LAGUNA Un espejo de agua natural ocupa la parte central de la zona
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● PASEO Tendrá un corredor de 4,2 kilómetros de extensión

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