LA NACION

Stefi Roitman

“A veces siento que molesta que te vaya bien”

- Texto Laura Reina

Acaba de aterrizar en Buenos Aires y Stefi Roitman (actriz, modelo, influencer y empresaria) todavía lleva encima la adrenalina de un fin de semana perfecto: por un lado, la felicidad por el título de Argentina y por el otro, la presentaci­ón de su marca de trajes de baño con talles inclusivos My Happy, con un desfile en la Miami Swim Week. Allí, desde la primera fila, estuvo alentando a pleno el clan Montaner, la famosa familia de su novio Ricky, que la adoptó como una más desde que empezó a salir con el cantante, hace un año y medio. “La de ellos es una hinchada que te hace estallar el corazón. Tenía a mi familia haciéndome el aguante por streaming desde Buenos Aires y a ellos alentándom­e desde la primera fila. Cuando salí a la pasarela empezaron a aplaudirme y me sentí como Argentina cuando hizo el gol en la final contra Brasil –confiesa–. En ese sentido soy la más mimada del mundo, me siento bendecida y agradecida. Los Montaner celebran conmigo cada paso que doy como propio y eso para mí es ser familia”, dice con el lógico cansancio por el desfile y el viaje pero entusiasma­da frente a este nuevo desafío. “Últimament­e no paro. Es un estrés de empezar algo nuevo y se le suma ser la host de La Voz, pero son rachas que me encantan”, dice sin perder nunca su caracterís­tico buen humor.

–¿Por qué trajes de baño?

–Me gustan porque me remite al verano, a la playa, al calor, a la felicidad. No soy muy fan del frío y si pienso en algo que me representa, son las mallas porque resumen todo lo que me gusta. Siempre me tentaron para hacer cápsulas para marcas que me gustaban o admiraba pero esta vez dije ‘me mando, arranco mi propia empresa’, sin saber dónde me estaba metiendo...

–¿Cómo surgió que sea una marca inclusiva desde los talles?

–Desde siempre pensé salir del S, M, L. Hay hasta el 3 XL. No quiero que la mujer se sienta atada a un estereotip­o corporal que nos inculcaron, yo creo en la amplitud de cuerpos. Por eso es necesario que en el mercado haya una marca así para empezar a derribar barreras.

–El clan Montaner estuvo apoyándote en primera fila. ¿Cómo te integraste tan bien a la familia?

–Yo no creo en las casualidad­es, creo que las cosas pasan por algo. Algunos me dicen que atraigo buena onda y personas hermosas a mi vida, pero no sé si es por eso. Creo que tanto los Roitman como los Montaner tenemos un montón de cosas en común que hace que todo fluya muy fácil. La base o los valores son los mismos.

–Se los ve muy activos en redes, ¿pasan mucho tiempo juntos?

–Somos gente de los medios y eso tal vez hace que parezca que estamos todo el tiempo juntos, pero no es tan así.

Tal vez por la cuarentena la fantasía es esa. La realidad es que no estamos 24x7, nos hacemos el lugar para visitarnos, charlar y compartir una rica comida y gracias a esa dinámica está el compromiso de estar presentes en lo que cada uno emprende. Sino no se daría en forma tan natural.

–Lo que pasa es que muchas veces lo que se ve en las redes sociales puede sonar a falsedad...

–Sí, las redes venden algo que no siempre es real. Pero en nuestro caso es así. Ayer miraba un video del desfile que compartió una chica y al ver las caras de ellos dije ‘ wow, esto es amor puro’, es un amor que no me cabe en el cuerpo.

–¿El tema religioso fue un problema siendo vos judía y ellos evangelist­as?

–Cero, al contrario. Todo fue sumar. Yo tengo mi religión, soy judía de pura cepa pero no ortodoxa: fui a la ORT, celebré el bat mitzvah y mi círculo fue siempre muy de la colectivid­ad, pero con una mente muy abierta. Yo aprendo un montón de cómo ellos se conectan con Dios, y ellos aprenden de mi forma y en un punto son muy parecidas porque lo espiritual nos iguala a todos. Tal vez hubiera sido más complicado si yo no fuera creyente o no sintiera fe.

–¿Tu perfil sexy tampoco trajo conflictos?

–No, en absoluto. Ellos promueven la libertad, sin imponer nada. Y las diferencia­s nos hace formar la familia que somos. Nos divierte y nos une a la vez, y además yo nunca haría nada que les falte el respeto.

–¿Quién lleva los pantalones en la casa de los Montaner?

–Mi suegra. En mi casa, mi mamá y en la de Ricky, yo. Siempre las mujeres llevamos los pantalones de todo.

–¿Te considerás feminista?

–No soy militante, ni de ir a las marchas. No porque no quiera, siento que es algo que quiero hacer cuando realmente esté preparada. Me gusta ser coherente con lo que hago y digo. Segurament­e si empiezo a leer libros y a entender un montón de cosas, lo haga, pero ahora no. Se lo dejo a las que saben. A ellas las aplaudo y les agradezco porque hubo un montón de avances y apertura de ojos, de cabezas. Desde mi pequeño lugar hago lo mínimo que puedo hacer que es bancar la causas que me interesan. Soy de compartir en las redes un montón de causas en las que creo, pero no soy de las que salen a hablar porque siento que no estoy preparada. Igual banco fuerte a todas las que luchan por ampliar nuestros derechos y libertades.

–Hablando de causas sociales... ¿te gustaría adoptar un perfil como el de Santi Maratea?

–Desde chica tengo esa veta solidaria, siempre me gustó ayudar. Soy del team solidario. A veces son cosas muy chiquitas que no trasciende­n pero cualquier cosa que puedas hacer puede cambiarle la vida a una persona. Hay algo energético en ayudar porque te das cuenta de que siempre vuelve. Lo que Santi hace es admirable, te dan ganas de hacerlo, contagia solidarida­d. Ojalá haya más Santis Marateas en el mundo.

–¿Cómo fue que llegaste a ser la host digital de La Voz? Se dijo que tu suegro te consiguió el trabajo...

–A mí me llega la propuesta por Telefé porque el año pasado hice con ellos Modo Live durante la cuarentena y ahí se empezó a vislumbrar la posibilida­d de formar parte del formato digital de La Voz. Yo soy muy fan desde siempre del programa y estaba feliz de que me eligieran. Después, mi felicidad fue completa cuando me contaron que había chances de que los Montaner se sumaran como jurado. Pero la elección fue independie­nte, la gente habla porque tal vez no sabe que desde los 11 años la vengo remando.

–¿Te da bronca que se diga eso?

–Siempre trabajé un montón. Mi camino fue a base de esfuerzo, trabajo y estudio, porque además soy licenciada en Economía empresaria­l. Encaré la carrera muy feliz, aunque siempre me tiró la parte artística. Cuando me recibí, estaba grabando Simona que fue el proyecto que me abrió un montón de puertas. A veces siento que molesta la felicidad ajena, que te den laburo y que te vaya bien.

–Se te ve siempre de buen humor, tal vez eso debe hacer sospechar a los demás.

–Siempre fui igual, mis amigas que me conocen de toda la vida te van a decir que soy así, no voy a cambiar porque a alguien le moleste. Tengo días malos como todos, pero lo que me caracteriz­a es lo otro y me muestro como soy, no la careteo jamás.

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